Local Cupcake.
Los españoles...
Olga y María no conocían toda la historia de la ruptura de nuestras parejas y aunque sentían lo ocurrido, se alegraban de que lo hubiésemos solucionado así. Llamaron a Elena y a Víctor y prometieron pasar un día con ellos.
De camino a casa ya empezaron a contarnos cómo les había ido en su relación en los últimos meses, y la verdad eran bastante felices. Nos contaron que también en Dinamarca habían tenido alguna relación con otras personas, pero no son tan liberales como aquí, y tan solo a través de páginas para swingers conseguían contactar con alguien.
Nosotros no sabíamos que eran los swingers así que al llegar a casa se conectaron a la Web y nos inscribieron. Hicimos nuestro perfil y vimos a las diferentes parejas y personas solas que allí aparecen, y la verdad es que había de todo.
Eran casi las diez de la noche, pedimos unas pizzas y pusimos una película ya que teníamos tiempo sin hacerlo. Ana estaba agotada después de una jornada de trabajo, la emoción de la visita y los últimos arreglos en la casa, así que sobre las doce cayó rendida, y eso que era viernes. Las chicas me dijeron que también se acostaban, así que desperté a Ana y nos fuimos a dormir.
Cuando me levanté habían preparado el desayuno, pero se me quitó el hambre de verlas desnudas por la casa. Comimos algo, nos duchamos y salimos a que vieran la cuidad. Durante toda la mañana no salió el tema del sexo, todo iba de maravilla, pero en la Plaza Mayor nos encontramos con Laura en un bar. Hicimos las presentaciones y nos disponíamos a marchar cuando Olga preguntó:
—¿Tú también has estado en casa de ellos? —y ante la respuesta afirmativa, comenzó una conversación que derivó en la fantasía de cualquier hombre.
Prácticamente nos obligaron a volver a casa, en el metro Laura se insinuaba a Ana de forma ostensible mientras que Olga y María me ponían en serios apuros con sus manos recorriéndome discretamente de arriba abajo. Por fin entramos en casa y directamente al dormitorio, nos desnudaron, nos tumbaron en la cama y una vez desnudas comenzaron a hacer con nosotros todo lo que las apetecía. Las danesas traían consoladores en sus maletas, yo conté tres, pero más tarde comprobé que tenían cinco.
Colocaron a Ana a cuatro patas, penetraron su trasero con uno fino y delgado que llevaba una correa para que no se saliese, en su coño introdujeron lentamente uno en forma de pene que debía medir unos 30 centímetros de largo por 5 de ancho en la cabeza, era enorme, y una vez dentro de mi chica, parecía que la llevaba al éxtasis continuo. Laura se puso delante de Ana para que la comiese su intimidad, cosa que hizo de inmediato ya que estaba tan excitada que repetía constantemente que hiciesen con ella lo que quisieran.
Olga y María comenzaron conmigo, un oral a dúo, sesenta y nueve razones imposibles de resistir, tan pronto una me la pedía en el trasero como al minuto ya tenía que cambiarla a la intimidad de la otra. Me impidieron correrme en varias ocasiones, y así me tuvieron casi una hora. Ana y Laura por su parte, seguían con su fiesta, intercambiaban posiciones, consoladores, lenguas y todo lo que tuviesen a mano. Olga se unió a ellas aportando dos nuevos consoladores de tamaño normal, uno se lo colocó en la cintura a modo de un m*****o y el segundo se lo dio a Ana. Se folló el trasero de Laura mientras ésta hacía lo propio con el de Ana, la cual tenía una mano libre que usó para joder a Olga con el tercero.
Yo las miraba y no me lo creía, le supliqué a María que me hiciese correrme para poder disfrutar más de la fiesta y lo hizo, y de qué forma. Empezó con una cubana de forma que cada vez que mi m*****o subía entre sus senos, me tocaba la punta con la lengua, así hasta que estuve a punto de correrme, pero de nuevo paró, me la cogió entre las manos, se la llevó a la boca y se la metió prácticamente entera. Comenzó a moverse muy poquito, pero haciendo gran presión con los labios, me sujetaba para que no me saliese, se movía despacio, pero segura de lo que hacía, movía la lengua y masajeándome las pelotas me llevó al orgasmo, se la tragó aún más cuando notó la corrida y no se movió hasta que no quedó ni una gota. Fue una de las corridas más placenteras que he tenido.
Después de comer varios coños seguidos y recibir las atenciones orales correspondientes me puse de nuevo en marcha, empecé por los traseros, primero Laura por viciosa, luego Ana por caprichosa, María por mamona y por último Olga. Repetí los coños en ese orden y se sortearon el final. Acabaría recibiendo mi corrida, a la que dijese la guarrada más grande. Laura propuso que me corriese en la cara de Ana mientras las danesas se repartían sus senos y ella me hacia un beso n***o.
Ana eligió a Laura para recibir la corrida en el trasero, con Olga comiéndole la intimidad al mismo tiempo que recibía un consolador manejado por María que es follada por el trasero con el consolador de cintura que maneja Ana. Las danesas se pusieron de acuerdo y dijeron que debían ser ellas las afortunadas, con un oral a dúo mientras Ana y Laura les comen el coño y se masturban con sus juguetitos.
Como el que decidía era yo, elegí la proposición de Ana por ser la más excitante para mis ojos, de modo que me la follé a cuatro patas con mucho gusto, con la atenta mirada de tres mujeres que se masturbaban mirándonos y agarrando los melones de Ana mientras la jodo bien jodida, en definitiva, corrida espectacular.
Cuando me desperté, nos habían preparado el desayuno, pero se me quitó el hambre al verlas desnudas en la cocina. Según bebía una taza de café tenía la sensación de haber vivido eso mismo antes. Pregunté a María que la apetecía hacer y me contestó:
—Habíais quedado en enseñarnos la cuidad y los bares de la Plaza Mayor, ¿no?
Me volví a la cama, desperté a Ana y la hice el amor con pasión porque después de un sueño así... como para no estar a doscientos.
¿No creéis?