El sonido de la aspiradora era lo único que se escuchaba en este lugar, mientras que yo limpiaba el señor Anderson trabajaba en su computador, rogaba por terminar pronto pero no sería posible, él es más limpio que su socio así que mejor no me hago ilusiones.
Me faltaba limpiar su escritorio y sentía miedo de decirle, él sabía que yo quería hablar así que me miró, esperaba algo de mi parte.
-Señor necesito limpiar su escritorio.- mencioné
-Hazlo.- respondió
-Es necesario que se mueva, no quiero incomodarlo.-
-Me incomoda moverme.- respondió y llevó sus ojos al computador, yo solo suspiré y me acerqué, si él no se mueve no es mi culpa.
Comencé a limpiar uno a uno de los objetos en su escritorio, con delicadeza volvía a ponerlos en su lugar sabía muy bien que no podía fallar, ahora era momento de estar muy cerca del hombre, el cual diré que no quería moverse.
-Señor debo limpiar, por favor muévase un poco.- mencioné
El olor a tabaco, menta y madera estaba quedando grabada en mi mente, el hombre sí que era bello verlo desde donde estoy.
Movió un poco la silla hacia atrás, no mucho, los suficiente para que yo pasara y siguiera con la limpieza, mientras lo hacía la puerta se abrió, un señor ingresaba.
-¡Anderson!- lo escuché decir.-
-¿Qué pasa? Por qué interrumpes mi oficina así. -
-Vaya… ¿quién es esta belleza?-mencionó el hombre, yo seguía limpiando.-
-Dime a qué has venido Wilson.-
Así que este es el otro socio, el fiestero y mujeriego, sé que que debe tener unos 40 años, alto rubio de ojos claros, es bien parecido.
-Eso puede esperar, ahora quiero saber quién es la mujer.-
-Ella es Carolina, la encargada de la limpieza de este piso ¿contento?-
-Así que eres tú la que limpia mi oficina a diario.-
-Mucho gusto señor Wilson.-
-El placer es mío.- él se acercó, extendió su mano, supongo que quería la mía de vuelta pero alguien se interpuso.-
-Ya Wilson di a qué vienes.- mencionó el señor Anderson atravesando su cuerpo.-
-Los inversores de china quieren una reunión, están ansiosos por saber cómo manejaremos los nuevos recursos.-
-Hablaré con ellos, si no es más retírate.-
-Oye hoy estás más gruñón que de costumbre.-
-Tengo cosas que hacer, supongo que tu también.- mencionó dirigiéndose a la puerta, la abrió para que el señor Wilson se marchara.-
-Carolina me gustaría que pasaras en un rato a mi oficina, quiero conocerte un poco.-
-Déjala en paz, ella no es tu tipo.-
-Es una mujer, ya eso la hace mi tipo.-
Yo me sentía en una subasta, los dos parecían ofertar por mi, pero mi intriga iba más allá, por qué el señor Anderson se veía molesto.
-Tiene dos hijos.-
-¿Dos? Bueno no sé te notan, no salgo con mujeres con hijos pero quizás haría una excepción.-
-Wilson sal de aquí ya me colmaste la paciencia.-
-¡Bien! Me voy, pero volveré mi bella Angelita, no sabes cómo te ves divina vestida de blanco.- mencionó guiñando un ojo, solo vi como se marchó, el señor Anderson cerró la puerta con fuerza.-
-Tienes prohibido hablar con el.- mencionó sentándose
-¿Por qué?-
-Es una orden.-
-Aún así quiero saber el por que de esa orden.-
-Limítate con saber que no te conviene.-
-Estoy muy grande señor para saber que me conviene o no.-
Vi como sonrío de medio lado, había cierta prepotencia en su mirada pero a la vez me hacía sentir nerviosa.
-Tienes que darle un ejemplo a tus hijos, ¿acaso es mala madre?-
-¡¿Disculpa?!-
-Entonces eres de esas…-
-¿De cuales?.-
Pensé que serías diferente.-
-Parece que sabe mucho de mí, por favor dígame ¿qué investigó?.- mencioné recogiendo mis artículos de aseo.-
-Madre soltera de dos hijos, tienes 35 años de edad, vives en el centro de la ciudad, limpias casas y oficinas desde hace años, tienes un trabajo de medio tiempo en un restaurante, estudias derecho de manera virtual, no hay un esposo, el padre de tus hijos es Roberto Ulloa, un empresario respetable pero irresponsable por lo visto.-
-Le faltó decirme cuáles son mis horarios para comer e ir al baño, ahí estaría completa la información.-
-También lo sé, solo que no es relevante.-
-¿Señor que es lo que pretende? Si es asustarme no lo está logrando, en mi vida he lidiado con muchos hombres como tú.-
-¿Cómo yo?-
-Egocéntricos que se creen los reyes del mundo, yo solo vine a limpiar y ganar un dinero para mantener a mis hijos, no busco amores, ni ser la amante de nadie, menos hacer amigos, solo permítame hacer mi trabajo.-
El hombre camino hacia mí, era alto y fornido, sé que de un solo apretón puede romper mi cuello, yo caminaba hacia atrás hasta encontrarme con la puerta, él levantó un brazo y se apoyó, me sentía prisionera.
-Entonces limítese hacer eso que dice, no hable con nadie aquí, solo cumpla con su trabajo.-
-Pierda cuidado señor Anderson, se muy bien que hacer.- mencioné
El solo sonrío y volvió a su puesto, con rapidez saldría de esa oficina, casi al cruzar la puerta lo escuché hablar.
-Tráeme un café.-
-Si señor.- respondí y me marché, creo que mi rostro ardía, ese hombre era extraño no había duda.-
-¡Oiga usted! Quiero que vengas a limpiar mi escritorio.- escuché a Cinthya, la secretaria.-
-En un momento lo haré, el señor Anderson pidió un café y se lo llevaré.-
-¿Tú? Ese es mi trabajo así que ven a limpiar ¡ahora! Me gritó la mujer.-
Solo suspiré, pasé a llevar mis artículos de aseo al cuarto, revisé mi ropa y rostro, debía poner mi mejor sonrisa, no puedo perder el trabajo, debo pagar el auto.
Pasé por la cafetería del piso, serví un café n***o y muy cargado, cero azúcar para el enojado señor Anderson.
Mientras iba a su oficina la secretaria volvió atacarme con sus comentarios, pero no estaba sola, la otra secretaria la apoyaba.
-Mírala, ni siquiera vestida de Chanel se le quita lo pobretona que es, el traje no hace la dama.- escuché decir.-
-Tiene razón señorita, un traje no hace una dama, la educación si.- mencioné con una sonrisa.-
-Dame ese café, yo solo la encargada de llevarlo.-
-Pero el señor dijo que…-
-¡Que yo lo llevo sorda!- volvió a gritar, intentó quitarme el café logrando que se regara en mi pecho, estaba realmente caliente.-
-Eso te pasa por tonta.- escuché decir, mi pecho ardía, tenía ganas de llorar pero no les demostraría inferioridad a ese par de arpias.-
-¿Qué pasa? Cuál es el alboroto.- mencionó el señor Anderson.-
-Es la sirvienta, derramó su café señor Anderson.- mencionó Cinthya fingiendo vergüenza.-
Él me observó sin decir una sola palabra.
-Lo lamento señor, iré a cambiarme de ropa y prepararé otro café.- mencioné retirándome, quería llorar, no entiendo por qué las personas como Cinthya se aprovechan así de los demás.
Me cambien el traje por otro idéntico, tuve la oportunidad de revisar las etiquetas, en verdad era Chanel, increíble que me vistiera así, supongo que costará más que el auto.
Envié el traje manchado al lavado, pasé a la cafetería, preparé un nuevo café y salí, supongo que tendré un llamado de atención, mientras caminaba me encontré con una escena satisfactoria debido decir.
Cinthya estaba de rodillas limpiando el piso con un paño blanco, el señor Anderson solo la observaba, no sé si lo hizo a propósito o fue ordenada, pero me daba gusto.
-Su café señor.- mencioné
-Llévalo a mi escritorio.- respondió sin mirarme.-
Camine hacia su oficina y deje el café, me iría de inmediato a limpiar los escritorios de las secretarias antes de que me volvieran a gritar.
-El piso debe estar siempre impecable, no lo olvides Cinthya.-
-Si señor Anderson.- respondió
Me quedé a un lado de la puerta, el ingreso a su oficina sin levantar la mirada, tan pronto se sentó en su escritorio yo salí corriendo por mis artículos de aseo, sé que las secretarias me querían asesinar pero de miradas no vivo.
Se supone que solo va media mañana, no me imagino como será el resto del día, que trabajo tan extraño y tensionado.