Capítulo 15

1121 Words
Cuando esto acabó nos tumbamos en la cama, a diferencia de Sharon, yo estaba completamente desnudo. Estábamos recuperando el aliento, luego de tan fuerte faena. —¡Estuviste increíble! —me dijo Sharon con una gran sonrisa en sus labios. —Me alegra que te haya gustado, porque fue la última vez —le dije viendo al techo. Ella comenzó a reír. —¿Por qué dices eso? —dijo con un tono burlón. —Porque es cierto. —¿A qué te refieres? —dijo ella cambiando un poco su tono de voz. —Solo que debemos dejarlo hasta aquí —mi voz sonó un poco triste. —¿Estás bromeando verdad? —Quisiera decirte que sí, pero no. —¿Por qué haces esto? ¿Es por esa…mujer? —dijo Sharon cerrando los ojos para contenerse. —¿Cuál mujer? Te refieres a la mujer que conozco desde hace veinticuatro horas. —¿Entonces? ¿Por qué lo haces? —¿Por qué tu no me amas? —¿De donde sacas eso? ¡Claro que te amo! ¿Lo dices es por la escena de anoche? —No, no es eso. —¿Entonces? —No quiero hablar de eso, solo te voy a decir que lo sé todo. —¿Qué sabes qué? —¡Lo sé todo Sharon, lo tuyo con Tony! —le dije sacándolo de mi garganta —así que es todo —dije en el momento que me levanté y buscaba mis calzoncillos. Luego que estaba vestido. Ella se quedó petrificada, se le había ido el habla por un momento. —¿De que hablas? —volvió a decir, pero con palabras ahogadas. —No tienes que disimular más. —Lo que te haya dicho Tony de mí… —Yo los vi, cuando estaban en la cocina, la puerta de tu apartamento, la dejaste abierta. Ella agrandó sus ojos, dándose por vencida en su argumento. —Amor… —Vete —le dije dándome la espalda. —¿Y esos rasguños que tienes en la espalda? ¿Dónde está? Te la das de angelito y mira. —Si es verdad, estuve con otra, pero fue después de enterarme. —Eres un descarado. —No es lo mismo, pero si es lo que quieres pensar, no hay problemas. —¿Dónde está? ¡se que estas aquí perra! Sal La puerta del closet se abrió de par en par. —¿Qué quieres de mí? —le dijo Miriam a Sharon en ese momento. Sharon había quedado petrificada sin habla, quizás había esperado que todo hubiese sido mentira y que ninguna mujer saliera de allí en ese momento, pero no fue así. Luego me miró, sus ojos estaban como huevo frito, y su boca algo curveada. —¡Que decepción! —dijo colocando la mano frente a mí como si formara una barrera invisible entre los dos, saliendo de la habitación. Miriam también me miró en ese momento, al parecer el espectáculo que acababa de ver no fue de su agrado. —¡Nos vemos en la oficina! señor Borbons —dijo mirándome por el rabillo del ojo, a la altura de mis piernas, no se atrevía a verme a los ojos. —Miriam —le dije sujetándole el brazo. —Soy la señorita Drew, por favor suélteme. —Por favor. —Nunca imagine que usted me hiciese esto, y sea lo que sea que le hayan hecho, lo tiene merecido. Pero el momento fue interrumpido, cuando en la planta baja se empezaron a escuchar ruidos de cosas rompiéndose. —Espera —le dije —sal por aquí —mostrándole otra puerta que estaba oculta a través de las cortinas —esto da hacia la salida trasera, no quiero que te vayas a lastimar. —No tengo miedo, pero si puedo evitar —me dijo, mirando siempre al frente. La vi perderse a través de la puerta, resoplé profundo, mantuve la respiración y luego lo bote todo, como si sacara malas energías de mí. Salí de la habitación, y entre rápidamente cuando una tasa de café dio contra la pared. —¡Tienes que calmarte! —grité —¡Saca a la maldita perra esa! —¡Cálmate! ¡te vas hacer daño! —¡Me engañaste! —¡Tu igual! —Pero yo te amo —me dijo, se escuchaba llanto en sus palabras. —¿Cómo puedes amarme y engañarme? Pero en ese momento caí de nuevo al piso, la cabeza me dolía, veía todo de lado, no podía moverme, se eschaban pasos a través de la escalera. —¡Rodrigo! ¡Rodrigo! —era la voz de Sharon, pero todo estaba oscureciendo. —¡Rodrigo! ¡Rodrigo! —¿Por qué no ha despertado? —No lo sé doctora —era la voz diferente. Había dos mujeres hablando, una voz era suave, y la otra era una voz conocida. —Allí esta, lo tenemos de vuelta —dijo la voz conocida, en el momento que una imagen se iba aclarando, todo estaba borroso. Sostenía una intensa luz en su mano, que la colocaba a nivel de mis ojos, mientras con su mano abría mi ojo, yo estaba inmóvil, quería decir algo, pero no sabía como usar mi lengua. —¿No te levantas hoy? —me dijo la mujer —soy la doctora Esther tu doctora ¿Me recuerdas? —No se nota actividad emocional presente en su hemisferio izquierdo doctora —dijo la otra mujer, la cual la seguía con la mirada. —Mira te esta siguiendo —dijo la doctora Esther. —¿Es normal? —A veces hay impulsos en el cuerpo, que no necesitan sentimientos —dijo ella mientras la luz desaparecía de sus manos, mi vista estaba aclarando un poco, mire a los lados, estaba en una especie de habitación de un hospital, había muchas maquinas conectadas en mi cuerpo. —No podría entender como sería quedarme sin sentimientos —dijo la otra doctora, era una chica rubia, muy joven, llevaba bata blanca tenía un gafete en la bata que decía: doctora Vals. —No te quedas sin sentimientos, es una supresión temporal. —Bueno igual —dijo ella. —¡Bueno Rodrigo! Aumentaremos la intensidad —me dijo en el momento que mis ojos se fueron cerrando de nuevo, estaba pasando a través de un túnel, me encontraba frente a un espejo, y ese espejo empezó a multiplicarse, había muchos reflejos de mi en poses diferentes, pero todos tenían algo en común, todos estaban tristes, todos mis reflejos empezaron a caminar hacía mí, los cristales se iban rompiendo, yo tapaba mis ojos con mis manos, cuando me iban tocando, la tristeza se iba apoderando de mí.
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