Confrontación y Juego de Poder —¿Por qué me rechazaste el carro? —dijo Osvaldo, frío, mirándome como si quisiera atravesarme con la mirada. —Porque no quiero aceptar un regalo tuyo. No me interesa. —Le respondí firme. —Okay, vamos a ponerlo fácil —dijo, con voz baja pero autoritaria—. Porque sé que esto no va a ningún lado. Mis hombres te llebaran a la hora que salgas para el club y luego, después del club, te traerán de vuelta. —No te necesito… ni necesito nada de ti. —No te lo estoy pidiendo. Es una maldita orden —dijo, acercándose—. También vine a ofrecerte una disculpa por cómo me comporté contigo anoche, cuando salías de la sala privada. —Disculpa aceptada —le respondí, mientras veía a mi amiga Amalia salir con Robert, riéndose entre dientes. —¿Quieres algo de tomar? —le pregun

