Podrías intentarlo

4105 Words
TYLER –Bueno, eso salió bien– digo mientras maniobro mi elegante BMW n***o para sacarlo del estacionamiento. Piso el acelerador con modestia y salimos volando por la calle. Me siento de tres metros de altura, tan presumido como puedo serlo, y ahora mismo me importa una mierda. Ni siquiera la forma en que me duele la polla como un cabron puede arruinar mi humor. Ximena me lanza una mirada inquisitiva y sé que se pregunta a que me refiero: la reunión de negocios con el nuevo cliente que probablemente conseguiremos, o a mi parte favorita, casi conseguir hacerla correr en el baño. Mi cuerpo todavía está preparado y listo para dar terminar el trabajo. –No puedo creer que no te hayas lavado las manos– espeta. –Puede que nunca vuelva a lavarme esta mano– sonrió y hago un gesto lascivo con los dedos. Se aleja de mi con un resoplido y mira por la ventana en silencio el resto del camino a casa. Cuando llegamos, el pent-house esta oscuro y silencioso, y mis hormonas siguen alborotadas. Ximena deja su bolso y su teléfono en la mesa de la entrada, luego se gira dándome la espalda. –¿Me bajas la cremallera? – Le bajo la cremallera por la espalda, dejando que mis dedos rocen su piel, apreciando los dos hóyelos en la parte baja de su y en espalda y en la parte superior de su tanga de encaje. Tortura. Esto es tortura pura. Arriesgándome, me inclino hacia adelante y le doy un suave beso en la nuca. –Podríamos terminar lo que empezamos en el restaurante– Su respiración se ha vuelto superficial y prácticamente puedo oler su excitación. Se que sus bragas todavía están empapadas. La idea de tocarla de nuevo me tiene casi abrumado por el deseo. –Probablemente no sea una buena idea. Deberíamos mantener esto estrictamente profesional de ahora en adelante. Necesitamos centrarnos en el negocio. ¿no crees? – Pero suena un poco insegura, y eso es todo lo que necesito. Me dice que es solo cuestión de tiempo para conseguir lo que quiero. Y lo que quiero es su apretado coño envuelto alrededor de mi polla, donde pueda penetrarla durante horas. Días, incluso. –Estabas tan cerca en el baño. Podía sentir tu coño agarrando mis dedos, ese pequeño clítoris hinchado latiendo al ritmo de cada latido. Estabas a punto de correrte– susurro El calor de mi aliento le pone la piel de gallina en la nuca. Conozco bien el cuerpo de una mujer, se leer todas las señales, y todo en Ximena dice a todo pulmón que necesita ser follada. Desnuda tumbada en la cama y adorada como la diosa que es –Tyler…– su voz es casi un gemido, y mi polla se endurece al instante. –¿Qué haces para divertirte, Copo de Nieve? No todo puede ser trabajo. A veces, desahogarse es algo bueno– –Para todo hay una temporada– Endereza su postura. –Y esta es nuestra temporada para concentrarnos en los negocios, no en jugar a juegos de manoseo. Estoy segura de que es un concepto extraño para ti, pero…– –Créeme que hablo muy enserio sobre Klein & Johnson. Pero los negocios son para la jornada laboral. Después del horario laboral es para jugar. Y en caso de que no te hayas dado cuenta…– paso la yema de un dedo por su columna vertebral, deteniéndome en la cinturilla de sus bragas. –Esta oscuro afuera. Y somos dos adultos que consienten– –¿Dos? – intenta contar de nuevo. La princesa de hielo se aleja un paso de mí y se dirige al dormitorio, donde contemplo por última vez su espalda y caderas desnudas antes de que cierre la puerta. Puedo imaginarla dejando que el vestido se deslice por sus largas piernas, la tela acumulándose alrededor de sus pies aún con tacones, su firme trasero cubierto solo con un trozo de encaje… Dios. Mierda. Maldita sea. Me paso los dedos por el pelo y dejo escapar un suspiro de frustración. Por un segundo, no sé si estoy frustrado porque estoy cachondo y me siento increíblemente atraído por ella, o porque está haciendo que sea imposible ganar nuestra apuesta. No. A la mierda con eso. Es solo porque la deseo. Quiero tomarla en mis brazos y entender que realmente podríamos tener algo aquí. Es tan malditamente terca. Y su sueño secreto de una boda romántica…puede que no sea su primer opción, pero quiero al menos encontrarme con ella a mitad del camino, como algo más que amigos. Solo tendré que encontrar una manera de lograr esto y mantener a todos contentos. Por ahora, voy al baño y cierro la puerta detrás de mí. No la cierro con seguro…por si acaso hay una mínima posibilidad de que Ximena cambie de opinión. Me desabrocho el cinturón y me bajo los pantalones de vestir lo suficiente para liberar mi dolorida polla. Luego me hecho un poco de su loción perfumada en la palma de la mano y empiezo a acariciarme. Su ligero aroma femenino me rodea, y las sensaciones que hormiguean a lo largo de mi columna vertebral significan que esto no tomará mucho tiempo. Por segunda vez esta semana, muevo migran mano arriba y debajo de mi pene, deseando que fuera su pequeña y delicada mano. Los recuerdos de esta noche en el baño del restaurante pasan por mi mente como un sueño erótico. Dios, estaba tan lista después de un solo minuto de provocaciones y besos. Sus rosados pezones se tensaron en pequeños capullos, cuando los chupé y lamí, se endurecieron contra mi lengua. Sabía tan dulce y emitía los mejores gemidos que jamás había escuchado. Y luego cuando deslice mis dedos en sus bragas, casi esperaba que me dijera que parara, pero no lo hizo. En cambio, separo aún más sus pies con tacones. El movimiento más pequeño posible, pero estaba tan en sintonía con ella, me di cuenta. Quería que la tocara. Lo ansiaba tanto como yo. Era cálida y húmeda, dulce, una perfección sedosa. Y cuando deslice dos dedos dentro, casi me corro en ese momento. Su coño estaba tan apretado que agarraba mis dedos y los chupaba, ávido de que la follara. Me estremezco al recordarlo. Tan perfecta. Hermosa. Inteligente. s****l. Ella es el paquete completo. Unos cuantos tirones más largos y me corro con fuerza con un gruñido. ❄︎❄︎❄︎❄︎ –¿Estás seguro de esto? – pregunta Ximena. Su mirada se dirige a las dos docenas de asistentes a la fiesta dispersos por el césped de Margarita. La gente se ríe y charla en pequeños grupos, y suena música pop en español animada en un equipo de música en el patio. La cerca de alambre separa su jardín de un taller mecánico detrás de su casa. Un solo árbol se yergue en el centro con una piñata festiva colgando de una rama. –Por supuesto. Esto va a ser genial. Vamos– la jalo hacia Margarita y la cumpleañera, Maribel. Me arrodillo frente a ella. –Wow. Treinta y seis hoy, ¿eh? – Ella niega con la cabeza, sus coletas trenzadas se balancean salvajemente. –No. ¡Tengo siete! – presume. –Ah, siete. Bueno feliz cumpleaños– le guiño un ojo y arruga la nariz. Definitivamente todavía está en la edad donde los niños son asquerosos. –Que vestido tan bonito llevas puesto hoy– Baja la vista hacia su vestido rosa fuerte con costuras decorativas color mandarina. –Gracias. Lo hizo mi mamá– le sonríe a Margarita. Cuando me pongo de pie, le doy un abrazo a Margarita. –Todo se ve genial. Gracias por invitarnos– –Por supuesto, mi amor. Gracias por venir– nos dice a Ximena y a mí. Fue un viaje de una hora hasta Jersey, pero valió la pena. –Por su puesto– repite Ximena, con una sonrisa un poco cautelosa. Obviamente esta fuera de su elemento aquí, pero hace todo lo posible por sobrellevarlo. –Por favor, diviértanse. Hay mucho para comer y hay bebidas adentro– Examino la mesa de picnic que esta tan sobrecargada que no se ve ni un centímetro del tablero. Empanadas, carne asada, arroz con pollo, un montón de cosas que no reconozco pero que estoy dispuesto a probar, y un hermoso pastel de tres leches en el centro de todo. –Hiciste suficiente para alimentar a un ejército– digo con una risita. –Mi familia tiene un gran apetito– Margarita me sonríe con ironía. Le entrego mi bolsa de regalo a Margarita. Tiene un par de libros de capítulos en español para Maribel. Se que mantener viva la cultura de su familia y asegurarse de que sus hijos sean bilingües es importante para Margarita. Es algo que ella y yo hemos hablado antes, y creo que es muy inteligente. Cualquiera que sepa dos idiomas tendrá la ventaja en el mundo de los negocios cuando llegue el momento. –Oh, no tenías que traer un regalo. Tu presencia aquí es suficiente– Niego con la cabeza. –Por supuesto que traje un regalo. ¿Qué fiesta de cumpleaños esta completa sin una gran pila de regalos? – La sonrisa de Margarita se desvanece ligeramente. –Las cosas estan un poco apretadas ahora mismo. Hice los regalos de Maribel yo misma esta año– Oh, mierda. Quería hacer un comentario juguetón y ocioso, no llamar la atención sobre la pequeña pila de regalos. –¿Está todo bien? – Margarita asiente. –Con toda la incertidumbre en el trabajo ahora mismo, estoy intentando estirar nuestro presupuesto y ahorrar algo. Por si acaso– Su mirada va de Ximena a mi como si buscara respuestas. Con seis hijos, sé que su presupuesto no tiene mucho margen de maniobra para empezar. Tomo las manos de Margarita entre las mías y las aprieto. –Todo estará bien, lo prometo. Me aseguraré de ello– Ximena se mueve incómoda a mi lado. incluso con toda la tensión s****l zumbando entre nosotros, todavía tenemos un trabajo que hacer. Y eso nunca ha sido más evidente que ahora. –Ya basta de todo eso– dice Margarita, fortaleciendo su sonrisa de nuevo. –Ustedes dos vayan a divertirse– se aleja dirigiéndose hacia su prima, a quién conocí en la fiesta de navidad del año pasado. –¿Tienes hambre? – le pregunto a Ximena. La comida huele increíble y Margarita es una cocinera increíble. Planeo probar todos los platillos de la mesa. Tal vez dos veces. Ella asiente. –Muero de hambre, en realidad, pero no estoy segura– frunce el ceño mientras mira los coloridos platos de comida humeante. –¿Qué pasa? – Mira a su alrededor. –Solo busco un cuchillo y un tenedor– Me doy cuenta de que le preocupa derramar comida sobre su costosa blusa. –Vamos, te ayudaré. La primera vez que vine aquí, le di un mordisco a un burrito y esparcí su contenido por todas partes. Perecía como si un bebe hubiera defecado sobre mi camisa de Armani. No podíamos parar de reír– Me mira con escepticismo. –Margarita me enseñó la manera correcta de doblar mi burrito. Hay un truco. Te lo mostraré– Asiente y me sigue a la mesa. Llenamos nuestros platos con carnes marinadas, cebollas asadas, arroz, frijoles y tortillas. Luego volvemos por una segunda porción de nuestros platillos favoritos. Ximena me impresiona con su apetito saludable y espíritu aventurero. Después de comer, nos reunimos y hablamos con la familia y los amigos de Margarita. Aunque Ximena dice que esta disfrutando la fiesta, y yo le creo, se queda encerrada a mi lado toda la tarde, intentando mantener una conversación educada y sonriendo nerviosamente. De todas las cosas increíbles que es, “mariposa social” no es una de ellas. Puedo decir que se siente fuera de lugar con sus sandalias de seiscientos dólares, su blusa de seda y su reloj de pulsera con incrustaciones de diamantes. Todavía no estoy seguro de por qué no se puso algo menos formal. ¿O es este el atuendo más informal que tiene en su armario? Tal vez simplemente es incapaz de vestirse de manera informal; siempre esta arreglada de pies a cabeza, el epítome de la belleza sofisticada. Ciertamente no me quejaré. Ella y yo no crecimos así, con fiestas informales en el patio, platos de papel y latas de cerveza Sauza. La buena vida definitivamente tiene sus ventajas, pero si me dan a elegir entre beber el mejor whisky solo o beber cerveza barata entre risas amistosas, siempre elegiré esta cálida sensación de familia. Mas tarde, cuando empieza el baile, guió a Ximena hacia la casa. –Ahora necesitamos unos Cubalibres– Entro, manteniendo una mano en su espalda baja para asegurarle que no la dejaré a su suerte. –Eso no es solo ron con Coca-Cola? – pregunta escéptica. –Si, pero es Coca-Cola mexicana, hecha con azúcar de verdad, no con esa mierda de jarabe de maíz falso, y el ron…Demonios, espera a probar esto– Lleno dos vasos con hielo y luego la mezcla de ron y Coca-Cola que Margarita ha preparado en una jarra grande. –Mmm– Ximena gime mientras bebe su primer sorbo gaseoso. –Salud– la miro y toco el borde de mi vaso con el suyo –¿Por? – pregunta. –Nosotros– digo, con la mirada fija en ella. –Tyler…– se muerde el labio inferior. –Sabes que esto podría no funcionar, ¿verdad? – su tono es sombrío. –Ni hablar. De hecho, tenemos que comprometernos pronto– Tal vez sea porque me siento jovial y un poco achispado, pero me mantengo firme, con los ojos aun fijos en los suyos. Me he preguntado qué tipo de propuesta planearé: una simple reunión de negocios en la que estemos de acuerdo en los términos, o una aventura romántica de rodillas en la que prometo hacer lo mejor posible para ella. Ximena mira al suelo. –Todavía no estoy lista para eso– –Lo presentía…pero podrías intentarlo– Me inclino aún más cerca, dejándola sentir el calor de mi cuerpo, mi altura elevándose sobre ella. –¿Intentarlo? – –Si, intentarlo– –¿Y cómo me propones que haga eso? – intenta sonar segura, pero su tono se ha vuelto tembloroso. Sintiéndome audaz, le sonrió. –Te apartaste anoche. Podrías besarme, tocarme, abrirte a mí, hacerme el amor– –¿Qué? ¿Aquí mismo? – Su voz se eleva y frunce el ceño. –Me conformaría con un beso– –¿Ya lo he hecho antes o lo has olvidado? – –¿Olvidado? Copo de Nieve, me masturbo a menudo recordándolo– Sus mejillas se ponen rosadas. –Hablas en serio, ¿quieres? – –Estoy hablando en serio. ¿Te incómoda saber que, por la noche, en la oscuridad, me bombeo mi polla dura al pensar en tu actitud descarada, tu boca inteligente y tus hermosas tetas? – Su boca se abre de par en par. Sus mejillas están completamente encendidas ahora. Continúo. –Un beso. Demonios, incluso puede que termines divirtiéndote hoy– la estoy provocando porque puedo decir que, aunque estaba tensa e incómoda cuando llegamos, lo ha disfrutado hoy. Solo necesitaba un poco de tiempo para sentirse como en casa. Colocando una mano en su cintura, la atraigo un poco más cerca. Su respiración se vuelve superficial y sus labios se separan, ya sea por sorpresa o porque se está preparando para mi beso, no estoy seguro. Bajo mi boca hacia la suya, sintiendo el calor de su aliento fugazmente sobre mis labios, mi pene comienza a hincharse, cuando un fuerte grito rompe el silencio. –Picadura de abeja. ¡Ya voy! – llama Margarita, cargando a una cumpleañera llorando por la cocina. Alejándome de Ximena, despejo un espacio en la encimera. –Ponla aquí– Las lágrimas se escapan de los ojos de Maribel mientras sollozos silenciosos le retuercen el pecho. –Shh. Te dejaré como nueva, princesa– le digo a Maribel. Ximena y Margarita reúnen suministros de primeros auxilios mientras distraigo a Maribel con una historia de la vez que entré en una colmena. Ximena me observa trabajar con una mirada tranquila y contemplativa, y no puedo enviar preguntarme si me habría dejado besarla. Traerla aquí no fue un error. No hace falta decir que personas como Margarita y esta niña son una de las principales razones por las que Ximena y yo tenemos que lograr esto. Tenemos que hacerlo. XIMENA. Dios mío, ver a Tyler con Margarita, y más aún, con la pequeña Maribel, fue emocionante. Necesito mantener la calma. ¿Porque si no? fácilmente podría verme perdiendo la cabeza por este hombre. ✳︎✳︎✳︎✳︎ TYLER Ximena siempre está tan bien arreglada, bien vestida con faldas y blusas a medida, con la manicura perfecta de la cabeza a los pies. Solo me dan ganas de despeinarla y ensuciarla. Actúo como si no me diera cuenta de su ropa de trabajo, pero por supuesto que me afecta. Solo soy un hombre. Un hombre que aparentemente ha hecho un voto de celibato desde que empezamos a tener citas falsas, o lo que sea que estemos haciendo. Dios, ¿Qué estamos haciendo? Cualquier viernes por la noche normal, estaría con Julián dándome vueltas cazando coños. En cambio, estoy sentado en casa en chándal con una cerveza y mi tableta, haciendo cosas que nunca hago, como investigar la genealogía sobre mi ascendencia familiar y leyendo artículos al azar en CNN. Es agradablemente relajante. Pero tener a Ximena, en mi espacio personal, en nuestro espacio compartido todo el tiempo, se está volviendo distrayentemente difícil. Como ahora mismo, está sentada en una silla del comedor, con las piernas dobladas debajo de ella, un par de gafas cuadradas de montura negra en equilibrio sobre su delicada nariz mientras mira fijamente su portátil. Es jodidamente adorable. Siempre usa sus lentes de contacto, y rara la vez la he visto así. Se siente bien saber que estar lo suficientemente cómoda como para bajar la guardia conmigo. ¿Y la camiseta Henley ajustada que abraza sus curvas, con sus pequeños botones puntuando su pecho entre sus pechos? No me hagas hablar de esos botoncitos. Quiero desabrocharle hasta el último, desnudarla para mí y mordisquear un pecho redondo y firme. –¿Qué hacemos para cenar, Copo de Nieve? – pregunto al comedor, donde está ocupada escribiendo en su portátil. –¿Mmm? – pregunta, y su mirada tarda un momento en posarse en la mía. –Son las siete– le digo. –Bueno, no sientas que tienes que quedarte en casa a atenderme. Puedes salir o lo que sea– Se muerde el labio al decir esto, y algo dentro de mi sabe que estaría de mal humor si saliera sin ella. demonios, me sentiría de la misma manera. Hay una cierta paz que viene al trabajar duro con ella toda la semana, y ahora relajarnos juntos. –Estoy en pijama. No voy a salir– me rio. –Cierto– me mira con picardía. –¿Entonces…pizza? – Normalmente come muy sano, y yo también, de hecho, pero me gusta que no le importe hacer trampa y disfrutar de algo solo porque sí. –Mmm, no lo sé– Me froto la barbilla. –Creo que esa es la verdadera prueba de un matrimonio: ¿pueden ambos ponerse de acuerdo sobre los mismos ingredientes para la pizza? – –De acuerdo– Me hace un gesto para que siga adelante. –Tu primero– Niego con la cabeza. –A la mismo tiempo– Nuestras miradas se cruzan y ella abre la boca. –Al…– empieza. –Alcachofa– digo Me sonríe. –Exactamente– –¿Y tal vez salchicha? – Se ríe. –Claro. ¿Por qué no? La variedad es la sal de la vida– Tal vez de eso se trata el matrimonio: de no ser iguales en todos los aspectos, sino de aprender a llegar a acuerdos. La convenzo para que se aleje de su computadora cuando llega la pizza, agitando la tarta caliente y dos botellas de cerveza fría frente a ella. –Dios mío, que bueno esta esto– dice momentos después, gimiendo alrededor de una rebanada de pizza estilo Nueva York. Asiento con la cabeza. ¿Quién lo diría? Las alcachofas no están nada mal. –Toma– le doy una servilleta para la mancha de salsa en su labio inferior. –¿La pille? – pregunta. –Claro que si– Disfrutemos de una segunda rebanada y del cómodo silencio se instala entre nosotros. Cuando terminamos, llevo los platos a la cocina y regreso a la sala. Ximena se lame el pulgar, reclinándose en el sofá. La estudio como un artista estudia a su musa. Todo este tiempo, sigo buscando señales, sigo preguntándome si esto realmente podría funcionar, y aunque no estoy más cerca de una respuesta, algo nuevo ha tomado forma. Me gusta estar cerca de ella. espero con ansias nuestro tiempo juntos. Antes de ponerme sentimental, decido cambiar de tema a algo más ligero. –Entonces…– Me inclino más cerca. –Este periodo de prueba, besuquearte conmigo, todo. ¿Qué piensas ahora? – –¿Objetivamente hablando? – pregunta, con la boca crispada. –Por supuesto. Me gustaría evaluar mi desempeño hasta ahora como novio falso– –No ha sido tan malo como hubiera imaginado– Su voz es suave y mira sus manos. Las palabras de Emilia sobre que Ximena siempre quiere más, enamorarse dramáticamente y dejarme llevar por sus pies resuenan fuerte en mi cabeza. Puede que no pueda dárselo todo, pero sé que puedo ser un buen codirector ejecutivo, un buen amigo y un buen amante. Si me lo permite. Tal vez no sea suficiente, pero es lo que tengo para ofrecer. –Ven aquí– murmuro, atrayéndola hacia mi regazo. Ximena obedece, sentándose a horcajadas sobre mis muslos, y coloca su centro justo en la línea con mi polla muy interesada y semierecta. Me pregunto si todavía está procesando mis palabras de la fiesta de cumpleaños cuando le pedí que lo intentara. –Mas cerca– Se desliza hacia adelante hasta que nuestros labios están a centímetros de distancia y su cálido centro está al ras de mi ingle. Me inclino y tomo su boca, comenzando suavemente al principio para no asustar a mi tímida princesa. Sus labios se abren para mí y me tomo mi tiempo, chupando sus labios y mordisqueando ligeramente. El pequeño gemido de satisfacción de Ximena hace que mi orgullo se hinche, además de otras cosas. Volviéndose atrevida, rodea sus caderas y planto ambas manos en su cintura, instándola a que se restriegue contra mí. Lo hace, más fuerte esta vez, y gruño cuando mi m*****o, ahora completamente duro, es tratado con su cálida fricción. Separando mi boca de la suya, la miro. Esas pequeñas gafas posadas sobre su nariz, su pecho sonrojado y agitado, y esos botones tentadores tensándose sobre sus pechos. Es hermosa así. –¿Qué pasa? – pregunta, ligeramente sin aliento. –¿Por qué te detuviste? – –Solo estaba pensando. Tal vez pueda ser útil– Entrecierra los ojos. –¿Qué quieres decir? – La agarro por las caderas y la acomodo justo sobre la firme cresta de mis pantalones. –Si quieres montar esto, liberar toda esa frustración del trabajo mientras te levantas y bajas sobre mi polla, me apunto– –¿Lo harías ahora? – su tono es ligero, burlón. Me encojo de hombros. –Me ofrecería como tributo. O como tu muñeco inflable personal– Se ríe, profunda y guturalmente, y es maravilloso. –¿Y dejarte ganar nuestra apuesta? De ninguna manera– niega la cabeza. Bien, entonces, llamemos al pan, pan, porque ya rompimos la regla de la primera base cuando metí mis dedos en tu delicada flor en el restaurante. –¿Crees que mi flor es delicada? – –De hecho, sí. Creo que a pesar de ese acto de chica dura que finges, en realidad eres dulce, tierna y suave por dentro– Sus mejillas se sonrojan y baja la mirada. –Sabes que no haría nada para lastimarte, ¿verdad? – Asiente sin dudarlo. Eso es bueno. Significa que está empezando a confiar en mí. Tal vez es un buen comienzo.
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