Ella asintió. —Tengo esa locura. Mi madre y mis compañeros de la prepa pensaban que estaba loca. Gracias a Dios por internet, donde puedo conocer a otras locas con una adicción similar.
—¿Fue ahí donde conociste a…?
—Heather y Lesley, sí —dijo, haciendo una mueca—. Nos conocimos por internet, y luego íbamos todas juntas a la misma universidad, así que llevamos unas semanas juntas. No sé si me caen bien, pero bueno, estoy un poco obligada a estar con ellas este fin de semana.
Sabía a ciencia cierta que no me gustaban. Claro que puedes criticar a tus amigos cuando hacen una estupidez o se equivocan. Yo se lo hacía a mis amigos todo el tiempo, igual que ellos a mí. Esos dos parecían menos propensos a burlarse de Ashley, y más a menospreciarla para quedar mejor. Conocía a ese tipo de gente de la universidad. Entonces tampoco tenía tiempo para ellos.
—Entonces, ¿cuál es tu adicción, papá?
Me sobresalté y fue mi turno de sonrojarme un poco.
—No creo que haya ningún riesgo de que te pidan que te vayas así que no necesitas llamarme así ahora.
—Ah, ya lo sé, pero no me has dicho tu nombre. Eres solo el tipo al que casi mato.
Negué con la cabeza. ¡Dios mío!, ni siquiera le había dicho mi nombre. Al parecer, la senilidad debía de estar apareciendo.
—Mi nombre es…
Extendió la mano por encima de la mesa y me puso un dedo en los labios. Estaba caliente y noté un ligero sabor a sal y kétchup.
—No. Ahora eres mi papá. Perdiste la oportunidad de decirme tu verdadero nombre. Si seguimos hablando al final de esta estafa, puedes decirme tu verdadero nombre. Por ahora, es papá.
En ese momento me alegré de tener la mesa, que cubría mi erección, que crecía rápidamente. El sexo entre padre e hija siempre fue uno de mis fetiches no realizados. Mi esposa nunca estuvo interesada y lo consideraba raro. Y ahora tenía a una sexy pelirroja de 19 años llamándome papá con una sonrisa malcriada. Este iba a ser un fin de semana interesante, y posiblemente muy doloroso.
—He aprendido a elegir cuidadosamente mis peleas con las pelirrojas —dije, encogiéndome de hombros en señal de derrota.
—Bien dicho, papá —dijo—. Entonces, ¿cuál es tu vicio?… los cómics, claro.
Oh, sí, ella iba a ser una molestia entretenida este fin de semana.
La siguiente hora la pasamos discutiendo los méritos de diferentes personajes y cómics. Se iluminó cuando le dije que me encantaba Batgirl, pero frunció el ceño cuando le dije que prefería a Cassandra Cain antes que a Barbara Gordan. Se sintió obligada a defender la hermandad pelirroja con detenimiento. Sinceramente, no recuerdo la última vez que me reí y me relajé tanto. Me entristeció mucho cuando vibró su teléfono, lo miró y frunció el ceño.
—Se preguntan si estoy muerta. Debería irme. Hay una fiesta en un bar que me pierdo —dijo, mientras se ponía el abrigo—. La verdad es que preferiría quedarme. Ha sido divertido.
—Igualmente. Han sido un par de años difíciles, así que esto ha sido bastante agradable.
Ella me miró inclinando la cabeza como si quisiera preguntar más, pero decidió que no era el momento.
—¿Grandes planes para el resto de la noche?
—Papá ya es mayor —dije—. Creo que me voy a dar un baño en el jacuzzi una hora y luego a dormir.
—Mira, ahora me arrepiento muchísimo de haber ido —dijo Ashley. Lo dijo con un tono que me hacía dudar si hablaba en serio o solo bromeaba. Era una habilidad impresionante para su edad. O quizás todas la tenían y yo no estaba acostumbrada a prestar atención.
—Seguro que te divertirás mucho —dije. Y entonces, tuve un momento de "¡A la mierda!". Metí la mano en el bolsillo y saqué mi teléfono. Saqué mi número y se lo enseñé.
—Hazme un favor y escríbeme cuando llegues sano y salvo a tu habitación. Los papás nos preocupamos por nuestras hijas en la gran ciudad.
Sonrió, tomó una foto rápida del número y se aseguró de leerlo. Luego se guardó el teléfono en el bolsillo y se lo echó al hombro. Entonces, por impulso, se inclinó y me besó en la mejilla.
—¿Sabes que acabas de desperdiciar la oportunidad de deshacerte de mí por la estafa? Podrías haberte escondido de la pelirroja torpe y divagante, pero ahora tienes que lidiar conmigo todo el fin de semana.
—Me las arreglaré.
—Tengo muchas ganas de descubrirlo —dijo, y salió del salón. Justo antes de irse, se detuvo, me miró con una sonrisa. Y luego gritó lo suficientemente alto como para que la mayoría de los clientes la oyeran.
—¡Gracias por la cena, papá. ¡Hasta luego! —Y se fue.
Algunos clientes me miraron fijamente. Los ignoré, dejé dinero para la comida, me levanté y fui a mi habitación a cambiarme para el jacuzzi, preguntándome en qué me había metido.
***
Dormí como un tronco, despertándomo solo un instante alrededor de la 1:30 cuando sonó mi teléfono. Era un mensaje.
—Sana y salva de vuelta en el hotel, papá. —Y luego apareció una foto de ella tumbada en la cama. Parecía bastante modesta… llevaba un camisón con Batgirl y le habían quitado todo el maquillaje. Pero eso no la hacía menos adorable.
—Buena chica —le respondí—. Te veo mañana. —Luego me volví a dormir.
Fue solo después de despertarme 7 horas después que se me ocurrió que quizá quería hablar más, enviar mensajes de texto o algo así. Claro que me dio una sensación un poco inquietante que no pude quitarme, así que me alegré de no haberlo hecho.
Una ducha rápida, una encuesta sobre qué camiseta friki usar ese día (opté por una de Batgirl de la serie animada) y reponer provisiones esenciales: una botella de agua, barritas de granola y frutos secos. Revisé mi cartera para ver si necesitaba sacar algo de la caja fuerte de la habitación. Los daños del primer día no fueron tan graves, pero un poco de dinero extra no vendría mal.
Miré el frasco de pastillas con los antidepresivos. Me sentía bien. Consideré brevemente la idea de no tomarlos, pero luego recordé que estar en medio de una convención de cómics gigante sería un lugar terrible para deprimirse de repente. Tomé la pastilla.
Cogí el teléfono del cargador y pensé en escribirle a Ashley. De repente, tenía 15 años y me preguntaba si debía invitar a salir a la chica guapa de mi clase. Esas cosas rara vez me salían bien en aquel entonces.
"Al diablo con todo", pensé.
—Nos vemos en la convención. Espero con ansias tu cosplay.
Inofensivo. No es espeluznante.
Cojeé hasta mi bastón, lo agarré y salí por la puerta.
***
Había estado en la convención por poco más de una hora y no estaba para nada revisando mi teléfono cada cinco minutos en busca de un mensaje de texto cuando finalmente había uno.
—Por fin entré :(. La fila era una locura y mis perras compañeras de cuarto durmieron hasta tarde. ¿Dónde estás?
—Callejón de los artistas —respondí.
—Genial. Me quedaré con ellos una hora más o menos. Iré a buscarte. Avísame si te vas de esa zona.
—No hay problema.
Pasear por el Artist Alley en una convención fue lo más fácil del mundo para mí. Me pusieron en una sala llena de artistas que vendían libros, grabados y obras de arte y estaba en mi versión del paraíso. El único reto fue no gastarme todo el dinero.
Me lo estaba pasando bien. Charlaba con un artista sobre su último libro y miraba algunas de las páginas que tenía a la venta. Eto explica por qué no la vi acercarse por detrás. Solo cuando el artista apartó la mirada y dijo: «Esa Batichica es genial», me di la vuelta.
Hay todo tipos de Batgirls. Puedes optar por el gris y amarillo clásico de los 70 y 80. Puedes usar el traje blindado. El de la serie animada. El traje hípster de Burnside.
Ashley decidió que eran demasiado conservadores y optó por la versión Bombshell. Es decir: unas Doc Martens amarillas hasta la rodilla, pantalones de paracaídas morados, un cinturón multiusos, un corsé morado que realzaba sus pechos, dándole un escote discreto y dejando su abdomen al descubierto, una capa amarilla y morada, y una gorra de aviador morada con gafas protectoras. Llevaba el pelo rojo recogido en una coleta por detrás de la gorra.
Por suerte, la artista con la que hablaba no podía verme la cara, así que me quedé boquiabierta. Era una bomba y lo sabía. Me quedé sin palabras.
Ashley sonrió ante mi reacción, pero decidió no revelarme ante todo el mundo como el pervertido lascivo que temía ser.
—Oye, papá. ¿Estás ahí? ¿Ya gastaste todo nuestro dinero?
Logré recomponerme antes de hablar. —Todavía no —dije—. ¿Has estado luchando contra los chicos toda la mañana?
—Solo unos pocos, y un par de chicas. Pero me he portado bien.
Sí, ella iba a ser mi perdición. El artista con el que había estado hablando me preguntó si podía sacarse una foto con ella. Ella aceptó. No estoy seguro de que creyera que yo era su padre, pero no se arriesgó y mantuvo las manos visibles todo el tiempo.
Caminamos por el pasillo lleno de gente, ella enlazó su brazo con el mío y comenzó a reírse.
—Pensé que ibas a sufrir un derrame cerebral.
—No estoy seguro de estar completamente fuera de peligro. Te ves increíble.
Ella sonrió. —Gracias, papá. Pensé que te gustaría.
Paseamos por el Artist Alley, charlando sobre las diferentes cosas que había en las mesas y parando con frecuencia para que Ashley pudiera posar para una foto. Lo pasamos bien, pero mi rodilla necesitaba un descanso y me apetecía comer algo. Encontrar sitio iba a ser imposible, así que me dirigí hacia la pared del fondo del centro de convenciones. Había muchos otros con la misma idea, ya sea tomándose un descanso, comiendo algo o mirando sus teléfonos, pero logré encontrar un sitio y me senté en el suelo. Estiré mi pierna lastimada y me la masajeé suavemente. Ashley parecía preocupada y se encorvó a mi lado.
—¿Estás bien, papá?
Decidí que nunca dejaría de emocionarme al oírla decir eso.
—Estoy bien. Solo soy un anciano y necesito un descanso y algo de comer. Puedes irte si quieres y pasar el rato con tus amigos.
Hizo un puchero. —¿Intentas deshacerte de mí? ¡Ni hablar! —dijo, y se desplomó en un montón desgarbado junto a mí. Luego metió la mano en su cinturón y sacó unas barritas de granola y agua.
—Qué inteligente —dije con admiración.
—Tengo mis momentos —dijo.