Capítulo 2: Un mal entendido

2103 Words
El hombre me comienza a besar apasionadamente, sus labios se funden contra los míos mientras su lengua comienza a jugar de manera excitante. Estaba aturdida, no podía gritar por la manera tan fuerte en la que me sostenía, intentaba moverme para que me soltara, pero cuando comenzó a deslizar un dedo desde mi abdomen hasta el elástico de mi ropa interior comencé a rendirme. Comenzó a meter su mano por debajo de mis prendas íntimas y el contacto de sus dedos con la entrada de mi intimidad me hizo comenzar a perder el control. Mi calor corporal aumentó y comencé a responder a su beso dejándome llevar por el deseo de experimentar algo nuevo mientras mi sexo comenzaba a humedecerse sin parar mientras él lo tocaba sin parar. No sabía quien era ese hombre y tampoco me importaba. Cuando la lujuria se apodera de ti, la razón deja de funcionar. Sacó sus dedos para humectarlos con su saliva sin decir ni una sola palabra y luego volvió a tocarme dejando mi boca por un momento mientras me besaba el cuello. Estaba tan mojada y su dedo se sentía tan bien abriéndose paso entre mi v****a. Comenzó a introducirlo mientras yo daba un gemido al sentirlo entrar. El morbo de la situación me estaba consumiendo.  Con su mano libre me desabrochó el sostén de la espalda y me lo sacó por arriba de mi vestido. Comenzó a besarme los senos por encima de la ropa, mordisqueando mis pezones mientras su dedo se hundía más y más dentro de mi haciendo gemir. El hombre en un arrebato bajo mi vestido sin tirantes, dejando mis senos expuestos y los tocaba con su mano disponible, haciendo énfasis en las puntas, mientras introducía un segundo dedo. —Pídeme que lo haga más fuerte. —ordenó. Su voz era ronca y masculina. Su respiración se oía entre cortada por la excitación. —Metémelos más fuerte.—Le suplique. Él introdujo el segundo dedo haciendo que me tuviese que poner una mano en la boca para no gritar de placer. Bajó lentamente sobre sus rodillas y me dejó caer la ropa hasta mis tobillos. El olor a colonia maderosa de hombre inundaba el ambiente. Él sacaba y metía los dedos por completo dentro de mi y cada vez que lo hacía yo luchaba por no gemir demasiado fuerte. Los sacó de golpe y los dejó de introducir sin decir nada. Pensé que se había detenido pero no fue así. Pasaba su lengua por mi clítoris con una experiencia innegable y la introducía dentro de mi sexo abriéndolo con los dedos mientras masajeaba mi húmedo clítoris. Los hacía cada vez mejor, hundiendo la cabeza dentro de él mientras yo recostaba contra la pared e intentaba cerrar las piernas para contenerme sin que él me dejara. Una sensación me recorrió todo el cuerpo y terminó consumiéndome en la intimidad. Creía que eso había sido un orgasmo. Y lo comprobé cuando el hombre lamía en mis piernas los restos de él. —Ahora te cogeré duro en ese sofá  —¡Vamos! —¡¿Que?! ¡Disculpa! —Pagué muy caro por ti, pero si quieres más puedo darte más. «Estoy sin palabras, yo no soy una cualquiera» El enciende la luz, y puedo verlo completamente. Él es el “Pollo frito” al que mamá y Larissa violaron con la mirada. El también me observa detenidamente. —Puedo darte más, ahora que puedo verte si lo vales, eres perfecta como te pedí. —.dice sacando su billetera y dándome mucho dinero. —¡Se equivoca yo, no soy una prostituta! —Le grito muy molesta. —Eso dicen todas, pero está bien —Ustedes las prostitutas ven esto como un trabajo “como cualquier otro” —.Dice haciendo comas con sus dedos. Tomó el dinero y se lo arrojó al rostro. —Hay muchas mujeres que trabajan de esto por necesidad, pero siempre hay machistas como usted, y nunca le daría mi virginidad a alguien como usted, me da asco. Y las mujeres no somos objetos, que eso le quede claro. Abro la puerta y salgo, dejándolo solo, por ese motivo es el que me cuido, para no tratar con idiotas como usted.                                                [Sebastián Ramsés] Estoy bajando de mi avión privado, se siente bien estar otra vez en Estados Unidos, no es mi país de origen, pero todos mis amigos y familiares viven aquí aunque todos somos latinos. Camino a la salida del aeropuerto, me siento un poco cansado del viaje, y en la salida veo una cara conocida de mi madre y mi sobrino Mario, el año pasado que me fui a España, para organizar y hacerme cargo de los nuevos hoteles y proyectos, pasé tan ocupado que no tuve mucho contacto con ellos. —Hola mamá, y mi hermano y mi mejor amigo. —Hola hijo, mírate regresaste más guapo —Y tu hermano y tu mejor amigo como siempre, trabajando. —Yo los entiendo mamá, son hombres de negocios —Sobrino, estás enorme. —Hola tío Sebastián, crecí un poco, pero solo estuviste fuera un año tío. —No importa, los extrañe mucho. —Hijo, hice una reservación en tu restaurante favorito. —Que bueno mamá, entonces vamos a desayunar. Me voy con mi sobrino y mi madre a desayunar, el chofer nos lleva al restaurante y entramos y nos sentamos en una mesa casi en el centro del restaurante, mamá se levanta para ir al baño y nos deja solos. —Sobrino y conquistaste a la chica esa rara ¿Cómo se llamaba? —Ya lo recordé Amalia. —No le digas rara, es una chica hermosa y no le he dicho que estoy enamorado de ella, no es cualquier chica, ella es diferente. —Yo no me acuerdo de ella, el día que la vi, fue antes de mi viaje y no le vi muy bien el rostro por que tenía pastel, ese día creo que cumplió 18 años ¿verdad?. —Ese día, se enojó por que yo le empuje el rostro en el pastel. —Yo te aconsejo que te busques otra chica, pero si ella te gusta te respeto. —Además que es la hija de mi mejor amigo Raúl. —Pero eso si te digo sobrino, a mi nunca me gustaría una mujer así. —Tu por qué solo ves lo superficial de una mujer tío, pero también respeto tus gustos. —Te acuerdas del antro que compré el año pasado. —Si me acuerdo. —Tu papá me esta organizando una fiesta, asi que invita a esa chica y también a otros amigos que quieras. —Era sorpresa tío, como te enteraste. —Es mi antro, pedí informes sobre él y dijeron que esta noche, un tal Raúl haría una fiesta ahí, y resulta que ese Raúl es mi amigo. —Está bien, pero no llegues tarde, y papá y Raúl se esmeraron mucho, hazte el sorprendido. —Está bien lo haré. Después de la plática con mi sobrino, regreso mamá y pedimos el desayuno, después de comer platicamos mucho, de todo lo que había hecho en este tiempo, que estuve en España, hasta que se llega la hora para irnos, mamá y mi sobrino se van con el chofer a casa, yo me voy directo a la empresa, de mi mejor amigo Raúl sé que el es mayor, tiene 43 años cuando yo solo tengo 28, hoy es mi cumpleaños, así que quiero verlo también a mi hermano Mauricio el que también es mayor como Raúl, tiene 48, yo soy el menor y el consentido. El taxi me deja en la empresa, Raúl y Mauricio son socios, asi que en este momento están trabajando juntos en un proyecto, ya quiero verlos. Entro a la empresa y le pregunto a la recepcionista: ella me conoce, es la que me follé en el baño, y después lloro cuando la rechace, amo cuando lloran por mi rechazo, ella me mala gana y me dice que pase. Entro y toco la puerta, escucho a Raúl y a mi hermano platicar en la oficina, me siento feliz de darles la sorpresa al mismo tiempo, solo escucho un ¡Pase! —Hola hombres de negocios. —Hermano. —Sebastian. Dicen los dos y me dan un abrazo, y nos sentamos los tres a platicar, y una cosa lleva a la otra y le preguntó a Raúl sobre su familia. —¿Y como esta tu familia amigo? —Me divorcié de Nadia, ella me engañó y después lo aceptó y siguió tranquila con su vida, y yo con la mía. —Lo siento por eso Raúl. —Mi sobrino ya me platicó de tu hija, dice que siempre es la misma chica aplicada número 1 de la universidad. —Mi hija Amalia, no es como su madre, a ella no le gusta maquillarse mucho, o vestirse como una chica de su edad, y tampoco le gusta decir, malas palabras. —Pienso que ella es como es, y cada quien con lo suyo. —Tienes razón, pero por cuánto tiempo te quedarás. —Solo unos meses o un año depende de los nuevos proyectos que vengan más adelante. Platico mucho tiempo con Raúl y Mauricio, pero ya es tarde, son las 12 del medio día, y también tengo que ir a la empresa de papá, y ver como están allá las cosas, mi asistente personal se fue temprano para tener un reporte listo, pero quiero ir y ver yo con mis propios ojos. Me despido y tomo un taxi, tengo que contratar un chofer, no me gusta esperar los taxis, a veces tardan demasiado. Hasta que al fin viene uno, subo y me deja en mi empresa, me siento feliz de estar aquí, me recuerda mucho a papá, el falleció pero mi hermano y yo, continuamos su legado, el trabajo mucho por esta empresa. Entro y me siento en casa, la secretaria me recibe con una sonrisa. —Es un gusto jefe. —Me alegro verte, Jocelyn. —Su asistente lo espera en su oficina con el informe de todos los empleados. —Gracias Jocelyn, te veo luego. —Nos vemos señor. Entro a la oficina y me recibe mi asistente con los informes en sus manos. —Déjalos en el escritorio de Agustín. —Está bien, señor, seguiré con mi trabajo si necesita algo me llama. —Gracias Agustín. Agustín está a punto de irse, pero tengo ganas de una putita y él me entiende perfectamente, por eso confío en él, tiene 25 años y yo pagué su universidad por que pienso que tiene un potencial increíble, algún día dirigirá mi empresa. —Agustin. —Si señor. —Te acuerdas del número de aquel hombre para pedir —bueno, tú ya sabes. —Sí, señor, le llamo y se lo comunico de inmediato. —Gracias Agustín ya puedes irte. Agustín sale de mi oficina y me quedo solo, me siento, y empiezo a revisar archivos en mi computadora, y reviso una llamada, Agustín es el mejor asistente de todos. —Hola como estás Sebastián, tenía mucho sin saber de ti. —Bien Samuel y tú. —Yo feliz de hablar con uno de mis mejores clientes. —Necesito una chica que me pueda complacer esta noche. —Tu describela yo la busco como tal. —Esta vez la quiero diferente, quiero que tenga un culo normal, ni grande ni pequeño, y lo mismo con sus tetas que no sean medianas, y la edad la quiero de unos 18, 19 o 20 años no más que de esa edad, y que sea baja de estatura, siempre estoy con chicas altas, esta vez quiero una de mediana estatura, y si no es mucho pedir que sea virgen nunca he estado con una virgen, o si no es virgen, que este un poco apretada, tu me entiendes ¿verdad? —Entendido y apuntado, yo la consigo ¿Para qué horas la quieres? —Te acuerdas de mi antro. —Claro que sí. —Entonces la quiero ahí a las 9 a mas tardar, el número de el cuarto privado es número 7, y la esperaré ahí, mi hermano y mi mejor amigo, me organizarán una fiesta ahí esta noche, y ese tipo de fiestas no me gustan, asi que busco algo con que entretenerme antes, ya que la fiesta es a las 10 de la noche. —Está bien Sebastián, la tendrás a esa hora y justo como la quieres. —Gracias Samuel, sé que tú nunca me decepcionas. —Claro que no Sebastián, tú solo déjate sorprender.  
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