Capítulo Once
Durante dos días, abrimos hombres, aserramos huesos, cosimos heridas y comimos pan, queso y algún tipo de carne enlatada con nuestros dedos ensangrentados. La hermana Camilla le puso guantes de goma al Capitán Buenaventura y lo puso a trabajar para lavar las heridas, mientras sus hombres llevaban a los muertos y los reemplazaban por los heridos. Los heridos menos graves esperaron en las celdas cercanas a una mesa libre.
Nos turnamos para tomar siestas cortas en el suelo. A veces, el grito de un hombre bajo el cuchillo nos despertaba. Comíamos trozos de pan y queso, bebíamos un trago de vino y volvíamos al trabajo con un cuchillo, una sierra o una aguja. Fue todo lo mismo después de un tiempo; Corrimos en automático, cayendo en una rutina que casi podíamos realizar con los o
