Afortunadamente para Valery , su doncella apareció justo en el momento en que el conde le anunciaba su descarado ultimátum, salvándole de dar una respuesta y de seguir haciendo el ridículo. El se marchó después de solicitarle un baile, y la dejó allí, con la cabeza y el corazón hecho un auténtico caos. Estaba segura de que él, ya se había percatado de la reticencia que mostró, cuando este le sugería alguna posible candidata a ser su esposa. Se había delatado desastrosamente buscando cualquier excusa para descartar a las damas que proponía. Todo el rato había sentido un calambre en el estómago y un inusitado deseo de abofetear a cada una de esas mujeres. «...Estaba patéticamente celosa… ...Y ridículamente feliz, al pensar en sus palabras finales...» Con cada fibra de su ser, deseaba ser esa

