Por Alejo Traeme un café, le digo a la mucama. Mientras todos se alistan, yo bebo el café parado. Ella era todo para mí…¿Cómo pudo? Estábamos saliendo, mi madre se subió al auto de mi hermana y mi padre se había acercado a la puerta del acompañante de mi camioneta, cuando veo a Marina. Todos la vieron. -¿Qué querés? Le pregunto cortante. Creo que todos bajaron las ventanillas, pese al frío que hacía, para escuchar que hablábamos. -Te amo…perdoname. -Sos una mierda. Le digo. Ella se acercó a mí, lo hizo con los brazos extendidos, pero yo me hice a un lado. -Estoy apurado. Le dije ignorándola, y subí a mi camioneta sin volver a mirarla. Nadie entendía nada. Mi padre se abrochó el cinturón de seguridad y disimuladamente me miraba, tal vez esperando que yo diga algo. Arranqué

