Amandus Han transcurrido días, una eternidad forzada, desde que la vi por última vez. Los días se convirtieron en un purgatorio de pensamientos alimentados por la conversación con mi madre; una conversación que derribó la muralla que había erigido durante años. Dejé de evadir la verdad para enfrentarla: Melanie Bellerose era, y sería, la mujer más trascendente de mi vida, superando incluso el afecto inquebrantable que sentía por mi madre y mi hermana. Aún navego la incertidumbre de lo que sentía, pero era una fuerza intensa y avasalladora. El solo pensamiento de que ella pudiera ejecutar su amenaza de celarme —acercándose a mi hermano, Dante— hacía que mi sangre hirviera hasta un punto casi insoportable. Es una provocación que exigía una respuesta inmediata. —Bruno —Llamé a mi guardia,

