Valeria No comí en el vuelo. Tampoco dormí y es que no podía, tenía tantas cosas en mi mente, que apenas cerraba los ojos, las escenas se repetían una y otra vez como si se tratara de una película. Al final, vencida por las circunstancias, solo me quedé allí, sentada junto a la ventana, con los ojos fijos en un punto que no existía. Afuera, el cielo estaba despejado. Azul limpio. Casi insultante. Porque dentro de mí... todo era niebla, oscuro, desesperanzador. Escuchaba el murmullo de mis hermanos más pequeños hablando bajito, como si temieran quebrarme con sus voces. Mamá me acariciaba la mano de vez en cuando, pero yo ya no la apretaba. Solo la dejaba ahí, como si ya no me perteneciera. Como si mi cuerpo fuera una armadura vacía, como si no me importara. Me sentía fría, ajena, indife

