Completamente invisible.

2432 Words
XIMENA Del brazo de Tyler, vestido con esmoquin entro en Claro de Luna, un restaurante francés de cinco estrellas con vistas al río. Caracoles, caviar, manteles blancos, botellas de cien dólares, de todo. Aunque este evento es puramente de negocios, es una cena para conseguir un nuevo cliente, Tyler me trajo un ramo de peonies cuando vino a mi oficina a recogerme. Fue educado y atento y casi me hizo perdonarlo por haberme sacado de quicio el otro día. ¿A quién engaño? El hombre me saca de quicio cada cinco minutos. La anfitriona nos guía a nuestra mesa reservada, donde la señorita Arleth Osbourne, la directora de marketing de Parrish Footwear, de unos cuarenta y tantos años, ya está sentada con una copa de champán frente a ella. Luce majestuosa con su vestido de noche de gasa gris lavanda, con mangas cortas transparentes adornadas con encaje plateado: un toque sexy y sofisticado. De repente, me siento mal vestida y desaliñada con mi sencillo vestido n***o hasta la rodilla. Leí el perfil empresarial de la señorita Obsbourne en línea mientras estudiaba sobre su empresa para esta cena. Después de completar su educación en la Ivy League, consiguió un trabajo en el gigante de la moda Luxor Brands y ha estado ascendiendo en la escala corporativa desde entonces. Acaba de asumir el estimado puesto de jefa de marketing de Parrish desde el año pasado, y hasta ahora le está yendo muy bien. Talentosa, exitosa, hermosa, con una agudo instinto para los negocios, es exactamente el tipo de mujer que me esfuerzo por ser. Lo que solo hace que la perspectiva de intentar impresionarla sea más estresante. –¿Llegó temprano? Ahora parece que llegamos tarde– susurro. –Relájate, Copo de Nieve– murmura Tyler mientras me acerca la silla. Es fácil para el decirlo. ¿Cómo se mantiene siempre tan tranquilo? Estoy en el filo de la navaja entre la emoción y la ansiedad. Conseguir este nuevo cliente en primer lugar fue un increíble golpe de suerte. Si logramos cautivar a esta mujer, los contratos de su empresa nos ayudarán mucho a salir de números rojos. Klein & Johnson necesita desesperadamente que esta cena de negocios salga a la perfección. Después de que todos se dan la mano y se presentan, Tyler y yo no sentamos. El camarero nos presenta la carta de vinos y tres menús. Pido el beef bourguignon y una copa de Beaujolais noveau del año pasado. Que venga el vino tinto. El camarero se va y tomo un sorbo de agua helada para aclararme de la garganta seca. > me digo mentalmente. –Como dije antes por teléfono, Klein & Johnson está implementando actualmente un plan solido para…– –Oh, seguro que los negocios pueden esperar hasta después del plato principal– La señorita Osbourne, o Arleth como nos ha dicho que la llamemos, interrumpe con una sonrisa que dice que está claramente acostumbrada a salirse con la suya. –¿Cuánto tiempo llevan juntos? – –Eh…– ¿Cómo demonios explico que estamos en la fase de prueba de un matrimonio concertado? Empezamos a salir hace solo unos días, pero en cierto sentido, estamos como… ¿precomprometidos? Probablemente debería inventarme algo. Y tengo que hacerlo rápido porque ya he hecho una pausa demasiado larga. Pero también tengo que asegurarme de que mi mentira no se vuelve en nuestra contra más tarde. –Desde que tenemos memoria– dice Tyler, cubriendo suavemente el incómodo silencio. –Nuestros padres son amigos cercanos y socios comerciales, así que pasamos la mayor parte de nuestra infancia juntos. Estaba destinado a ser así– –Que dulce– Arleth serie con picardía, mirándonos con curiosidad. –De hecho, eso me recuerda una historia de cuando nuestras familias veraneaban juntas…– Oh, Dios, aquí viene. Tyler despliega una de sus armas secretas; una linda anécdota sobre como una vez salvó a un cachorro de ahogarse en la bahía de Shinnecock. Es un viejo cuento, salvajemente embellecido a lo largo de los años, que garantiza que las mujeres se vuelven aduladores y las bragas se deshagan. Empiezo a dejar de prestarle atención para concentrarme en la fragante comida que acaba de llegar. Dejaré que Tyler tenga su tiempo de juego por ahora. probablemente sea una buena estrategia dejar que nuestro posible cliente se tome unas copas antes de presentarle nuestro negocio de todos modos. Finalmente, Tyler termina su historia en medio de los murmullos de aprobación de Arleth. Empiezo a escuchar de nuevo cuando se inclina ligeramente hacia ella, con aires de conspiración, como si estuviera a punto de decir algo íntimo y profundo. Pero todo lo que pregunta es: –Dime, ¿por casualidad. Arleth Hope, la diseñadora de Hollywood? – Arleth se ríe. –Tú y yo sabemos que estoy demasiado mayor para que eso sea cierto. Ella era solo una niña cuando nací. Pero agradezco el intento de adulación. –¿En serio? Habría jurado lo contrario– Él le dedica una sonrisa de mil vatios. –Basta– dice ella con un tono tímido que le indica que no haga tal cosa. –Pero me sorprende que conozca ese nombre. –¿Es usted un estudiante de moda, señor Klein? – –Siempre me interesa lo que llevan puesto las mujeres hermosas…o no– –Deberías tener más cuidado con esa boca fresca tuya– dice ella, regañándolo juguetonamente. ¿Qué demonios está pasando aquí? ¿De repente me volví invisible para ellos? Completamente invisible Miro de reojo a nuestro camarero, que ha retirado los platos principales y ha preguntado dos veces si queremos postre. Parece casi tan irritado como yo, lo cual es a la vez tranquilizador y aterrador. Al menos sé que no me estoy volviendo loca, pero odio que las travesuras de Tyler y Arleth sean tan visibles. Con la forma en que se comportan, cualquiera asumiría que son viejos amigos…o tal vez incluso una pareja. Soy la excepción. Mis únicos compañeros son una copa de vino vacía y los primeros indicios de un inminente dolor de cabeza. –Lo siento– le digo al camarero. –Si, por favor, tráiganos la carta de postres. Y también la de cocteles. Gracias– Tengo que ganar tiempo para volver a encarrilar esta cena… En serio, no tengo ni idea de que esta pasando. Tyler y yo revisamos nuestra estrategia en la oficina hace unas horas: hablar de números, explicar por qué Arleth debería confiar las campañas publicitarias de su empresa a K&J y conseguir un compromiso, aunque sea informal. Pero se ha salido totalmente del guion. Han cubierto una amplia gama de temas, desde su bar de sushi favorito, que, por cierto, comparten el mismo, hasta los mejores hoteles de Las Vegas, pasando por la caída del mercado de valores del año pasado, que Parrish superó bastante bien gracias a la visión de futuro de Arleth, pero nada que ver con asegurar su negocio. Sin hechos concretos, sin argumentos persuasivos, sin reconocimiento de la maldita razón por la que vinimos aquí esta noche. Hasta ahora, no he logrado pronunciar ni una sola frase del discurso de venta que pasé tres horas preparando. Sin mencionar que la forma en que está coqueteando con ella me da ganas de vomitar. ¿No se supone que somos novios? Porque Tyler seguro como el infierno no ha estado actuando como tal. No podemos irnos esta noche hasta que tengamos una idea de si Parrish está con nosotros o no, lo que significa que tengo un largo camino por recorrer. Y lo primero que tengo que hacer es hablar con mi querido y dulce novio. Preferible en un lugar privado, donde nuestro cliente no pueda oírme arrancarle las pelotas. Reviso mi teléfono, fingiendo que lo oigo sonar, y luego interrumpo su fiesta de amor con una falsa sonrisa. –Cariño, ¿puedo robarte un momento? Mi padre me acaba de enviar un mensaje con una pregunta importante– Sin esperar respuesta, empujo mi silla y me levanto, agarrando la mano de Tyler. Lo arrastro hasta el fondo del restaurante, cerca de las puertas batientes de la cocina. Un camarero que pasa nos mira con curiosidad. –¿Qué demonios crees que estás haciendo? – gruño, tratando de mantener la voz baja a pesar de arder de rabia. Tyler parpadea sorprendido. Entonces, una sonrisa satisfecha comienza a dibujarse en su rostro. –No me digas que estás celosa de que le preste atención a otra mujer. Es tan lindo. No te preocupes Copo de Nieve. Eres la única chica a la que le tengo los ojos puestos– Lo corrijo con furia apenas contenida. –No te atrevas a intentar coquetear para salir de esta, imbécil egocéntrico. Me importa un bledo adónde van tus ojos. Estoy molesta porque estás haciendo que nuestra relación parezca una broma, y no me gusta ser el chiste. ¡Prácticamente le estabas lamiendo la salsa bearnesa de los dedos! – Pasa otro camarero. Este parece divertido. Realmente no lo culpo; debemos parecer ridículos, un par de socialites vestidos de gala y paleándose fuera de la cocina. Aprieto los dientes. Ya estoy lo suficientemente humillada y enfadada que todo me hace sentir peor. Tyler se burla de mí. –Oh, vamos. Se llama networking. Engrasar las ruedas. Ella sabe que no es nada serio. He hecho este tipo de cosas un millón de veces– ¿Por qué no me sorprende? –Eso no me hace sentir mejor. Y nuestro camarero parecía confundido en cuanto a quienes son la pareja aquí, tú y yo o tu y ella– –¿A quién le importa lo que él piense? Ella es la que maneja el dinero. Es ella a quién vinimos a impresionar– –¡Te estoy pidiendo que te importe lo que yo piense! – Parpadea. –¿Qué? Por su puesto que si…– –No, claramente no te importa, porque si lo hicieras no, estarías escuchando atentamente ahora mismo– Levanta las manos. – De acuerdo. Estoy escuchando. Solo explícame cual es el problema– Respiro hondo por la nariz, tratando de calmarme lo suficiente como para ordenar mis pensamientos. –Déjame explicártelo. Tu eres el que le dió tanta importancia a hacer una buena actuación, a mantener las apariencias, a hacer que nuestra relación pareciera real. Y ahora estás actuando como el mismo mujeriego de siempre. excepto que ahora, estoy aquí para cubrir tus daños colaterales, y es vergonzoso. Me faltaste al respeto– Sus ojos se abren de par en par. –Nunca quise…– –¡No importa! Tu intención no cambia los resultados. Tal vez nunca se te ocurrió que tendría un problema con tus tonterías. Puedo darte el beneficio de la duda. Pero estoy aquí ahora, diciéndote lo que siento. Así que, por favor, deja de hacerlo– Se cubre la boca con una mano, tirando con fuerza hacia abajo, y deja escapar un fuerte suspiro acosado. –Yo… no lo vi así. Solo estaba tratando de cortejar al cliente. Como siempre lo hago– Vaya, realmente parece sorprendido. Algo sorprendida, suavizo mi voz. –Bueno, sí estoy en tu vida, eso ya no puede suceder– –En mi vida, ¿eh? – Me observa con una expresión que no puedo descifrar. –Así que eso va en ambos sentidos, supongo. ¿yo también estoy en tu vida? – –Eso parece– suspiro. –Estamos atrapados juntos por un buen tiempo, al menos– Ahora puedo leer su rostro: los primeros destellos de esa familiar sonrisa pecaminosa. Levanta la mano, y al principio creo que es para ahuecar mi barbilla. Pero luego simplemente pasa su dedo por mi cuello, esa larga extensión de piel expuesta, hasta la curva de mi hombro. No puedo evitar estremecerme. –Lo haces sonar como una sentencia de cárcel– bromea. Sonrió. Solo un poco, pero ahí está. Se inclina aún más cerca y pregunta: –¿Estás segura de que no estas celosa en absoluto? – Mis dos copas de vino me han hecho bajar la guardia. Esa es mi excusa para, en lugar de decirle que se calle, admitir: –Quizás un poquito– Luego recupero el sentido y añado: –Pero eso no cambia mi punto original– Levanta las cejas, pero no dice nada. Mis mejillas comienzan a calentarse mientras me mira. ¿Por qué el idiota siquiera pregunta, si solo se va a quedar aquí mirándome? –¿Qué? – Estoy empezando a sentir vergüenza de nuevo, pero es diferente que antes: un cosquilleo, siento un retorcimiento de emoción en el estómago, en lugar de una opresión dolorosa y molesta. Y el tono defensivo de mi propia voz solo intensifica la sensación. –Nada. Solo estoy un poco sorprendido, eso es todo– Pongo los ojos en blanco en un intento de dejar de mirarlo fijamente. –Vamos, no me vengas con eso. Sabes el efecto que tienes en las mujeres– Esa sonrisa es completa ahora. –¿Por qué no me lo cuentas? – –No. Me niego a hacer de agente de viajes para tu ego– –Si quieres, puedo tomar mi turno primero– Antes de que pueda detenerlo, Tyler comienza a enumerar mis ventajas. – Eres la persona más inteligente y diligente que he conocido. Verte trabajar es jodidamente excitante, estas en tu elemento, serena y segura de ti misma, la forma en que tus bonitos ojos azules brillan cuando estás a punto de destrozar a un pobre idiota. No puedo evitar preguntarme si eres igual de feroz, incansable y creativa en la cama. Eres honesta hasta la exageración… ¿tu cuerpo también es honesto? ¿Llevas el placer a flor de piel? ¿O intentarías contenerte, hacerme trabajar para conseguirlo? Créeme, estoy a la altura del reto–. Sus palabras me dejan sin aliento. ¿Qué demonios acaba de pasar? ¿Y por qué tiene que hacerme sentir un hormigueo tan fuerte? El medio elogio, medio lenguaje sucio, toca un punto débil que ni siquiera sabía que tenía. O tal vez solo me siento así porque es Tyler quién dice cosas tan dulces y sucias, mirándome con tanto fervor. Su voz ronca me suaviza y me reconforta, y de repente me siento tan expuesta. Sin protección. Pero no en el mal sentido, no como una pesadilla de estar desnuda en una reunión importante, porque sé que Tyler nunca me haría daño. Nunca se aprovecharía de mi vulnerabilidad. O tal vez sí, pero solo de las maneras que secretamente deseo.
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