Samael Dimateo
Amalfi era uno de mis sitios favoritos, el ambiente y el calor siempre renovaban mis energías. Fue aquí donde me quedé el primer año de recuperación. Recuerdo cuando mi papá me trajo por primera vez, yo tenía 9 años cuando me habló desde el puerto:
—¿Qué ves desde aquí? — me preguntó.
—El mar — respondí. Mi viejo era un hombre enigmático, por eso tal vez era muy bueno en lo que hacía. Venía de una época donde valoraban la lealtad y las grandes familias se respetaban unas con otra. En la actualidad, los engaños y las apuñaladas por la espalda rondan en el mundo.
—¿Sólo eso? — volvió a preguntar. Se sentó a mi lado, se quitó los zapatos y recogió un poco el pantalón. Puso los pies en el mar y los movió en círculos imitándome — ¿sabes lo que veo yo?, oportunidad. Justo ahí,
