Era el primer hombre que me hacía sentir este deseo salvaje, pero no lo conocía de nada y como era al único que conocía igual a nosotros. Mis hormonas revolucionadas pedían libertad cuando estaba cerca. “no, no, Espera” frene el pensamiento antes de que me fuera de las manos… mi hermana quiere acercarme a él como una amiga. No tiene ni idea de la realidad. Por eso iba a morir. Seguía de pie en el pasillo. – Eres de lo peor. – No lo niegues… te gusto… – ¡Cállate!…– le respondí con un entusiasmo falso. Ella escuchaba mi corazón pero había límites que no cruzaría, sabia eso. El día transcurrió llegando al final, era más sencillo si decía la verdad con mi falta de sueño. El tema salió a colación mientras terminamos de cenar, hasta Israel estaba en nuestra compañía, me gustaría saber un

