Una vez que el gallina de Shan se ha marchado, Kublai vuelve a repasar cada paso de su plan. Esa misma noche piensa matar a Godo. Recuerda muy bien la rutina y los horarios que tiene. No hay posibilidad de que falle su plan. Incluso tiene los tiempos bien controlados. La idea comenzó a rondarle en la cabeza, hasta convertirse en una sombra que le seguía día y noche pero la decisión final la tomó al ver que Onan no regresaría jamás. Ya ha caído la noche y termina de alistarse. Guarda las cuchillas que ha estado afilado con sus propias manos, cuando inesperadamente llega Tito, viene agitado como si hubiera corrido todo el trayecto. —¡Zaco viene para acá! —¿Y eso? Kublai seguía en lo suyo. —Viene a retarte al Sexta. Kublai dejó caer la cuchilla. Como todo el mundo, sabe que no puede

