Prefacio:
Damián Rhodes.
―Mi padre siempre me enseñó, que las mujeres solo eran un intercambio, uno donde tú las mantienes como reina y ellas debían darte hijos, para aparentar ante la sociedad que era la mejor esposa del mundo. Vi cómo sufrió mi madre por amor, siempre tratando de aparentar que amaba a mi padre, cuando no era así, siempre me decía que el día que contrajera matrimonio lo hiciera por amor, que buscara ese algo que ella jamás había tenido. Me hizo prometer que jamás me casaría con una mujer que fuera frívola, mentirosa, calculadora y que solo buscara mi dinero. “Que ingenuo fui” precisamente eso fue lo que encontré en Catalina Bennett, una mujer de la cual me enamore sin pensar que solo lo estaba haciendo por comodidad, la salvara de la ruina y lo que es peor ¡Enamorada de otro!
Cuando me enamore por primera vez, no me fue permitido, ya que no era la mujer correcta para mí según mi padre, cuando me enamore por segunda vez bueno era la correcta, solo que ahora su padre fue el que no quiso que me acerca a su hija, para él yo no era el correcto para su hija. Pero cuando conocí a Catalina, fue como un flechazo a la primera, era la joven más hermosa que yo hubiera visto, el hecho de que en esa tienda se me hubiera enfrentado, con su cara de ángel hizo que mi corazón latiera, como hace mucho no lo hacía.
Catalina Bennett, en ese momento se convirtió en la mujer correcta para mí, cuando hable con sus padres y con ella misma, a mi parecer aceptaron gustosos y ella al parecer hasta me amaba, fingía tan bien, que le creí, realmente le creí que iba a formar una hermosa familia, como la que mi madre, siempre quiso que tuviera. Pero solo me engaño, me humillo, me destrozo el corazón y el alma entera, solo me hizo ilusionarme con que realmente llegara a quererme. Por esa razón, la haré pagar por su desamor, por haberme visto la cara, por romper mi alma, la haré pagar por cada una de sus humillaciones, porque saco el león de su jaula y tentó al diablo para que la arrastrara el infierno.