Shana.
Crucé el umbral de la reja y caminé los pocos metros que me separaban de la imponente residencia Morrison. Toco la puerta principal y siento el alivio de las vacaciones. Por fin podía dejar atrás la asfixiante universidad. Había organizado todo para pasar unos días con Emely y su creciente familia; después de eso, mi destino era Dubái. Mi misión ya no era una simple visita, sino una investigación encubierta para descubrir el motivo del silencio de mis hermanos.
—¡Bienvenida! —exclamó Emely al abrir la puerta. Su sonrisa iluminó el porche, y su vientre abultado era aún más prominente de lo que recordaba—. Te he extrañado muchísimo.
Con sumo cuidado, la abracé con suavidad, evitando presionarla. —Y yo a ti, Emely. Demasiado.
Le indiqué a Amin que introdujera mi equipaje en la casa
