Capítulo 1: Antes del Principio

610 Words
De Lizzy Shendfield. Para mi hija, Isabelle: Perdona si no recuerdo mucho de lo que aconteció en aquellos tiempos. Fueron días intensos y que me marcarían lo suficiente como para no olvidarlos jamás; pero mi mente, obsoleta, cansada, y con los años a mis espaldas (esos años que no perdonan los esfuerzos de esta cabeza confusa), ha permitido que algunos momentos se esfuman en contra de mi voluntad, mientras otros perduran a pesar de mis incansables deseos de desterrarlos para siempre de mí. Los rostros de los que me acompañaron en esa aventura tortuosa, sin embargo, siempre han estado presentes en mis sueños y su presencia era la razón fundamental por la que con frecuencia me encontrabas despierta mirando a aquel endemoniado bosque n***o en las noches. Recuerdo el momento en el que me desprendí de ti, justo cuando perdí todo lo que una vez me importó. Fueron momentos difíciles para nuestras agotadas cabezas y por eso agradezco que no tengas memorias de esos días. La peor enfermedad que puede afrontar una persona es la podredumbre de la mente y el envenenamiento del corazón. Incluso en aquella preciosa casa de cristal junto al valle, con las aguas del lago cercano reflejando la luna, era imposible contener los gritos de mi conciencia. A menudo tu padre y yo nos hacíamos compañía en completo silencio, sabiendo que algún día ellos vendrían por nosotros y nos arrebatarían tanto como tuviéramos. Sé que no recuerdas mucho a tu padre. Eras solo una niña cuando lo viste por última vez. Ni siquiera estoy segura de que me recuerdes a mí. No sé qué voz está en tu cabeza mientras lees estas palabras, pero realmente espero que sea la misma que en tus recuerdos te cantaba nanas en la cuna, bajo el techo de n***o ébano. Quizás nunca fuimos el modelo que toda persona espera de unos padres, pero hacíamos el intento de ser consistentes. Al menos él lo hacía; yo solo lloraba y esperaba a que me recordara que estábamos vivos... que habíamos sobrevivido al mismísimo infierno, siendo tú la prueba de ello. En los años de tu niñez me asustaba que algún día conocieras la verdad acerca de nuestra familia. De tu tío... de nuestro pasado. Era una situación difícil de comprender y tú eras muy pequeña como para entenderlo. Incluso ahora se me hace engorroso explicarlo, por lo que te dejo estos diarios. Quizás solo soy demasiado cobarde para afrontar tus severos ojos verdes. Cuando mis pesadillas se volvieron virales y se llevaron a tu padre, comprendí que solo era cuestión de tiempo que vinieran a por mí. Ellos siempre me han querido a mí, Izzy, y si supieran de tu existencia, te hubieran arrebatado de mi pecho como lo hicieron con.... Lo siento. Estoy divagando. No pretendo cansarte con mi palabrería que te parecerá el sinsentido de una anciana. Él te protegerá, porque me lo debe. Se lo debe a tu padre y me lo prometió por su vida. No confíes en nadie más y, a veces, ni siquiera confíes en él. A pesar de todo, él es un monstruo... el primero y más poderoso de su clase. Perdona mis momentáneos lapsos y si no soy capaz de hacer que comprendas las verdades que vienen a mi mente en calidad de imágenes y momentos borrosos. En los diarios, te contaré cómo logramos sobrevivir. Te diré porqué no pude darte la infancia que te merecías y terminaste bajo su cuidado. Espero que conozcas por qué nunca te dijimos la verdad. Cuando seas madre, sabrás que debes proteger a tus hijos de las tristezas de este mundo cueste lo que cueste. Te quiere, Mamá.
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