Ikram. Los tres viajamos en nuestra limusina blindada, con destino a las oficinas centrales de Haidar y Malek. Necesitamos abordar asuntos de trabajo antes de dirigirnos a su yate. Sabemos con certeza que a esa celebración asistirán muchas personas que no aprueban ni a Shana ni a Mamá Selena. Tampoco perdonan la decisión de nuestra tía Hayat de casarse con dos hombres, desobedeciendo la orden de nuestro abuelo y eligiendo el amor antes que la obligación. Mi padre y ella son la decepción pública de nuestro abuelo y de gran parte del clan familiar. Ambos son gemelos, hijos de una mujer de espíritu libre, por lo que Mamá Abuela es, para nosotros, la figura más admirable. —¿Creéis que vendrá nuestra abuela? —pregunto a mis hermanos, rompiendo el silencio que se había instalado. —No se perde

