"Por favor... Mmmmm... Deja de... provocar... Ahhh..." supliqué sin aliento mientras me frotaba entre las piernas, "No... Ahhh... me hagas... ahhhhh..."
"Dime qué quieres..."
"Quiero... quiero..." Empecé a suplicar, pero dudé, mordiéndome los labios con fuerza mientras intentaba resistir el placer que me recorría. No podía ceder; ¡no podía rogarle que me cogiera!
"Se sentirá diez veces mejor que lo que acabamos de hacer...", prometió mientras se acercaba. "Haré que te corras mejor y más fuerte que nunca en tu vida. ¡Lo querrás todos los días, Kayla! Créeme..."
Jadeé al oír sus palabras, mi mente se aceleraba al imaginarlo tomándome, llenándome con su enorme polla, haciéndome gemir en voz alta mientras me corría una y otra vez. La idea de dejar que me follara era tan mala, pero a la vez
