La princesa divorciada

Ver el amanecer

Layla despertó y se dio cuenta de que seguía en la habitación de los pequeños, vio a Elías sentado en una silla leyendo junto a la lámpara, intentó no gritar para no asustar a los niños. Elías se puso en pie e intentó ayudarle a salir de la cama. Layla le dio las gracias y volvió a acomodar a los pequeños.

—¿Podemos hablar?

—Yo semanas sin dormir, voy a meterme en mi cama y dormirme. Mañana tengo una cita con sus hermanos y se ve que Amit no conoce límites y me despertará sí o sí.

Elías la dejó ir porque Layla parecía demasiado cansada, y la verdad, pelear con ella siempre había sido difícil, cuando Layla cree tener la razón no escucha nada más que su propio discurso. La mujer se encontró en el pasillo con la princesa Selene y el príncipe Kamal, los dos salían tomados de la mano de la habitación que sería de sus hijos, con sorpresa vieron a la princesa.

—¿Te ha gustado la cena?

—Me he quedado dormida.

—¿Quieres que te preparen algo?

—Ahh, no, si lo han subido daré dos mordiscos y seguiré durmiendo.

—¿Qué haces por aquí?

—Said, quería que le contaran un cuento —Sus tíos ríen.—¿Ustedes?

—En unos días llegan nuestros hijos y queremos hacer las habitaciones lo más lindas posible, luego pensé que lo más sencillo es dejarles decidir y ahora se me ocurrió que algo hecho por mamá y papá.

—¿Sabes cómo mis hermanos son artísticos? Farah canta como los dioses y baila preciosamente, Elías dibuja y es impresionante con su arte y Max era un escritor y orador fenomenal? —la princesa asiente.—Yo todo lo hago tras muchas horas de práctica y esfuerzo.

—Yo sé pintar y dibujar y podríamos escribir sus nombres o hacer algo bonito, algo en una pared y dejarles las otras dos paredes a elegir.

—¿Harías eso por nosotros?—pregunta Kamal y se señala, su mujer rueda los ojos y promete pasarse temprano en la mañana.

—Los príncipes Amir y Zair me han invitado a caminar, pero en cuanto regrese los buscaré.

—Gracias.

Layla fue a su habitación y probó el emparedado de queso, todavía estaba crujiente, pero estaba segura de que recién hecho era espectacular, se acostó un par de segundos y estaba dormida. Cuando despertó, los príncipes Amir y Zair estaban en su habitación, el mayor de los chicos traía una bandeja con té y peras y su hermano menor traía tostadas y jaleas, además de café.

Ella se rió al verles y los dos sonrieron.

—Buenos días, princesa.

—¿Tenemos tiempo?

—Son las tres de la mañana y lo único que nos sale bien es lo de beber, el pan está... ligeramente quemado —Ella rió.

—Está rico, lo sacamos justo antes de que se quemara todo.

—¿Me da tiempo de bañarme?

—Sí, pensé que podíamos llevar más té y orar afuera cerca de la naturaleza. —Comenta Amir y la princesa se apresura a salir de su cama, toma una ducha y se pone ropa deportiva. Ata su cabello en un moño y baja junto a Amir y Zair, el mayor de los hermanos le obliga a comerse una pera y le cuenta una vez que salió solo con Amir y como no desayunó se desmayó. —Mi hermano me cargó y luego todos me regañaron.

—¿Hacen esto seguido?

—Cuando estamos muy estresados o cansados, o cuando hay muchos problemas en casa venimos más seguido.

—Gracias por invitarme, me siento honrada.

Los príncipes caminaban rápido, ella les seguía el paso con algo de dificultad, no recordaba cuándo fue la última vez que hizo ejercicio. La princesa observó el camino, disfrutó del silencio. Se enamoró un poco más de la Tierra del Sol, cuando era pequeña los empleados reales no les dejaban ir demasiado lejos, así que jamás imaginó que el rey tuviese tantas especies de árboles, flores y frutos dispuestos por el jardín. Mucho menos que a tan solo unos metros a pie hubiese una colina en la cual sus hijos disfrutaban de la naturaleza, de la salida del sol, la cual realizaba un espectáculo para ellos.

Los tres observaron los colores del amanecer y disfrutaron de la brisa, Layla no se sentía tan viva en toda su vida. Los príncipes meditaron en cuanto el sol dejó de dar su espectáculo, después oraron y regresaron a un paso más lento y relajado a su casa.

En cuanto llegaron al palacio, se encontraron con los príncipes pequeños despiertos, recargados de energía merodeando detrás de su abuelo.

—Ahí está la princesa, Layla, tus nuevos mejores amigos te están buscando.

—¡Sí, tía Layla! ¿Dónde estabas? —pregunta Said y la joven se ríe y se pone al nivel de los pequeños para conversar.

—¿Quién te ha dicho que soy tu tía?

—Mi papá.

—Ahh, tu papá... ¿y le crees?—los dos se ríen y su hermano se une.

—No —Layla ríe aún más.—pero es mejor que llamarte princesa Fiona.

—Vas a terminar, ¿qué le pasó al príncipe Murat?

—¿No te lo imaginas?

—No, llegó a la cima y qué más.

—Se cayó —responde Layla.—Llegó a la cima y se cayó y todos lo vieron y nadie rió porque era un rey, y su mayor miedo se cumplió, le pasó algo embarazoso en público, pero adivinen qué, tuvo que aprender a levantarse y poner su mejor cara.

—Ahh, qué alivio, sigue vivo —comenta Ellis y la princesa le acaricia el pelo.

—Ya está el desayuno —anuncia Nala a sus hijos. Los dos le preguntan a Layla si desea desayunar y antes de que se niegue, la están arrastrando con ellos. Todos en el comedor se giran a observarla.

—Buenos días, princesa.

—Buenos días —saluda ella y hace su reverencia.

—¿Te vas a dignar a unirte a nosotros? —pregunta Farah, y su esposo le da un codazo.

—¿Qué me queda? —responde Layla, y Farah ríe ante el codazo.

—Vamos a enviar a comprar unas cosas, —comenta Eleonor —¿necesitas algo?

—¿Cosas como comida o implementos?

—Lo que necesites —responde Isam.

—Me gustaría una casa fuera del palacio. Una de las anexas no tienen que construir nada ni tiene que ser lujoso.

—No —responden el rey, su esposa y Kamal al unísono.

—Creo que estarás mejor aquí, cerca, donde hay familia y personas.—añade Eleonor.

—¿Eventualmente podré tener espacio?

—No —responden Kamal y su padre al unísono.

—Entonces no estoy interesada en desayunar, pero enviaré mi lista de compras y se las cargaré a ustedes.

—Está bien, compra, pero no vas a irte sola por ahí—Le advierte el rey. —Ahora, siéntate que tengo noticias importantes para todos.