Capitulo 20
Anonada por la confesión de mi excuñado me quedo boquiabierta por algunos segundos. Nunca espere a llegar a escuchar esto. Esto es terrible, no solo por Caro sino porque nunca pensé que él tuviera esa clase de sentimientos hacia mí.
Trago saliva a la vez que intento calmar mi respiración, al igual que pensar en cómo decirle que debe olvidar esos sentimientos. Porque si bien Alfredo ha hecho las cosas mal el único que por el momento hay en mi corazón es él.
—Haber Valentín eres mi excuñado y estoy casada—pestañeo un par de veces.
—Sí y lo respeto, sé que jamás estaré contigo, pero tenía que decírtelo, además en mi defensa yo te vi antes que Cesar, pero… Él fue quien tu gano corazón y ahora es tu actual marido quien está en él, y no te preocupes no hare nada que te perjudiqué, perdóname no debí decirte.
—No te preocupes hare como que no me dijiste nada y solo para aclarar esto deberías olvidar este tema, yo estoy casada, eres increíble pero nunca te voy a ver como hombre, a lo que me lleva aconsejarte que voltees a mirar a quien, si lo hace, no desperdicies tu tiempo esperando a alguien que nunca va a llegar, ten buen día, Valentín —menciono apenada para luego regresar mis pasos hacia atrás y posteriormente reincorporarlos hacia Caro.
Antes que nada, me siento a la vez que toco su hombro a manera de que sepa que la entiendo, luego de eso aclaro mi garganta.
—Ya re…gírese—aprieto mis labios.
—Si te diste cuenta. A Valentín no le importo, debe ser por mi condición—ella llora con tristeza.
—Oye no digas eso, eres hermosa, además él no es el único, ya verás que conocerás más personas.
Me siento terrible por esta situación, ojalá y Valentín recapacite y sino, bueno en el amor a veces se pierde, suspiro en tanto miro como ella toma su bastón, se disculpa y desaparece de mi vista.
A cierta distancia se escucha la voz de Alfredo quien pregunta ¿Por qué mi hermana se mira triste? ¿Le hiciste algo? Ay no puedo creer que él me diga eso. Antes de contestar le tuerzo los ojos, me levanto y lo dejo parado ahí en medio de la terraza.
Por la noche…
Por fin ha terminado mi jornada por este día, me siento tan cansada que solo quiero dormir, sin embargo, mi tripa se escucha rugir a metros de distancia por lo que se me ocurre la gran idea de ir a la cocina, por suerte la señora Liliana no está así que aprovechare, que hoy tengo ganas de cocinar algo yo misma
Me despido de Hilda y me voy hacia la cocina en donde me encuentro a Alfredo preparando un sándwich, ¡Vaya que sorpresa! Verlo tan relajado y concentrado, hasta parece que es otro.
Debo admitir que asi me esfuerce por odiarlo con toda mi alma, èl se ve jodidamente sexi con sus mangas arremangadas a la altura de sus codos y ese reloj en su mano derecha que no puedo dejar de verlo. Sin previo aviso él voltea hacia mí dejando de picar tomate sobre esa tabla de madera. Deliberadamente sonríe de manera tan sexi que no puedo despegar mi vista de su sonrisa.
—Eh yo ya me iba —retrocedo mis pasos para luego darme la vuelta.
Alfredo rápidamente me alcanza tomándome del brazo y llevarme hacia la barra en donde estaba picando verdura. Al llegar simplemente prosigue cocinando hasta formar una pileta de sándwiches.
— ¿Qué tal si cenamos a la luz de la luna? —cuestiona sin ninguna expresión que no tengo idea de si lo está diciendo enserio o en forma de sarcasmo.
— ¿Qué? —pregunto un poco desconcertada.
—Sí que si cenamos afuera ¿Qué tal en la terraza cerca de la piscina? —dice para después lavar sus manos.
— ¿Estás hablando enserio? —lo miro incrédula.
—Claro—contesta secando sus manos con un trapo.
—Pues no. No quiero que vaya a haber confusiones, digo con eso que no hay amor, tu propuesta es demasiado romántica.
Sueno indignada viéndolo con seriedad, luego de eso desvió mi mirada hacia esos sándwiches, lo cual provoca que mis tripas vuelvan a rugir, que pena me digo a mí misma frunciendo el ceño a la vez que toco mi estómago vacío y con mucha hambre.
Escucho como él resopla mostrando una sonrisa misma que veo cuando dirijo mi mirada hacia esos ojos amelados y demasiado expresivos. Alfredo toma un sándwich el cual me muestra mientras me dice “Tienes hambre” “Me quedaron deliciosos” Un gesto de asombro es el primero que sale a relucir.
—Oye conejita deja de hacerte la difícil ¿Aun estas enojada porque no te regale esos obsequios con amor? Aquí lo importante es que aún me amas ¿O me equivoco?
— ¿Te importa si te amo o no? No voy a alimentar tu ego de macho.
Noto como deja el sándwich sobre el plato, en silencio camina hacia mí para de la nada tomarme de la cintura y subirme a esa barra fría y lisa. Vuelvo hacer ese mismo gesto de asombro, pero ahora lo hago más cerca de su rostro, sus ojos muestran picardía en tanto sus manos se deslizan por mis piernas.
Pegados frente a frente estamos en silencio experimentado cada sensación y cada ruido por parte de los dos, muerdo mis labios sintiendo las yemas de sus dedos deslizarse sobre mi piel cálida, mis pupilas se mueven viendo sus labios. Maldita sea quiero detener esto sin embargo las sensaciones son más fuertes que este maldito odio que quiero sentir, mi corazón se contradice cada que me toca o me besa. Su mano se mete más adentro de esa bata, una corriente eléctrica divaga por todo mi cuerpo haciendo que cierre los ojos.
—Hola ¿Hay alguien aquí? —la voz de Carolina nos interrumpe.
Una vibración hace que reaccione, instantáneamente abro los ojos, al igual que Alfredo saca la mano de ahí para bajarme de esa barra.
—Hola hermana, claro aquí esta Mariana conmigo ¿Se te ofrece algo? —traga saliva.
—Así es, tengo mucha hambre, vine para pedirle a alguna de las chicas que me cocinara algo ¿Qué hacen aquí?
—Mira que sorpresa, estamos por cenar, ven con nosotros estamos algunos pasos de ti—él va por su hermana a la que lleva a un asiento.
—Mariana ¿Por qué tan callada? —ella sonríe esperando a que conteste.
—Ah claro que no, es solo que me quede pensando en que se me antojo un refresco —reacciono y voy hacia el refrigerador de donde saco algunas bebidas.
Varios minutos después…
Tenía semanas sin tener este tipo de acercamiento con él, era tan hermoso cuando convivíamos cenando y hasta cocinando juntos que ver esto me hace sentirme tan sensible, pero no, no voy a llorar eso despertaría las sospechas de Carolina quien se mira mejor que hace un rato. Me gusta la relación que Santorell lleva con su hermana, ambos se llevan tan bien que me hace extrañar a mi hermana.
—Ay hermano me encanta que ustedes dos estén juntos, porque, aunque no los mire en el aire se siente la química que hay entre ustedes —ella comenta con una sonrisa.
Si tan solo supiera que la única química que hay entre nosotros es solo en el deseo y las ganas de estar juntos, de ahí en fuera creo que solo de mi parte habido amor. Agacho la mirada indignada pensando en que he sido una tonta. Aun sabiendo eso no puedo evitar sentirme tan atraída hacia él debo estar loca, digo hacia mis adentros dirigiendo la mirada hacia ese hombre frio y arrogante que está sentado a mi lado.
—Y dime Carolina ¿Por qué no has intentado buscar ayuda? Quizá puedas volver a mirar—menciono con amabilidad.
—Claro que no y ya no digas eso—Santorell contesta molesto dejando una servilleta de golpe sobre la barra.
—Pero yo solo estoy dando una opción —frunzo el ceño.
— ¿Y crees que no lo ha intentado? Tú que vas a saber Mariana si acabas de llegar.
—A ver tranquilos no se peleen por mi culpa. Gracias Mariana, pero ya he ido tres veces y me han dicho mismo.
— ¿Alguna cuarta opción?
—Maldita sea—él me toma de la mano y me lleva caminando junto a sus pasos que no puedo si quiera seguir.