—¿Qué tal la fiesta? —preguntó divertido Alexander a la chica que entraba por su ventana. —Espantosa, por eso me escapé —respondió Fernanda sonriendo, y se sacudió los restos de naturaleza que le hubiera dejado el árbol por el que trepó. Alexander le miró demasiado divertido, incluso se notaba una carcajada atorada en su garganta. Eso le molestó a Fernanda. » ¿Qué es tan divertido? —preguntó ella, casi molesta por sentirse burlada. —Mi madre no está —explicó Alexander no pudiendo contener más la risa—. Pudiste entrar por la puerta. —Me hubieras dicho —reclamó Fernanda con el ceño fruncido. —¿Cómo te decía? —En un mensaje. —Sí, un mensaje diciéndote: “mamá salió, estoy solo en casa”. Eso sería muy comprometedor. Además, no sabía que ibas a venir. —¡Ay, por Dios, Alexander! ¿Cómo q

