Capítulo cuatro
Me siento cohibida, nerviosa, asustada y así podría seguir diciendo mientras él conduce con la velocidad más baja posible hasta la empresa.
Nuestras respiraciones se mezclan con el sonido del la música suave sonando y aprieto las piernas. No puedo más con esto, necesito decirlo o moriré.
—¿De qué es lo que necesita hablar? Si es por lo de anoche lo único que diré es que estaba media dormida y no estaba en mis cinco sentidos, eso lo dije por decir.
—Ahora es por decir, eh —chasquea la lengua.
—Es que...
—Sé perfectamente lo que está pasando.
—¿A que se refiere?
—Voy a ser franco contigo y creo que es fundamental que lo sepas antes de que digas cualquier otra cosa —remoja sus labios y dejo la vista totalmente en estos —yo no soy como Elián, yo soy diferente y una de las características que nos dividen es el decirle nuestras condiciones a las chicas antes o después de las cosas.
Junto mis cejas sin entender —no entiendo nada de lo que me está diciendo.
—Quero, —mi nombre sale por sus labios haciéndome temblar —sé a dónde va a llegar la conversación de anoche y —baja los lentes de sol que carga puestos para disimular lo rojo de sus ojos aún —antes de lastimarte prefiero dejarte las cosas claras para que te hagas una idea en la realidad que no vivo. Yo no soy un niño de un cuento de hadas —se detiene gracias al semáforo en rojo —yo soy alguien que te lleva a lo más profundo del abismo y si no tienes alas para salir de ahí te quedaras atrapada en las llamas...
Sigue manejando y me limito a ver mis manos nerviosas encima de mis piernas. Ahora si es más que obvio para mí de lo que está hablando.
Me está rechazando claramente y duele.
Arde, quema.
» —No lo estoy haciendo y no lo haré —dice como si hubiese leído mis pensamientos —solo quiero que tengas en cuenta con quien te estás metiendo.
Aprieto la mandíbula —¿pero y si yo quiero meterme en este lío? ¿Y si luego terminas...
—Eso no pasará.
Con esas simples palabras tiene para dejarme en silencio absoluto y pienso en lo que acabó de pasar hace minutos.
Esa sincronía al mentir al frente de los demás, nuestras miradas de complicidad, los mensajes de texto que obviamente vio al enseñarle el móvil, incluso cuando me salvo se Neftali.
¿Qué fue todo eso?
Mis ojos localizan el gran edificio de los Dhall a unas cuantas cuadras y aplastó los labios sabiendo que fue una mala idea hacer todo esto para terminar de esta manera.
Suspiro —Entiendo. Yo creo que...
—Tómalo como una advertencia con lo que estás jugando.
—Pero si yo no estoy jugando a nada —rasco mis cejas —ni siquiera me estoy dando cuenta de la conversación seria que está teniendo conmigo.
Hay que ser honestos en esta vida.
—Vale, te lo diré sin tapujos —juega con su labio inferior —sé que estás completamente loca de amor por mí. Todas tus acciones desde que me viste, hace días atrás, me lo han dicho —abro los ojos como platos y toda la calor del cuerpo sube a mis mejillas —y te estoy diciendo que estaré para ti de una forma —hace comilla con sus dedos —no exclusiva, a no ser que no quieras.
¡Puta que ofertón!
Observo mi brazo y lo llevo directo a la boca para morderlo, simplemente no me creo lo que acabo de escuchar. Si estoy despierta, porque duele. Lentamente giro la cabeza hacia él y me saca el corazón por la boca el hecho de que me vea fijamente por segundos con esos ojos rojos y sus colmillos rozando sus labios entreabiertos.
Mamaaaaaaaaaaaa...
—¿Está bromeando? ¿Verdad? Porque no es muy gracioso.
—No, no tengo porque hacerlo —habla con una voz ronca y el espacio entre nosotros se me hace el más chiquito en el mundo.
¿Qué es este sentimiento de confusión?
—Es que no entiendo el motivo por el cual me dice esto.
—No le des tantas vueltas al asunto y mira lo que puedes tener en tus manos —entra a los estacionamientos y antes de parquearse se estira dejando un suave beso húmedo en la unión de mi cuello y mandíbula.
El corazón se me empieza a descontrolar a tal punto de escucharlo yo misma y bajo sin importarme mucho el que el auto aún esté prendido.
Localizo a Jex con la mirada y corro a abrazarla para calmar y asimilar las cosas que han pasado en pocos minutos.
A ver que organice las ideas en mi mente.
Básicamente me busco para decirme que ya sabe lo que siento por él; segundo, me ha advertido de lo que es, lo que yo ya sabia; y tercero, me está ofreciendo voluntariamente tener algo no serio con él.
La pregunta aquí es, ¿por qué así de la nada?
Además...
¿POR QUÉ ME TUVO QUE BESAR?
Eso es jugar injusto para la otra persona sabiendo que esta ya te ama.
Escucho los reclamos de Jex hacia él por todo el estacionamiento, llevo mis ojos a verlo de reojo y esa sonrisa aparece al observar como yo lo estoy mirando.
Mierda, mi corazón se me va a salir por la boca.
Ya no me tortures, por favor.
—¿Qué le hiciste para que este así?
Su voz ronca y cargada de burla suena por mis oídos como música y doy un largo suspiro al escuchar su respuesta —Nada.
¿Nada?
¡SI NO ME HUBIESES HECHO NADA NO ESTUVIESE ASÍ!
Noto como empieza a caminar con dirección al ascensor y no dejo de ver su ancha espalda cubierta por esa camisa informal de color blanco que carga hoy hasta llegar a su cuello.
Su mano izquierda va al lugar justo donde estoy viendo y antes de entrar al elevador, seguido de su hermana, me da una rápida mirada y sonríe de lado pasando su lengua por esos labios tan apetecibles.
Joder, juro que me va a dar un paro cardíaco.
Mi mejor amiga me levanta de mi escondite con sus ojos cuestionantes y niego abiertamente.
No puedo decirte lo que pasó, Jex.
—Sí Quero, si me vas a decir que es lo que pasa entre tú y Yannick Dhall.
Muerdo los labios con fuerza y el café de su mirar me hace tragar grueso, abro y cierro la boca para formular todo lo que ha pasado, pero otro auto entra a los estacionamientos y me limitó solo a decir la última parte de todo lo que ha sucedido.
Me besó.
Digo por lo bajo y salgo corriendo en dirección al ascensor.
Primero déjame asimilar a mí lo que paso en el auto y luego te contaré, Jex.
Además, hay algo de lo que no he hablado con él y es el hecho de, ¿por qué llevaba el olor de mi mate impregnado en su ropa?
¿Con quién ha estado todo el día?
O es que acaso él y yo...
El elevador se abre dejándome ver a mi objetivo en la oscuridad del pasillo hacia su despacho, sus ojos rojos brillan con intensidad y me llama con su dedo índice.
Aprieto las piernas al salir y suspiro sonoramente haciendo que las locas de la recepción me vean de forma extraña, les doy una sonrisa falsa y aferro las manos a mi bolso.
Bien, aquí vamos.
De cabeza, pero vamos.