Lucía Mi mente daba vueltas. Esto no podía estar pasando. No a Valeria. Me aparté cuando sentí las náuseas llegar a mi garganta, me moví de allí con piernas temblorosas, tenía que contarle la verdad a mi hermana. Sentía que estaba a punto de desmayarme, mi corazón se aceleró, mi garganta se secó, tenía la sensación de haber recibido una puñalada. Las lágrimas se agolparon en mis ojos, mientras pensaba cómo iba a decir esta verdad tan dolorosa. Presa del pánico, de la rabia, de la decepción, me metí en una de las alcobas, con el corazón palpitante, dejando la puerta entreabierta. Sin perder detalle de lo que pasaba en el exterior. Evren salió primero, con la cara enrojecida, el corbatín torcido, se lo arregló, respiró hondo, se limpió la boca y se dirigió a la recepción. Unos instante

