Me gusta que me deban favores

1376 Words
Samael DiMateo Desperté como de costumbre en mi cama solo, la cabeza me explotaba a tal punto que sentía que mi cerebro iba a salir. Coloqué mis dedos en mis sienes y los masajeé. Las sábanas negras cubrían mis piernas y, con ella, un intenso dolor en mi espalda se pronunció. Llevé dos analgésicos a mi boca y los bajé con un trago de Whisky. Estiré un poco mis músculos antes de levantarme. Hacía mucho que no me dolía la espalda de esa manera. Escuché los pasos de mi asistente en la sala y luego tocó la puerta. —Señor —dijo ella bajando su rostro — disculpe si lo molesto, pero me dijo que lo despertase si dormía más de la cuenta. —Sí, Romina. Estoy despierto — respondí mientras me levantaba, caminé desnudo hacia la ducha y la encendí — ¿qué tienes para mí? Ella se acercó hasta la puerta del baño para que la escuchase bien, aclaró su garganta y con un tono nervioso manteniendo su mirada en el suelo, continuó: —La señorita Lili me ha pedido que le avisara que tiene nueva mercancía para usted — empezó a hojear unas carpetas que tenía en sus manos — insistió en verlo personalmente a usted sobre todos sus posible compradores. —No iré, la última vez me hizo perder el tiempo — respondí en seco. Salí de la ducha sin secarme, el agua caía de mi cuerpo y me paré justo al frente de Romina. Su semblante me parecía divertido, realmente se sentía incomoda, pero no me importaba. —Temo que insistió, señor —la voz era tan suave que casi no se le escuchaba. Como si sintiera miedo de decir algo que no debería. Alcé mi mano y ella dejó uno de los archivos con rapidez. Había fotos de mujeres, mujeres hermosas y bellas, pero no tan bellas como las que tenía a mi disposición. Me jactaba de tener la mejor carne para mis clientes, pero aquello que veía no tenía nada de especial. —Dijo que lo mejor se lo mostraría en persona. Siempre es bueno tener nuevo material en el mercado, algunos de mis clientes son exigentes, muchos piden mises y modelos, pero pocos están dispuestos a pagar por ello. Observé a Romina y algo me decía que ella estaba por encima de todas aquellas que acababa de ver. —¿Cuánto tiempo tienes trabajando para mí? —era una pregunta capciosa, sabía exactamente el tiempo, pero ella lo respondió. —El próximo lunes cumplo 9 meses, señor. —Eres hermosa — acerqué mis manos a su cara delicada. Toque su mandíbula fina y la miré a los ojos con fuerza — tus ojos emanan inocencia y tu rostro, tu rostro se asemeja a la de un ángel. Ahora que lo pienso, me harías ganar mucho dinero, ¿No crees? Romina me miraba con miedo, el mismo miedo con el que todos lo hacían. Eso me generaba una profunda satisfacción, pocas personas se atrevían a sostenerme la mirada desafiándome. Me gusta el control, me gusta el respeto, pero también me gusta tomar lo que considero mío. Ella era mi empleada, sabía que si yo quisiera, podría follarmela todos los días sin más, sin embargo, no lo hacía. El simple hecho de saber que podía me bastaba. Sí, ella podría hacerme ganar mucho dinero de esa manera, pero ya lo hacía. Era mi asistente estrella, y la recompensaba muy bien. Cuando eres temido, pero tienes honor y sabes cuidar a los tuyos, la lealtad siempre estará allí, Romina sabía de lealtad y más para el hombre que, sin conocerla, le dio una cantidad enorme de dinero para la operación de su padre. Por eso todos quieren trabajar conmigo, porque sé dar favores y me encanta que las personas me los deban. —Puedes retirarte —le dije, sonreí un poco y cambié el tono de mis palabras —. Dile a la señorita Lili que sí iré — Romina fue hasta la puerta con criterio —. Ah, y Romina. —¿Sí, señor? —Eres indispensables exactamente donde estás — Estaba de espaldas a ella, pero pude sentir que dibujaba una sonrisa en su rostro —. Llama a Carleto. (…) La mañana resultó ser monótona, estuve atendiendo varios negocios pendientes, necesitaba que todo estuviese listo. Esta nueva semana iba a ser importante, todo tenía que estar viento en popa. Aún me faltaba visitar a Lili, jefa de una familia que aprovechó la migración en los 40’s para exportar sus negocios a Estados Unidos. Actualmente, tienen conexiones en sitios importantes, y como cabeza de familia y, aparte, mujer, lo despiadada que logra ser muchas veces rayaba en lo sociópata. Una mujer peligrosa, la conozco desde que teníamos seis años, nuestras familias siempre han hecho negocios manteniendo pequeños tratos no tan grandes, yo lo llamaría una guerra fría. Llegué a un hotel cinco estrellas, el recepcionista hizo una llamada cuando me vio y antes de llegar al vestíbulo, una asistente en falda negra con chaqueta de oficina nos indicó que ya nos estaban esperando. Definitivamente Lili se guarda lo mejor para ella pensé al verla. Cuando llegamos, ya mi colega nos estaba esperando con un vestido blanco de tirantes rodeado de dos gorilas que no dejaban de verme. Me senté al frente de ella en uno de los muebles de cuero n***o, la ventana enorme que iba desde el techo hasta el suelo daba una vista majestuosa de la ciudad, la misma que gritaba con ansias ser mía. —¿Y bien? —Te queda muy… bien esa camisa. Sigo pensando que te verías mejor sin ella — dijo Lili. —¿Quieres jugar? — Coloqué mis codos en la mesa y me eché hacia adelante —¿Qué tanto deseas aquella delgada de piernas largas? Se vería muy bien en mi vestíbulo — me incline hacia tras y la silla hizo un chillido. —¿Kariana? — Comentó desde su posición haciendo gestos de fastidio — no dejes que su apariencia te engañe, es muy… recatada — Lili se levantó y caminó hasta colocarse atrás de mí. Sus piernas se movían una al frente de otra y los tacones sonaban de una manera que sólo ella podía. Llevó sus labios a mi oreja y dijo —: no confía en los hombres tampoco. —La entrenaste bien. ¿Qué hiciste? ¿Le plantaste un labial en la ropa de su novio? ¿Le pagaste una de tus chicas? O… — voltee mi rostro, nuestros labios quedaron tan cerca que bastaba una simple brisa para que nos besáramos — ¿te lo follaste? La diosa de rojo sonrió con tanta malicia que, por un momento, me dieron ganas de arrancarle la ropa y hacerle el amor tan duro mientras que su gente veía cómo su jefa gemía por mí. —Hay un cargamento que vienen de Europa del este — dijo al fin, empezó a caminar hasta su asiento y colocó sus manos en el espaldar de la silla. —¿Qué realmente quieres, Lili? — Sabía lo que significaba ése cargamento — sabes cómo trabajo. Esto es una de los tantos negocios que tengo. Manejo un conglomerado. Para esto tengo gente que se encargan, Carleto, por ejemplo. —Necesito que los albanos manejen el cargamento — su semblante cambió, se mostró apaciguada — Además, sé que te gustan que te deban favores. Si haces esto por mí, estaré completamente a tu disposición. Me levante con furia, la observé desde mi posición y emití un sonido de desaprobación, uno de mis hombres me abrió la puerta, pero antes de salir le escuché algo: —¿Sabes? Hubo un tiempo en donde te bastaba con tener mi disposición — su voz resonó tan sensual y profunda que llegó a mi entre pierna en conjunto con los recuerdos de un pasado — cada vez te vuelves más difícil de complacer — eso ultimo lo dijo con aires de niña malcriada. —Tú nunca estuviste cerca de complacerme — mi temperamento se tensó, por un momento, la adrenalina recorrió mi cuerpo, pero la supe controlar —Veré qué puedo hacer por ti. Luego de eso salí de la oficina con aire de victoria.
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