Capítulo 5

3210 Words
Quiero ser duro e indiferente con ella pero por más que trato no puedo, es su forma de tratarme que me cautiva, Cristina Fox ha entrado en poco tiempo en mi corazón y arropado mi mente por completo. ¡j***r! j***r, j***r ¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí? Se supone que pasarían años para tener este sentimiento, que me ha demostrado lo maligno que puede llegar a ser. En mi cama, a punto del colapso mental por estar pensando en una mujer. Dios, si es cierto lo que dicen Las mujeres son del diablo Pensaba, pensaba y pensaba en ¿Cómo sobrellevar está situación con Cristina? Y mi móvil sonó. –¿Aló? –dije al contestar. –¡Hey hermano! ¿Cómo estás? –dijo Liam. Mi hermano. –¿Liam Markle preguntándome como estoy? Já, esto debe ser una broma. A ver ya dime ¿Qué necesitas? –Wow, calma. No te llamo para pedirte algo, solo quiero saber cómo se encuentra mi hermano ¿Eso es malo? –dijo haciendo notar su estúpido sarcasmo. –Vamos Liam, no te preocupo la muerte de nuestros padres ¿y tú crees que te voy a creer eso? ¿Vamos? ¿Dime que quieres? –¡j***r! Está bien, necesito la misión, me voy a casar en dos meses y quiero que sea allá. «Me nuble, quede en silencio. Una boda, Liam se casara después que juro que no compartiría su vida y menos su fortuna con alguien más. ¡Vaya! Esa chica debe ser muy especial, si Liam la quiere a su lado para toda la vida.» –¡Vaya! Esto me sorprende y mucho, pero.... Esta bien hermano, puedes realizar la boda aquí, al final esta es tu casa también.  –dije y una sonrisa formo mis labios. –¡Genial! Llego mañana–respondió dejando salir su dichosa felicidad que entro como intruso a mi corazón haciéndolo latir fuerte. –¡Te espero!–dije Colgué Nunca había estado tan feliz de escuchar al inmaduro de mi hermano, me dio fuerza y sin pensarlo bajé. Si, bajé a buscarla. No sabía para qué o qué le diría, solo sabía que no podía seguir sintiéndome así. Tan infeliz. Salí de mi habitación directo a la plan baja de la mansión. Estaba por los pasillos, ya estaba a punto de llegar a las escaleras. Pero al llegar ella no estaba, solo estaba mi chófer Alfred tratando de conquistar a Leticia y apenas me acerque a ellos los dos se colocaron firmé. —¿Y la señorita Cristina?—pregunte haciendo notar mi molestia. —A penas usted se fue a su recamara señor, ella se marchó —respondió Alfred. —¿Pero no dijo a dónde? —No señor, solo se despidió y dijo que ahora vuelve—comentó Leticia. Mi cuerpo se calentó, sentía la sangre quemarme las venas, mi ceño se frunció y mi irá se apodero de mí. Lo sé, le dije que podía hacer lo que quiera sin decirme pero nunca pensé que me molestaría tanto. ¡j***r! Tengo que saber dónde está, o enloqueceré. Salí como fiera. Agarre el auto y con el GPS de mi móvil localicé su ubicación. "Nueva Jersey" Allí está. Cristina. Salí de la mansión. Voy camino a mi casa. Tome una moto y espero que Dylan no se molesté por eso. Iba por la autopista y me sentí libre, sentir el aire pasar por mi cabello era de verdad fenomenal, tenía tanto tiempo que no hacia esto que ya casi no recordaba cómo manejar. Voy a una velocidad incansable, y eso se puede comprobar con los tres ferraris que acabo de pasar. ¡Dios! Como amo está sensación de volar. Apreté el acelerador y quince minutos después había llegado a mi lugar. Antes de salir de la mansión le dije a Aiden que viniera para hablar y por supuesto que llego antes que yo, afuera está su auto. Me bajé de la motocicleta y posteriormente abrí la puerta. Iba a subir a mi habitación antes de saludar a todos pero él me detuvo expresando "Llegaste" –Hola Aiden—dije sin ninguna expresión en mi rostro. Me acerque a él, quién estaba en la sala. —¿Estas bien?—pregunto por tercera vez. Adoro a Aiden, pero su presencia me asfixia. —¡Si! Estoy bien, perfecta para ser exacta.—tome aire y lo bote—Te mande el mensaje, porque me dijiste que tenías algo importante que decirme ¿no?—hable sin rodeo. Él se acercó a mí y tomo mis manos. Aiden sonreía y yo estaba aterrada. Comenzó a temblar, sus nervios se notaban y mi desesperación hablo por mí —¿Que mierda te pasa Aiden? Ya habla de una vez—le grité. Su comportamiento me enloquecía. Me aleje de él. —¡Cálmate! Y acercare un poco a mi—dijo y lo obedecí, cualquier cosa para que termine este sufrimiento. —Habla pues—exprese al estar cerca de él. —Sa-Sabes qu-que—tartamudeaba—Pe-pero…—lo interrumpí. —¡Basta Aiden! Respira profundo y controla tus nervios. —¡Esta bien!—inhalo y exhaló aire—Bueno, lo que te quiero decir es que... Desde que te volví a ver despertaste sentimientos lo cuales nunca antes había sentido por alguien, mi mundo era mi trabajo pero... desde que volví a saber de ti todo cambió, ahora mi mundo te pertenece. Quizás esto te tome por sorpresa pero todos saben que me gustas desde hace tiempo, me he llegado a enamorar de ti profundamente. Te amo Cristina Fox, y quiero formar una familia contigo... Tu padre es grandioso, Olivia es grandiosa, tú eres maravillosa y quiero pertenecer a la familia Fox. Así que... Cristina Fox—se inclinó y saco una cajita de su bolsillo—¿Te... quieres casar conmigo?—preguntó enseñándome un anillo. Estaba en shock, me encerré en la pregunta y olvide que era mi amigo además de una persona dulce y tierna que no se merece como voy a reaccionar. —¿Qué mierda traes Aiden? ¿Casarme contigo? Estás loco. Jamás tendría algo contigo, solo te veo como un simple amigo, es mejor dicho te veo como un amigo gay, lindo pero al momento de tocarme me das asco—exprese cada palabra con irá. Lo empuje hacia afuera. No quería verlo. Él comenzó a llorar sin embargo eso no me importo. —¿Por qué haces esto?—pregunto antes de trancarle la puerta.—¡Cállate! Solo lárgate de mi casa—le dije trancándole la puerta en su cara. Cerré la puerta y me deje caer en ella. Escuche como golpeaba su auto y mi corazón por fin sintió lo que hice. ¿Por qué diablos lo trate así? No sé, no tengo ni la menor idea. [....] Tirada en el suelo con el alma hecha pedazos, solo lloraba y pensaba en Aiden. Aun no me explico ¿Cómo puede decirle esas cosas tan feas? ¿Qué diablos me pasa? Sé que no puedo estar con él, pero no debí tratarlo así cuando todo este tiempo él solo ha hecho tratarme bien. ¡Dios! Espero que algún día pueda perdonarme, yo sé que esto lo hice sin querer. Dylan. Llegue a su casa, me baje del auto y vi a un sujeto salir, pude notar que lloraba y en mi hizo pensar lo peor; Que le había pasado algo a Cristina. Corrí, el sentimiento de preocupación hizo que me apresurara hacia ella. Necesitaba ver si se encuentra bien. Olvide porque estaba molesto, solo me centre en que Cristina estuvieran bien. Llegue a su puerta y toque el timbre. Y al instante ella me abrió limpiándose las lágrimas. “Dylan” —expresó ella apenas alzo su mirada. —Hola. ¿Te encuentras bien? —toque su mejilla—Bueno, para que pregunto si por tus lagrimas se nota que no lo estas—dije. Cristina. Abrí pensando que era Aiden, pero no fue así. —No entiendo Dylan ¿Qué haces aquí? —pregunte omitiendo lo que él había dicho. El me ignoró y abrió más la puerta para entrar. —Dylan. Te hice una pregunta ¿No piensas contestarme? —pregunte siguiéndolo hasta la sala. Mientras Dylan estaba en la sala observaba todo impresionado, como si nunca antes había visto una casa humilde. —¡j***r! ¿Cómo puedes vivir en esta casa tan pequeña? —expresó transmitiendo su soberbia por todo el lugar, en ese momento mi sangre hirvió y explote.—¿Qué sucede con mi casa? ¡¿Qué?! No cumple con tus requisitos de millonario egocéntrico. —lo ataqué. —Pues claramente no—agarro el cojín del mueble y lo tiro sacando polvo de él—¡Dios! Esta casa no es acta para nadie ¿Cómo puedes vivir así? —se defendió y mi humor se elevo. —¡Basta! No todos nacen en cunas de oro como tú Dylan, hay personas que tienen más de tres trabajos al día para así medio comer, otras no tienen ni un techo para descansar. Abre los ojos Dylan, es cierto, mi casa es humilde y pequeña pero no tienes el derecho de hacerme sentir chiquita por no tener dinero como tú. «Estaba dejando todo mi rabia salir y aún falta mucho más» —Lo sien—decía cuando lo interrumpí, seguro que me iba a pedir perdón. Pero no se lo permití, en ese momento estaba ciega y sorda. Solo quería dejar salir toda mi frustración—¡Calla! Aún no he terminado. —me miro asombrado—Dylan, el hecho que tu orines, respires y escupas dinero no significa que los demás también. Tu puedes tener una casa inmensa pero te falta corazón y eso querido Jefe, no se consigue tan fácil. Porque vale más que el dinero —le exprese con todo el odio que tenía en mi interior. Con lo que sucedió con Aiden estaba hecha mierda y que Dylan haya insinuado que mi casa es una porquería, me hizo sentir fatal. Dylan había quedado mudo por mi descargue emocional. Su mirada seguí figa en mí. Tal vez, buscaba las palabras correcta para dirigirse hacia mí. Pasaron minutos y él seguía igual, sin reaccionar. Me desespere. Y decidí echarlo de mi hogar para que vaya a reflexionar a otro lugar. —Vamos Dylan, ya es hora de que te vayas—le dije y pardeo dos veces al reaccionar. Bajo su mirada y me obedeció sin quejarse. Fue solo a la salida. Lo miraba desde la sala. Abrió solo la puerta y salió. Apenas se fue subí a mi habitación y me deje caer en la cama, no quería saber más nada del mundo, no quería saber ni pensar en hombres. Me coloque la almohada en la cabeza para así conseguir el sueño más rápido. Dylan. ¿Qué acaba de suceder? No lo sé, solo sé que me porte como un patán. Saque mis llaves del bolsillo y active mi auto, quería irme a mi casa a pensar un poco sobre mi comportamiento de hoy. Apenas subí al auto arranque a toda velocidad dejando humo en el lugar. Cristina. Estaba en mi cama dando vueltas y vueltas, busca el sueño pero no lo conseguía. No dejaba de pensar en Dylan. Y lo sé debería estar pensando en Aiden más bien, pero por más que trato ese chico guapo con musculo no sale de mi mente. Simplemente porque él desde hace tiempo me reclamo como suya para siempre. ¡Dios! Ayúdame a despejar mi cabeza un poco. Ayúdame, lo necesito, no me abandones por favor—suplique mirando hacia el techo, posteriormente me levante a buscar un vaso de agua. Baje las escaleras, fui directo a la cocina y ahí estaba Felipe, mi padre. —¡Hey! Ya llegaste —exprese abriendo el refrigerador—¿Y Olivia? —pregunté sirviéndome un vaso de agua. —Está resolviendo algunas diligencias, no debe de tardar—respondió Felipe denotando melancolía en cada palabra que expreso. —¿Sucede algo? —pregunté inquietad, al percibir su sutil tono de voz. —¡No! ¡Nada! —Dijo y aún seguía esa preocupante tristeza en él—Al parecer a quién le pasa algo es a alguien más ¿O me equivoco? —preguntó elevando una ceja para evadir mi pregunta. No quería hablar, pero sé que si no hablo de esto con alguien explotare más adelante. Así que solté todo… Respire profundo y lo solté—Aiden me pidió que fuera su esposa—Dije. —¡Genial—expresó Felipe. —¡No! No, es genial. —¿Por qué? Cristina, hija ya es hora de concebir tu propia familia y no hay mejor partido que Aiden. —dijo tomando mis manos, mientras que yo pensaba “Claro que hay alguien mejor, y se llama Dylan Markle” Pero no puedo decirle eso, empezaría a preguntarme sobre él y eso sí que no se lo puedo contar. No por ahora. —¿Padre, de verdad crees que soy la típica mujer que sueña con tener un esposo e hijos? —¡No! Absolutamente no eres esa clase de mujer, pero definitivamente me gustaría verte construir tu hogar antes que muera. —¿Morir? Padre aún falta mucho para tu muerte. Felipe. No Hija, mi muerte está más cerca de lo previsto. Puedo morir en este preciso momento o tal vez muera durmiendo. ¿Cómo te digo que me faltan pocos días? Si apenas acabas de regresar a casa, si apenas me acabas de perdonar por todo el daño que cause en ti. Mi Cristina, mi pequeña y valiente niña. Quisiera contarte todo, pero el amor que siento por ti no me permite herirte. Mi mente estaba revuelta por pensar en el dolor que cause en mi pequeña. La miré, ella sonreía y no puede contener las lágrimas. —¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? —me preguntó preocupada y al instante me abrazo. —Si es por lo de ser madre y esposa prometo que lo voy hacer, solo que no con Aiden—Añadió. Y juro que en ese preciso momento quería contarle todo sobre mi enfermedad, pero no tuve el valor. En sus brazos consolándome solo le dije—Solo que te imagine convirtiéndote en mujer— Me abrazo más fuerte, nunca habíamos tenido un momento así. Como me arrepiento de no haber sido un buen padre, ahora que trato de serlo la vida me pasa factura. ¡Dios! Ojala que esto fuera un error del sistema y que mi muerte tarde mucho más… Cristina. Estaba abrazada de Felipe y tengo que admitir que nunca habíamos tenido un momento tan especial. Sentir el dulce calor de sus brazos me llena de felicidad. Suspiré. —Bueno—exprese separándome de él—Creo que iré a dormir, mañana me toca fuerte en el trabajo—le dije y él río secándose las lágrimas. —Oh por dios hija, no creo que limpiar mesas te canse mucho—dijo Felipe burlón. Reí más fuerte. —Ya no trabajo en Starbucks. Ahora trabajo de guardaespaldas de un muy importante multimillonario ¡O sea! —Dije haciendo lucir mi ego. Felipe sonrió y me levanto sus pulgares para felicitarme por tal logro. Luego termine de subir a mi cuarto para descansar. **** Estoy en la cocina terminado de desayunar, me levante temprano y lo primero que hice fue acomodar las maletas para instalarme en la mansión de Dylan, mi jefe. Dylan. Dylan, Dylan ¡Demonios! Hablando de él, pase toda la noche soñándolo conmigo. Tengo que confesar que me asuste, a cada momento me despertaba al pensar que podría pasarme otra vez lo que me sucedió hace más de un año. Tengo las ojeras de un panda y mi cansancio se nota de aquí a España, bostezo cada cinco minutos y ponerme a pensar lo de anoche me causa estrés. ¡j***r! Solo espero que hoy sea un día normal—suplique. Termine de comer y salí agarrar un taxi. Tenías dos maletas pequeñas, lo que se me hacía fácil llevar. Salí al frente de mi casa, y detuve un taxi silbando. El auto se detuvo al instante, él señor abrió su puerta y salió para ayudarme a meter las maletas, luego emprendimos rumbo hacia Nueva York. Mi mente estaba ida viendo hacia la ventana, estaba sentada atrás con un frio infernal. Por primera en las cinco horas que va de día pensé en Aiden. No sé, si llamarlo ¿Pero que si está molesto conmigo? ¿O qué si no quiere que nadie lo moleste? ¡j***r! ¿Cómo pudo pasar esto? ¿Por qué siempre los amigos se tienen que enamorar? Aunque algunos no lo admitan, eso siempre sucede sin querer. Me gustaría corresponderle a Aiden pero en el corazón no se manda, y él mío pide a gritos a Dylan Markle. Y nunca entenderé ¿Por qué? Cuando nunca sentí atracción por alguien tan arrogante, déspota y a la vez dulce como él. El camino iba hacer largo y ponerme a pensar en mis problemas era mi mejor opción. Suspiré desaminada. Mi estado emocional estaba agotado. Perdida en mis pensamientos sobre Dylan y Aiden, no me había dado cuenta que estaba llegando a la mansión hasta que el chofer expresó: ¡Señorita ya llegamos! Pardee dos veces y agite mi cabeza al reaccionar—Oh si ¡Muchas gracias! —Dije bajándome. El chofer abrió el maletero trasero del auto y saque las maletas. Luego entre a la mansión, estaba Alfred parado firme esperando al señor Markle. —Buenos días, señorita Fox—expreso Alfred con una sonrisa apenas me vio. —¡Buenos días, Alfred! —Dije—¿Y Leticia? —pregunté. —Oh, está en la cocina. Ya se la busco—dijo y comenzó a gritar su nombre fuerte “LETICIA. LETICIA. LETICIA” pensé que a decir “Ya se la busco” iría hasta donde esta ella, pero no fue así. La pobre Leticia vino corriendo hacia nosotros, estaba asustada, se notaba. —¡Santi Cristo! ¿Qué sucede? ¿Todo está bien?—preguntó nerviosa al llegar a nosotros. Reí. No pude contenerme. Alfred también río pero no lo hizo notar. —Wow ¡Tranquila Leticia! No ha pasado nada, solo quería saber si me podría subir las maletas a mi habitación. —dije. —Por supuesto señorita Fox, ahorita mismo lo hago—contesto tomando las maletas. Ella iba subiendo por las escaleras cuando Dylan baja imponentemente con su perfectamente planchado trabaje plateado. Su mirada estaba inclinada y su viejo temperamento volvió. Camino hacia mí y me lanzo unas llaves. —Usted sígame—dijo frio y seco mirándome—Y usted se queda hoy—añadió mirando a Alfred. Trague saliva, y lo obedecí. ¿Qué paso con el jefe dulce y chistoso de ayer? Esa pregunta se repetía y repetía por toda mi mente. Subimos a su Bentley, y me dio la orden. “Número 548 de la calle 22 al oeste de la Quinta Avenida”
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