Amandus.
—Señor —La voz de Bruno cortó el silencio concentrado de mi oficina.
—Adelante —respondí sin levantar la mirada de los documentos sobre mi escritorio.
—La señorita Lara desea verlo —informó.
Alcé una ceja. ¿Lara? Me obligué a despegar los ojos del informe. —Que pase. Y avísame al instante si Melanie aparece.
Bruno asintió y se retiró.
Encendí un cigarrillo justo cuando Lara Rizzo irrumpió. Lleva un vestido de seda escarlata que era más una provocación que una prenda, diseñado para destacar sus atributos. Me miró con una sonrisa depredadora, pero mi rostro permaneció inexpresivo. La visita de Lara es irritante, un riesgo innecesario, y si Melanie se entera de que una mujer ha venido a visitarme, ardera en celos.
En el breve e intenso tiempo que compartimos como... lo que sea
