CAPITULO XIV : EL SABUESO DEL EDÉN

1121 Words
​A las seis y media en punto de la mañana, Jandey Matamba se despertó con una sensación de alarma. Al pasar por la habitación de Chloé, notó que la cama estaba perfectamente hecha y el pijama de la niña no estaba. La clase de piano de Chloé era a las ocho en punto y la niña siempre era metódica. El pánico se apoderó de él. Buscó por toda la casa y al no encontrarla, marcó el número de Arthur. A las siete menos cuarto Arthur recibió el w******p de Jandey- "Arthur, por favor, dime si Patrick está contigo. Chloé no está en casa, la cama está hecha. Estoy muy asustado. No sé dónde puede estar". ​Arthur se levantó, su corazón se aceleró por la alarma de su amigo. Se puso su bata de seda y fue directamente al cuarto de su hijo. Abrió la puerta de la habitación de Patrick con el sigilo que solo un padre puede dominar. La luz del amanecer entraba por las cortinas. Vio a Patrick durmiendo profundamente en el piso, envuelto en un cobertor, y en el centro de la cama, acurrucada, estaba Chloé. Arthur contuvo la respiración. ​Su pequeño cachorro había traído su ahijada a la casa en algún momento de la noche. Arthur salió de la habitación sin hacer ruido, dejando la puerta como estaba. Regresó a su cama. ​Le envió un w******p a Jandey: "Tranquilo, Jandey. Chloé está aquí.Te llamo más tarde. Tranquiliza a Sergi" -​Arthur despertó a Katrina, quien se alarmó al instante.​—Arthur, ¿qué pasó? ¿Por qué Jandey pregunta por Chloé? ​—Cálmate, mí amor . Arthur le contó lo sucedido en voz baja. —Los dos están durmiendo en el cuarto de Patrick. Chloé durmió aquí. Esto es peligroso. ​Katrina se incorporó. —¡No puedo creerlo! ¡Se escaparon! Mi ahijada... ​—Shhh.Tranquila. Dejemos que piensen que no los hemos visto. Vamos a esperar su siguiente movimiento. Arthur se puso cómodo de nuevo, pero no durmieron. Ambos dejaron la puerta de su habitación abierta, escuchando, esperando que su muchacho cometiera el inevitable error. Arthur quería atrapar a su pequeño cachorro in fraganti. ​A las siete en punto, el celular de Patrick sonó, perforando el silencio profundo de la mañana en la suite. Era la alarma. Patrick se despertó de inmediato e hizo lo propio con Chloé, quien dormía profundamente. ​—Chlo, despierta. Es hora de movernos —susurró Patrick, tocándole suavemente el hombro. ​La niña abrió los ojos. —Patrick, ¿qué hora es? ¿Y si nos descubren? —preguntó Chloé, con miedo. ​—Son las siete. Ya estamos despiertos, así que no nos van a descubrir. Ahora tienes que ser súper silenciosa. Te esconderé en la parte de arriba del establo. Es el lugar más seguro. ​Chloé se sentó, abrazando sus rodillas. El miedo era que Katrina y Arthur la entregaran. ​—¿Estás seguro de que nadie nos verá? ¿Y si entra Clara o las demás gente de servicio? —inquirió Chloé. ​Patrick se puso de pie. —Nadie entra al establo tan temprano, Chlo. Y Clara los fines de semana tiene franco. Tienes que prometerme que te quedarás muy quieta. Es solo por unas horas. ​—¿Y si te meto en problemas con tu papá? ​—Es mejor que mi papá se enoje conmigo a que te encuentren aquí. Cuando todo esté en orden, te saco. Esto es temporal, solo hasta que encontremos a tu tía Malaika. ¿Lista? ​Chloé asintió. Se levantó y siguió a Patrick. ​Los dos pequeños bajaron sin hacer ruido por la escalera de servicio. Una vez en la cocina, Patrick se movió con agilidad. Preparó una canasta con cosas esenciales para Chloé. Ella miró su celular. —Parece que Jandey y Sergi aún duermen porque no he recibido mensajes de ellos. ​Patrick la miró y solo dijo: —Mejor.-​Preparó la canasta y salieron al establo. Arthur, desde su habitación, escuchó el clic suave de la puerta de servicio al abrirse. El sabueso estaba en la pista.​Odil comenzó a ladrar de algarabía al ver a Patrick.​—¡Shhh, Odil! ¡Cállate! —susurró Patrick. Le tiró un trozo de pan de queso y logró silenciarlo. ​Rápidamente, Patrick subió la pequeña escalera que daba al pajar, y acomodó arriba las cosas de Chloé. Sobre un camastro viejo, puso sábanas limpias y un cobertor grueso. ​—Bueno, puedes volver a dormir. Yo volveré a mí cuarto. Mí papá se levanta a las nueve los fines de semana, y yo a las diez. Nos vemos cuando sea seguro. ​—De acuerdo, Pat, gracias —respondió Chloé. ​Patrick le dió un beso en la mejilla. Antes de regresar adentro, se detuvo en la puerta del establo. ​—Escúchame, Chlo. No salgas por nada. Y si llaman tus padres no los atiendas. ¿Me escuchaste? ​—Sí, Patrick. Lo tengo en silencio. Prometo ser invisible.-​Patrick cerró la puerta. Regresó a la casa, cruzando el patio con paso rápido y silencioso, para entrar por la puerta de la cocina. Arthur, al oír el segundo clic de la puerta de servicio, supo que el juego había terminado.Se levantó de la cama tranquilamente. Él estaba ya sentado en la cocina esperándolo, vestido con su pijama de seda gris y tomando un café humeante, la taza sostenida con una calma escalofriante.​—Buen día, campeón —saludó Arthur, con la voz tranquila y los ojos fijos en Patrick.​Patrick, que se había preparado para encontrar la cocina vacía, pegó un salto del susto.​—¡Papá! ¡Me asustaste! ¿Qué haces despierto tan temprano? —dijo Patrick, forzando una sonrisa nerviosa. ​Arthur sonrió, pero era una sonrisa de cazador. ​—¿Qué haces despierto tan temprano? Esa es mi línea, ¿no crees, Patrick? Eres el único en esta casa que se levanta a las diez los sábados. Y yo que me preocupé tanto cuando Jandey me avisó que Chloé no estaba. Pero te encontré, Patrick. Te encontré, a ti y a Chloé-​—Papá, yo... yo solo salí. Con la bicicleta. Necesitaba aire... ​—Silencio. Arthur dejó la taza de café. Tu padre no es un idiota, Patrick. Te vi esta mañana. Te vi bajar, preparar una canasta, y llevarla al establo. No eres un buen espía. Arthur se acercó, obligando a su hijo a mirarlo. Ahora dime la verdad, y solo la verdad, Patrick. ¿Dónde está Chloé? ​Patrick, atrapado, no pudo mentir más. El sabueso había ganado.
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