La noche fue tranquila, el señor Anderson no se sintió en absoluto, tuvo un sueño placido ya que no se movió. Mi reloj sonaba, eran las seis de la mañana, normalmente salgo a las siete con mis hijos pero hoy no sería así, me salí de la cama y fui a verlos, les mencioné que hoy iría a la oficina en la tarde así que debían marchar solos, preparé un desayuno rápido, cuando vi que se marcharon volví a mi habitación, el señor Anderson seguía dormido, parece que no se levantara hoy. Revisaba el reloj ya era más de las siete de la mañana, si no se despierta llegaremos tarde al trabajo, me acerqué con cuidado, puse mi mano en su mejilla, vi como iba abriendo los ojos le lentamente. -Bueno días.- mencioné -Yo… ¿qué hago aquí?- preguntó sentándose, se revisó y vio que solo estaba en ropa inter

