Amandus. Tras una noche extenuante, repleta de placer, pasión desbordada, excitación y todo lo que conlleva el sexo más rudo y salvaje, mi cuerpo sentía una satisfacción brutal. Sin embargo, el deber nos llama, y la idea de Melanie de un escape al mar se antoja necesaria. Ambos necesitamos una tregua, por pequeña que fuera. Observé a la mujer a mi lado. Viste una de mis camisas negras, que le cae como un minivestido. Su ropa del día anterior esta reducida a jirones por mi culpa; al menos salvé el sostén. En cuanto a la braga... eso sí que no sobrevivió, así que ahora lleva puesto uno de mis bóxers. —Llegamos —anunció Bruno, deteniendo el coche en el puerto privado. Salí del todoterreno primero, extendiendo mi mano para ayudarla. Esta mujer es pequeña, pero encierra una voracidad salvaj

