Mientras tanto Irina… Ya eran casi la una de la madrugada, e Irina y Ambar ya habían llegado a casa. Ambas se bajaron del auto e Irina no pudo pasar por alto que las residencias donde vivía la morena exótica, eran muy lindas y acogedoras. La pelinegra como toda su vida la había pasado en barriadas, gracias a su machista y abusivo esposo Harry, quien nunca le dio una buena vida, creía que en los Ángeles solo tenias dos opciones, o ser extremadamente rico, o pobre como lo era ella. Es por eso que se sorprendió mucho que existieran residencias para personas casi de clase media como las que acababa de ver. —¡Vaya que lindas casitas y apartamentos hay aquí Ambar, primera vez que las veo y eso que tengo ya más de 15 años viviendo aquí en Los Ángeles —comentó la pelinegra afuera del auto.

