Despertando con un sobresalto, los ojos de Andy se abrieron de golpe e intentó observar a través de la oscuridad, pero la mano presionando sobre su boca lo aterrorizó, por lo que inmediatamente alzó sus manos intentando luchar. —Quédate quieto, brujo malvado —acusó una desconocida figura. La mano que cubría la boca del pequeño humano ejerció presión, provocando que Andy mordiera sus encías hasta sentir el característico saber metálico de la sangre y emitiera un quejido de dolor. —Hey, recuerda que debe de ser castigado ante todo por sus oscuros actos, no puedes lastimarlo ahora —expresó una femenina voz en un tono bajo. Y entonces, Petra salió de entre las sombras y se paró directamente detrás del desconocido que estaba lastimando al hombrecito. —Hizo que mi hijo se enfermera —espetó

