La casa del señor Dominick es fantástica, espaciosa, todo lo que una vez soñé e imaginé como un hogar, mi hogar. -Ven, pequeña Stella, te mostraré tu habitación.- Me dijo el señor Dominick mientras me llevaba a la parte superior de la casa, justo a la izquierda se encontraba una puerta con mi nombre escrito en dorado, al abrir vi que la habitación estaba decorada con estrellas y se veía asombrosa y espaciosa. -¿Te gusta?- Me preguntó el señor Dominick interesado en mi reacción. -Por supuesto, papi.- Respondí de inmediato, sintiéndome extrañada por usar esa expresión pero sólo surgió, me aproximo dándole un abrazo y recordando las palabras de la señora Elena, al decirme que le dijera "papi" su reacción fue de sorpresa y a la vez alegría por mi forma de llamarlo, me correspon