Capítulo 8

1711 Words
Cuando iba llegando al rellano, estaba Pit esperándome con cara de preocupación. —¿Sucede algo señor Borbons? —No, todo esta bien —le dije moviendo la mano de izquierda a derecha, haciendo un gesto de negación. —¿Seguro? Es mejor que vayamos a ver un doctor. —No te preocupes, estoy bien de verdad. —Voy a subir y consultar con la señorita Sharon —me dijo. —¡TE DIJE QUE ESTOY BIEN! —le grité, y no era mi intención —lo siento, te digo que estoy bien, vamos a casa, voy a cambiarme esta ropa para ir a la oficina. —Pit no volvió a insistir. El camino fue silencioso, Pit solo conducía, mientras miraba a lo lejos la naturaleza en su esplendor, tratando de entender la vida, tratando de entender las cosas, viendo la vida a través de un cristal sólido, viendo hacia el horizonte, hablando conmigo mismo. Traté de pensar para mí sin emitir sonido «¿Quién eres?» Me pregunté Nada sonó, ya la voz había desaparecido dejándome solamente dolor. Tomé mi teléfono, buscando el número de mi abogado. —¡Hola Rodrigo! ¿A que se debe el honor de tu llamada? —Hola Billy, necesito reunirme contigo lo más pronto posible. —Estoy en los ángeles, pero ¿Qué es tan urgente? —Tan urgente como para que tomes el primer vuelo. —¡Entendido! Guardé el teléfono en mi bolsillo, mientras Pit me veía por el retrovisor. —De ahora en adelante, estarás conmigo a todos lados, serás mi sombra —le dije. El solo se quedó callado, «quizás algo incrédulo. Ya estábamos llegando a mi residencia principal, en la zona norte de Burbar, donde se levantaba una gran entrada larga de no menos de seis hectáreas, poblado de árboles de lado a lado, por un camino algo estrecho donde se debía conducir al menos un minuto para llegar a la casa, Pit abrió la ventanilla, ya que mi casa tenía el mejor sistema de seguridad conocido, solo se autorizaba la entrada por voz, siempre me gustó la privacidad, y más viendo películas de acción donde siempre te traicionaban tus hombres más fieles de seguridad, yo solo contaba con un infalible software. —¡Abre la puerta! —le dije a un sensor que estaba cerca de la ventanilla, el cual estaba entre arbustos, que si no sabías que estaba allí nunca lo sabrías. Las puertas de abrieron poco a poco de par en par. Cuando entrabas por las puertas, el software contaba con un algoritmo el cual escaneaba la camioneta, en busca de amenazas o personas no deseadas, hasta ahora no tenía una persona no deseada, pero ya se me estaban ocurriendo dos. Pit se quedó en la camioneta aparcado frente a la casa, la cual se asemejaba a un mini castillo, como mi fuerte eran las edificaciones, mandé a fabricar la casa más perfecta y placentera que cubriera mis necesidades, no era tan grande, solo contaba con doce alcobas principales, y dos de huéspedes, sauna, gimnasio, lugar de entretenimiento; el cual incluía mesa de pool, mesa de ping pong, sala de boliche, y un gran bar que daba a la piscina con un inmenso televisor. Pero ahora todo esto lo iba a disfrutar solo, la verdad no entendía que había de malo en mí, cuando levanté el rostro en la entrada principal las lamparás habían sido fabricado con joyas reales, y pensaban que iban acabar conmigo.  Saqué mi teléfono con el cual encendí la cafetera con solo usar el táctil. Fui a mi habitación, todo estaba impecable como siempre, abrí una puerta donde entraba a un closet, eligiendo un traje al azar, me lo cambié rápidamente, me coloqué perfume, me peiné lo mejor que pude. Cuando salí, había un gran espejo, me miré, me veía bien. salí directo a la cocina, ya el aroma de café iba impregnando todo el lugar. Tome la tasa de café que ya se había llenado, y me recosté al fino mesón de granito, mientras veía a través de la ventana, a lo lejos se veía unas grandes montañas como si fuera un valle, motivo por el cual había adquirido esta ubicación. Luego de tomar el café salí, Pit estaba montado en la camioneta, hice un movimiento con mi mano para que se quedará allí, de vez en cuando no me gustaban esas atenciones innecesarias. Nos dirigimos a la oficina, cuando mi teléfono sonó de nuevo. —¡Hola! Estaba un poco ocupado amigo —era Tony. Me quedé un poco pensativo, solo escuchaba su voz, y sentía que quería gritarle, o solo colgarle, no se merecía ni un saludo de mi parte. —¡Hola Tony no te preocupes! —¿Qué tal si nos vemos mañana? —Yo te llamo más tarde para agendar. —Debes sacar un hueco en tu agenda para tu mejor amigo. —¡Claro! Mi mejor amigo. —¿O ya no lo soy? —Mira estoy ocupado —le dije, no quería responder esa pregunta, no podía ser tan falso como ellos —te llamo luego. Cuando colgué, mis ojos estaban un poco empañados, como si él fuese sido mi otra novia o algo por el estilo. —¿Esta bien señor? —Si Pit solo conduce. Al llegar a la oficina, muchos se iban apartando mientras yo pasaba, no era mi intención ser así, pero debía demostrar autoridad frente a mis empleados. Quizás ese día mi cara tenía la peor expresión de todas. Cuando llegué a mi oficina Tarsi me estaba recibiendo al pie de mi oficina, llevaba una carpeta en su mano. —Buenos dias señor Borbons ­—y se sorprendió cuando Pit iba a mi lado, se le quedó viendo como si fuese una gran mancha en mi traje. —¡Oh! A partir de hoy Pit trabajará con nosotros —le dije. Tarsi colocó una sonrisa fingida. —Y cual trabajo tendrá el joven… —Piter Storm —dijo Pit levantando la mano. —Tranquila ya encontrarás algo en lo que sea útil ¿Cómo va la búsqueda de mis secretarias? —Si, hay dos posibles candidatas aquí —dijo mostrándome la carpeta. —¿Qué piensas tu Pit? —le dije mientras le entregaba la carpeta. Pit se puso algo rojo de repente. —¡Eh… la verdad no se! —la carpeta se le cayó al suelo, mientras una mujer de bonita sonrisa se asomó de repente, fuera de la carpeta. Me agaché tomando la foto mostrándosela a Tarsi. —La quiero a ella —le dije. —Pero señor Borbons… —Bueno, está decidido. Tarsi me veía con ojos de incredulidad, y pues la verdad tenía razón, nunca elegia a las personas al azar, siempre pasaban por un rigoroso proceso de análisis de data e información, solamente para ser entrevistados, por una persona de recursos humanos, luego se hacía una pre selección donde incluía experiencia, estudios y otras cualidades que se iban destacando. Las dos personas en esa carpeta estaban más que calificadas, pues se habían elegidos de veinticuatro candidatas. Y yo solo estaba tomando al azar el destino de alguna de las dos chicas sin haberlo estudiado. Pero había tenido una corazonada al ver esa foto salir así de repente.  Tarsi trató de articular una palabra, pero la vi fijamente y no dijo nada, solo se conformó con mover los labios. —¡Ah! Y la quiero aquí en una hora —le dije antes de voltearme. —Inmediatamente me comunico con ella. —Una hora. Cuando dije esto salió corriendo inmediatamente a su escritorio tomando su teléfono. Al entrar a la oficina me senté en mi silla, dando la espalda, viendo por el gran ventanal, que me mostraba muchos edificios, que se iban elevando, muchos de ellos, lo habíamos construido o remodelado nosotros. No habían pasado ni quince minutos, cuando el teléfono de mi oficina sonó. —La señorita Miriam Drew está aquí señor Borbons —la voz de Tarsi se escuchó a través del intercomunicador. —Muy bien que pase. Cuando la puerta se abrió, entró Tarsi con una linda joven de piel morena, bonita sonrisa, llevaba un vestido corto para mi gusto, lo cual mostraba sus hermosas piernas, iba muy maquillada para la ocasión, llevaba un bolso a un lado. —Aquí esta la señorita Miriam —dijo Tarsi examinándola de arriba abajo, como si fuese algo repulsivo, lo cual me dio mucha risa en el momento. Me levanté de mi asiento, y salí de mi escritorio. —Señorita… Drew —me ayudé leyendo un poco la carpeta que tenía en el escritorio. —Si un placer. —Gracias —le dije a Tarsi, para que se marchara. —Disculpe que venga vestida así, pero no me daba tiempo de ir a mi casa a cambiarme y venir en el tiempo estipulado. —No se preocupe, yo fui quien me precipité. Ella inmediatamente pasó su mano por su cabello hasta colocarlo detrás de su oreja, mostrando unos bonitos aretes de un globo ocular, el cual me dejó al momento un poco hipnotizado, tenía una boca pequeña, y labios algo esponjosos, sus ojos eran entre amarillos y verdes, su nariz era pequeña y perfilada, era delgada, pero de grandes piernas, las cuales no dejaba de mirarlas, iba subiendo la mirada hasta que me encontraba con su vestido purpura —Por favor tome asiento. —Gracias —me dijo. A lo lejos vi como Tarsi me lanzaba una mirada de reproche que inmediatamente cambió para convertirse en una mirada de susto. Pasé directo a mi silla, donde me sentía cómodo, sentía que tenía el poder, y ya no desviaba mi atención en esas largas piernas. —¿Entonces Harvard? Licenciada en mercadeo y administración empresarial, tiene una especialidad en recursos humanos —iba enumerando cada uno de los estudios que me iba encontrando. —Si así es —iba diciendo ella, mientras asentía con la cabeza. —¿Y porque aplicó para este trabajo bajo el cargo de secretaria? Podría haber pedido otro cargo dentro de nuestra empresa, seguramente la hubiésemos reclutado. —¿Y perderme la oportunidad de estar cerca del jefe? —me dijo ella, mientras no parpadeaba.
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