Escuche el sonido de un teléfono que interrumpe mi sagrado sueño. No puede ser, es sábado y a Jonathan se le ocurre colocar la alarma. –Amor, apaga tu teléfono –muevo a Jonathan para que apague esa maldita cosa. –No es el mío –refunfuñó No sé levantará, así que no me queda de otra que levantarme a apagar ese maldito teléfono, al salir de la cama, las náuseas se hacen presentes, creo que al menos está vez no vomitaré, busqué el teléfono y Jonathan tenía razón, es el mío, no es ninguna alarma son llamadas de Javier y unos me mensajes. Sebastián Wiles: Buenos días preciosa, lamento interrumpir tu hermosa mañana, pero no creo que tu noviecito deba ver esto, no creo que sepa que la mayoría de los medios dicen mentiras. Los mensajes vienen seguidos de un link de una página en internet, ent