Palabras Hirientes
Habían pasado dos semanas desde la discusión de Kairon con Saros y su partida al día siguiente.
El emperador se mantuvo concentrado en su trabajo. Las reuniones diarias con la corte, audiencias y visitas de protocolo eran largas y tediosas. Los tiempos entre reuniones los pasaba en el despacho con el secretario Torne y Marcus, el mayordomo.
Kairon caminaba por el pasillo del ala privada de los aposentos del Emperador en el segundo piso en el Palacio del León dirigiéndose al despacho de trabajo seguido de Don y el secretario, quién iba discutiendo unos temas de suministros con Kairon cuando, en la esquina a lo lejos, vio a su esposa caminando con Arak escoltándola. El joven observó como la joven lo miraba sorprendida y sonriendo, pero en cuanto vio que el joven frunció el ceño, su rostro cambió al de la aristócrata, el que usaba en Odea
- Saludos al león del imperio, larga vida. - le dijo en una perfecta reverencia según la etiqueta de Yamain.
- No hagas eso, emperatriz. - le dijo Kairon apresurándose a levantarla - ¿Qué haces aquí? - Yaina dudó antes de hablar mirando a su alrededor, gesto que Kairon entendió - Denos un poco de privacidad.- ordenó haciendo que todos se alejaran diez pasos - ¿Pasa algo? - le preguntó.
Yaina se mordió el labio antes de hablar.
- Sé que has estado muy ocupado, pero me gustaría poder tener un tiempo contigo - le dijo con precaución - Sé que no hemos aclarado las cosas...
- ¿Tiempo conmigo? - la miró con una ceja alzada - Tenemos la cena juntos esta noche. - resopló un poco molesto -Sabes que he tenido mucho trabajo después de la coronación.
- Lo sé. - dijo Yaina rápidamente - Lo entiendo, pero me preocupa tu descanso y comidas, yo…
- No soy un niño, esposa. - le dijo Kairon con dureza - Tanto el secretario como el mayordomo están al pendiente de esas cosas. Tú sólo debes descansar.
- He descansado lo suficiente. - dijo Yaina apretando las faldas del vestido controlando la rabia - ¿No hay nada en lo que pueda ayudarte? Ha pasado un mes desde la coronación, yo…
- Con tener tu hermoso cuerpo junto al mío cuando me duermo y despierto es suficiente. - le dijo coqueto besando sus labios suavemente haciéndola sonrojar.
- ¿En serio me dirás eso? - le preguntó incrédula.
- Por supuesto. - le contestó - Eres hermosa, princesa.
- Ya veo - le dijo retrocediendo tensa - Mis disculpas por haberlo importunado, majestad - se inclinó - Me retiro primero para que pueda seguir trabajando - miró a Arak, quien se acercó a ella - Vamos sir Arak, por favor.
- La acompaño, majestad - le dijo caminando junto a ella.
Kairon la siguió con la mirada hasta que dobló la esquina sin entender ¿Por qué se había molestado tanto? Tenía mucho trabajo y esperaba que pudiese entenderlo, no molestarse. Chasqueó la lengua enojado
- Vamos. - ordenó caminando hacia el despacho - Tenemos trabajo que hacer.
- Sus órdenes majestad. - dijeron al unísono sus acompañantes antes de seguirlo.
Cena Cancelada
El mayordomo se inclinó respetuosamente ante Yaina la que se preparaba para bajar al comedor a cenar. Esperaba tener la oportunidad de aclarar las cosas. Kairon no había regresado a dormir a su habitación después de esa noche y la evitaba si se encontraba con ella en los pasillos.
- Majestad - le dijo serio cuando Arak se paró a su lado - El emperador se disculpa, no podrá acompañarla a la cena el día de hoy - Vio como la doncella se detenía y Yaina se giraba para mirarlo.
- Ya veo, - le dijo con una expresión tranquila mientras se levantaba dejando fluir el vestido para acercarse a él - Dígale a su majestad que he recibido su mensaje. Coordinaremos una nueva cena cuando sea el momento. - le hizo un gesto a la doncella para que se quedara junto a ella.
- Gracias por entender, su majestad - le dijo el mayordomo inclinándose antes de salir de la habitación.
En cuanto la puerta se cerró, Yaina se dejó caer en el suelo temblando.
-¡Majestad! - le dijo Lucy al tiempo que Arak se le acercaba para ver si estaba bien y apoyarla.
- Majestad. - le dijo Arak preocupado mientras la ayudaba a incorporarse - Puede que…
- Déjalo, Arak. - le dijo volviendo a sentarse en el banco frente al tocador - Lucy, ayúdame a acostarme. Saca los broches.
- Pero majestad, ha sido muy irrespetuoso … - se quejó la doncella.
- Sabemos que la carga de trabajo es alta - le dijo Yaina haciendo una seña a la doncella para que comenzara a sacar los accesorios y joyas - Recuerda la cantidad de trabajo cuando liberamos a Odea durante la reconstrucción.
- Pero eso era una guerra majestad. Fue una reconstrucción - le dijo Arak.
Yaina suspiró. Arak tenía razón.
- Lucy, ayúdame con el vestido y luego tráeme la cena a la habitación.
- Si majestad. - le dijo inclinando la cabeza.
- Me siento un poco cansada, Arak, - le dijo al escolta con una sonrisa - Ve a comer algo y descansa. No saldré de la habitación hoy.
- Majestad… - comenzó a decir, pero Yaina levantó la mano para detenerlo - Sé lo que quieres decir, pero no hoy, Arak. - le pidió.
- Sus órdenes, majestad. - le dijo - Dejaré dos caballeros en la puerta mientras no estoy - El escolta vio que Yaina asintió mirando su reflejo en el espejo, masajeando su frente con la mano mientras Lucy seguía sacando broches y horquillas, pero no habló - Me retiro. - le dijo Arak girándose para luego salir de la habitación.
Le hizo una seña a los guardias para que estuvieran atentos y caminó por el pasillo.
- ¿Qué demonios estás haciendo primo? - murmuró molesto.
Yaina estaba decayendo, dormía mucho y parecía más cansada.