Alejandro O’Neill: Cambios en el perfil del personal

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                —¡Alejandro, por Dios vas a hacer que me dé un colapso nervioso! —exclama mi madre al verme entrar al comedor                —. Llevo demasiado tiempo esperándote.                 —¡Qué exagerada eres Bianca! –exclamo sentándome en la silla que está al otro extremo de la mesa rectangular de seis puestos.                 —Eres un desconsiderado —refuta—, vengo con la mejor de las intenciones a apoyarte y mira cómo me recibes. —Hace una pausa llevándose una mano al pecho—. ¿A qué hora llegaste?, por tu aspecto, supongo que sería cuando mucho hace una hora  —afirma moviendo la cabeza de un lado a otro reclamándome.                 —Ya madre, vamos a desayunar en paz, por favor —Le pido rindiéndome a su incesante bombardeo de reproches.                 —Recuerda que hoy comienza el proceso de captación de hojas de vida de los prospectos a ocupar el cargo de secretaria de presidencia. —Hace énfasis en esas últimas tres palabras.                 —Sí, no lo he olvidado —afirmo—, ahora, ¿por qué dices prospectos? —pregunto extrañado.                 —Ah, porque esta vez, se publicó la convocatoria de manera abierta —responde con naturalidad, como si ello fuera decisión suya.                 —¿Convocatoria abierta? —pregunto confundido—, ¿cómo es eso Bianca?, ¿qué andas inventando?                 —Nada que ya tu no sepas —responde ignorando mi otras dos interrogantes.                 —Aclárame eso de convocatoria abierta —insisto.                 —En este proceso de selección se va a evaluar tanto a mujeres como hombres. —Casi me ahogo con la comida dentro de mi boca.                 —¿Hombres? —pregunto incrédulo ante los alcances de mi madre.                 —Sí, así es Alejandro, es demasiado tu nivel de irresponsabilidad –recalca con desparpajo—, ¿cuántas secretarias has tenido estos siete meses del año?                 —Algunas —Le contesto de la misma manera que ella me viene hablando—, pero ello no da para que pretendas sentar a un hombre en la recepción de mi despacho.                 —¿Por qué no?, si es uno bien preparado , con las competencias necesarias para ejercer el cargo ¿por qué no darle oportunidad? —pregunta con el ceño fruncido—.                 —Porque mis empresas a parte de profesionalismo, venden imagen, parte de esa imagen la dan las secretarias que se encargan de recibir y atender a los clientes –aseguro.                 —Definitivamente que estas completamente cegado en tu afán de no querer madurar esa parte de tu vida —manifiesta molesta—, las mujeres no son solamente un objeto decorativo, tienen más que ofrecer, además de las cochinadas por las que siempre buscas a las más fáciles —respira profundo—, ya lo decidí, esta vez quien va a escoger a la persona que ocupará el cargo seré yo, no quiero más discusión sobre el tema —recalca con voz firme. Para no seguir discutiendo con ella en este tema donde desde hace rato llevo todas las de perder, tomé el vaso con el jugo y fingiendo ver mi Tablet, me lo llevé a los labios para tomar un sorbo, decidí culminar el desayuno en silencio. Si selecciona a algún hombre veré como me deshago de quien sea. Jamás he tenido a un hombre dentro de mi personal secretarial. No va a ser ahora que por un capricho de mi madre, se incumpla con las especificaciones del perfil del cargo, y por ende, me deje sin posibilidad de relajarme en esos momentos cuando el estrés es de tal magnitud que me exige ciertos masajes y alguna que otra atención adicional. Para cumplirle un capricho más, tuve que irme con ella en su automóvil con su chofer al mando. Según ella, por mi aspecto, no estaba apto para manejar. Aunque con el dolor de cabeza que aun cargo tiene razón, sin embargo, no lo iba a admitir, eso implicaba otra sesión adicional de acusaciones y argumentos de la supuesta necesidad de encausar mi vida por el buen camino. ¿Cuál es ese camino?, el de una tortuosa  esposa, y unos maravillosos nietos que hereden los bienes que mi padre me dejó y yo, según ella por capricho, no he querido tomar en posesión. Es difícil sobrellevar la relación con Bianca, al ser mi madre es a la única mujer a la que en realidad le tolero todos sus reclamos, para mi irracionales. Al llegar a la Corporación en seguida me encerré en mi despacho, solo así es cuando me deja tranquilo, verme trabajando parece un sedante a su deseo de persecución. La verdad desde que se fue la secretaria el trabajo ha ido en aumento. Bianca ha sido ese auxilio en los momentos en que me he visto más asfixiado con el trabajo. Ella en su afán de cuidarme ha sido la suplente en algunas situaciones de vacío en el cargo de secretaria. Por esa razón lleva el control de todas las que han ocupado ese cargo. Ante tal apoyo, sin siquiera pedírselo, y por ser mi madre, lejos de discutirle una que otra opinión, no me atrevo a pedirle que se abstenga en participar en esta decisión. En el piso inferior de presidencia, Bianca O’Neill en la oficina de la encargada de la Dirección de Desarrollo Humano, terminando de revisar los formularios para la evaluación de los prospectos a ocupar el cargo, recibe una llamada en su teléfono móvil.                 —Buenos días, Manuel —Le saluda.                 —Buenos días, señora Bianca —contesta—, espero te encuentres bien.                 —Sí, sí, afortunadamente así es —afirma—, cuéntame, ¿a qué se debe tu llamada?                 —Te tengo una buena noticia —expresa con algo de emoción en la voz.                 —¿Qué será? —pregunta curiosa por el tono de la voz del abogado.                 —Creo haber conseguido una solución a tus dolores de cabeza con Alejandro —dice aun animado. —Hombre termina de decirme —demanda ansiosa. —Conseguí a la chica ideal para ocupar el cargo de secretaria —afirma. —¡Manuel por Dios es una mujer! —exclama decepcionada—, ya sabes cómo es Alejandro —suspira—, podrá ser mi hijo, pero es terrible, no deja pasar a ninguna, y por eso terminan renunciándole. —Esta chica es diferente Bianca  —asegura—, ya veras, a esta ni siquiera la mirará, no es de su tipo. —Aja Manuel, ¿qué tiene de diferente a cualquiera de las mujeres, que no llame la atención de Alejandro? —pregunta incrédula. —Es una chica de talla baja —guarda silencio esperando escuchar la reacción de Bianca. —¡Wow! ¿Dónde conseguiste a esa chica? —inquiere sorprendida—. —Casualmente estaba en la oficina de la señorita que está organizando la presencia digital de mi despacho, es su amiga, escuché cuando le pedía que la ayudara a conseguir un empleo, creo que tiene un problema familiar grave —Le informa—, créeme que no hay riesgos de que Alejandro busque meterse con ella. —¿Cómo hacemos para entrevistarla? —pregunta ansiosa sin dudar; con real interés de verificar esto que podría ser el cambio dentro de la Corporación, de ser así Alejandro por lo menos no mezclaría el trabajo con el desorden de su vida personal. —Ya la entrevisté, vino hoy a mi despacho, prometió estar a primera hora el día de mañana, te la encargo personalmente, me parece una chica responsable y lo más importante con real interés en el empleo —Le pide de favor. Aunque no conoce a Camelia, pudo percibir que es una gran chica. —Pierde cuidado, no la voy a entrevistar personalmente, pero estaré aquí para confirmar tu apreciación. De ser así no entrevistaremos a nadie más —asegura esperanzada. 
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