Y ante mí, sus manos desprendieron esa prenda y sus pechos quedaron al descubierto, siendo la primera vez que contemplaba aquella estampa de mi esposa en público, con otras personas delante pero que, algo me decía, no era su primera vez y que, quizás, en aquel pasado que desconocía, ese era un hecho habitual y común.
La imagen, sugerente a más no poder, fue algo superior a mí, algo que no pude aguantar y, tratando de disimular la erección que empezaba a tomar forma bajo el bañador que llevaba, me lancé al agua buscando rebajar la tensión que crecía en mí, distanciarme de aquellas dos mujeres cuya desnudez me turbaba y excitaba a partes iguales.
Y allí, mientras remojaba mi cuerpo bajo el agua de la piscina, nadando de una punta a la otra tratando de figurar indiferencia ante lo que ocurr
