Otra vez él.

1419 Words
Tres días antes. Damián. Hace tres meses murió mi madre, no quería verla, tenía mucho odio hacia ella, pero el hombre que me sacó de la calle cuando ella se prostituía y drogada fue el señor Anders. Él fue el padre que nunca tuve. Él me pidió perdonar a mi madre antes de morir, pensé que no podría hacerlo, pero el señor Anders tenía razón, me alegro haber perdonado a mi madre y estar con ella en sus últimos momentos de su vida. Tengo un trauma por culpa de mi madre el cual debo de tratar. Eunice es mi novia, una chica de mi edad, simple, delicada y educada. Una chica pura, pero ni ella puedo dejar que me toque, intento superar esto, pero simplemente no puedo. Ese maldito trauma me persigue, no puedo tocar a las mujeres, me dan repugnancia, tengo seis meses con Eunice, pero tampoco a ella la puedo tocar, pero he decidido ir a terapia cuando llegue a Canadá. Estoy a punto de abordar el avión privado que me dejo mi padre. —Te voy a extrañar mucho, yo te amo, no me importa que no puedas tocarme, sé que podemos superarlo juntos, Damián. —Te prometo, Eunice, tomar terapia y cuando vuelva y reclame lo que me pertenece, podré besarte y abrazarte como tú te lo mereces. Ella me sonríe y después intenta abrazarme. Me alejo inmediatamente, aún con guantes en mis manos no puedo tocarla. —Lo siento, amor —me dice. —No te preocupes, te entiendo. Y prometo que todo será diferente cuando regrese. —Espero que te lleves bien con tu hermana. —El señor Anders me dijo que era una persona difícil, solo espero que sea alguien con educación y razonable. Me despido de Eunice y subo al avión. Me siento y espero a que el avión despegue, son ocho horas de vuelo de Alemania a Canadá y está es la primera vez que viajo en avión y salgo de Alemania. Son las cinco de la mañana. Llegaré a Canadá como a la una de la tarde. En tres meses será mi cumpleaños número 19 y espero celebrarlo con mi novia y poder darle un abrazo. Horas después. El avión aterriza y siento que mi alma regresa a mi cuerpo, durante el vuelo me sentía mal y mareado. Bajo del avión y después de pasar por el aeropuerto busco un taxi, creo que me compraré un auto. Subo al taxi y me alegra el haber encontrado uno rápido, sé que pronto será invierno y por eso quise volar antes. Sé que los vuelos se cancelan por el mal clima. Aunque en este momento hace mucho frío, es noviembre y en diciembre la temperatura es inferior a 0° C durante el día y las noches son muy frías. Durante el camino veo por la ventana, Canadá es hermoso.  Al llegar al hotel veo a un hombre esperando, creo que es la persona que Eunice contrato para mí. El taxista me ayuda con mi equipaje, eso es raro para mí. Le doy las gracias. El hombre se acerca y parece ser muy amistoso. —Buenas tardes, ¿hablamos en Alemán, Francés o inglés? —me pregunta. —Inglés es lo mejor —le digo. —Ahora, me presento, soy Carlos amigo del padre de su novia Eunice, ellos me contrataron para lo que necesite. —Es un gusto, Carlos —me limito a decir. Sé que soy frío y cortante, pero es mejor así. —Subiré su equipaje, por favor espere y lo llevaré a su habitación —me dice. Entramos a mi habitación y Carlos deja mis maletas a un lado. —Estoy a sus órdenes, ¿algo más que necesite? —Por ahora quiero estar solo, Carlos. —Mi número celular está escrito en esa libreta que esta sobre la mesa, me llama si necesita algo yo estoy en otra habitación de este mismo hotel, para atenderlo las 24 horas del día. —Está bien, gracias. Él sale de la habitación y me siento tranquilo, creo que habla mucho y estoy acostumbrado a ser una persona solitaria y callada. El señor Anders me contó que su esposa murió cuando su hija nació, sé que se llama Danielle Andrea Anders. También me dijo que sabía que se había equivocado con ella, él quería pedirle disculpas antes de morir, pero esa mujer mala hija no fue ni a su funeral. Él esperó por ella, y eso me hace detestarla sin haberla conocido aún, porque su padre lloro, espero y ella nunca llegó. Él murió llevándose la culpa y dolor con él. Esa también fue una de las razones por las que perdone a mi madre antes de morir. No creo que esa mujer me conozca o haya oído hablar de mí, pero quiero dejarle claro quien soy y reclamar lo que mi padre adoptivo dejo a mi nombre. Danielle. El tiempo pasa y son las tres de la tarde,  últimamente me he sentido un poco mal. Niego no saber lo que me pasa cuando lo sé perfectamente. Por culpa de mi padre tengo ataques de ansiedad. No quiero sentirme así ahora, porque tengo demasiado trabajo. Tocan a mi puerta y Natalie entra. —¿A dónde iremos esta noche? —me pregunta. —Está noche solo quiero quedarme en casa y comer, Natalie. —Está bien, te entiendo, ¿puedo ir contigo? No quiero estar sola en casa. —Por supuesto que puedes, podemos hacer una noche de chicas. —Entonces nos vemos en tu casa más tarde. —Natalie, quiero que te encargues el resto de la tarde, no me siento muy bien y quiero irme a casa. —Está bien, yo me encargo de todo y tú ve a descansar, llegaré más tarde a tu casa. Tomo mi bolso y Natalie se sienta en mi silla para terminar lo que yo estaba haciendo. Me despido de ella y salgo de la oficina. Durante el camino recuerdo que no tengo nada de comer en casa. Paso a comprar algunas cosas en el supermercado. Al intentar estacionarme, un idiota que venía atrás de mí golpea mi auto. Después el imbécil estaciona su auto a mi lado. Me bajo muy molesta para exigir una disculpa, pero me doy cuanta que es el mismo imbécil de esta mañana. Está cubierto de pies a cabeza, tiene mascarilla en la boca lentes y una gorra negra, ahora no puedo ver sus ojos, pero sé que es él. —Oye, golpeaste mi auto —le digo. —¿Y? ¿Qué quieres? —me dice. —Sé que eres el mismo imbécil de esta mañana, te estás vengando de mí por lo que yo lo hice esta mañana a tu auto, verdad. —Talvez —me dice. Me molesta su tono tan simple y a la vez frío y cínico. —Pídeme una disculpa. —¿Por qué tendría que hacerlo? —Por qué golpeaste mi auto. —Es un modelo del año pasado, yo el mío lo compré ayer por la mañana, tú lo chocaste y aún no escucho tus disculpas. Respiro y trato de tranquilizarme y ser madura. —Tienes razón, lo siento. Él se da la vuelta y se va. —¡Ey! Te pedí disculpas. —Lo sé, yo lo merecía. Maldito narcisista. —Tú también tienes que disculparte. —¿Por qué tendría que hacerlo? —Por qué yo me disculpé. —Tú quisiste hacerlo, yo no te obligue. Él se da la vuelta otra vez y se va. —¡Espero no volver a verte nunca más idiota! —le grito. No quiero estar ni respirar él mismo aire que él. Le diré a Natalie que compre algo para cenar y me iré a casa, no quiero encontrármelo otra vez adentro del supermercado.  Me dirijo a casa. Solo quiero tomar un baño de agua caliente y descansar. Creo que ese maldito infeliz es mi karma por lo mala persona que soy. Dios sabe que no merezco el cielo y no soy una buena alma.  Chicas, pronto continuaré la historia, es solo que quise tomarme unas vacaciones por algunos días, pero ya estoy de regreso y seguiré escribiendo para ustedes, tengo muchos proyectos en camino y sé que les gustarán mucho y gracias por darme una oportunidad, besos y abrazos. Espero que la plataforma me permita escribir dos novelas ha la vez ya que quiero avanzar. De cualquier forma, si no me lo permite, la borraré y subiré otra vez.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD