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1224 Words
Celosos Esa noche, Ducalyon y Kairon estaban enojados. Habían visto como Saros tocaba a Yaina, su marca y su piel. No ayudó el verla sonreírle a Saros con una sonrisa radiante. Su primo parecía estar muy interesado en ella como para ser considerado coincidencia. ¿Qué quería? Kairon aferró sus caderas y mordió su cuello después de liberar sus senos que quedaron marcados y enrojecidos por la fuerza. - ¿Kairon? - preguntó Yaina sintiendo su rudeza no habitual - ¿Qué pasa? Mas lento. - ¡Aghhhh! - Kairon gruñó enterrando sus dientes en el hombro de su esposa mientras liberaba estelas de feromonas - ¡Maldición! -gimió embistiéndola con dureza. Yaina lanzó un grito sorprendida por el dolor que le provocó. - ¡Detente! - pidió con lágrimas en los ojos aferrándose a su espalda - ¡Me lastimas! No más, así no... Ducalyon la miró con ojos nublados por el deseo, pero no se detuvo cuando tuvo el control. Al contrario, intensificó la fuerza y la profundidad. Enterró las uñas en sus caderas para aferrarla con fuerza. - Compañera - siseó el León molesto - Te castigaremos por mirar a otro macho. - ¡Para! -gimió Yaina cuando este levantó sus caderas para embestirla con intensidad. - ¡Eres mía! -exclamó Kairon ignorando las súplicas de su esposa cuando su m*****o se expandió al abrirse paso en su interior y el cuerpo de Yaina respondió apretándole con fuerza. - ¡Kairon, me duele! -sintió como se abría paso en ella como si desgarrara su interior. - ¿Por qué dejaste que te tocara? - le preguntó enojado. - ¿Quién? - Saros - Encontró mi brazalete...Lo había perdido. Ahhh...Ngm..Duele. - No debes dejar que otro macho te toque - gruñó Ducalyon - Llevas nuestra marca. - Tu cuerpo nos pertenece.- gimió Kairon. - ¡Mi cuerpo me pertenece a mi! - le gritó forcejeando con la magia activada por las emociones - ¡No soy propiedad de nadie! - Eres nuestra compañera. Llevarás a nuestro cachorro. - dijo Kairon - Si te embarazamos ningún macho se te acercará. - Deja de decir que soy su propiedad - dijo tratando de alejarse, pero no le daban tregua. - Ducalyon ¿Vas a dejar que Saros vuelva a tocar nuestra marca? - le dijo Kairon en su mente - Lo viste... - Saros es mi hijo también, como tú. - Pero tocó a tu mujer, nuestra compañera y en nuestro territorio...Quién dice que no la tomará si nos descuidamos. - No quiero lastimarla... - le dijo preocupado. - No respetó el sello del león ¿De qué otra forma podemos marcarla? - Nuestro aroma o el de un cachorro de nuestra semilla - Tiene nuestro aroma, la marcamos cada noche y no le importó ¿Qué quieres hacer? No podemos encerrarla, pero no quiero que vuelva a tocarla...¿O tú sí? - No, casi le saco la cabeza cuando lo vi. Es nuestra...- el león dudó. - Tenemos que embarazarla...No podemos esperar... - Dijimos que la esperaríamos... - Pero no estaba Saros rondándola...No me gusta y a ti tampoco... - No quiero que la toque... - No la tocará... - dijo Kairon decidido - ¡Mierda, gatita! - gimió Ducalyon en voz alta - Me estas apretando mucho. Embistió por última vez con todas sus fuerzas y se quedó quieto después de eyacular. La joven lo apretaba y él mismo parecía haberse atascado mientras eyaculaba dentro de ella fijando el m*****o en lo más profundo. Sentía que pulsaba hinchado por la sangre acumulada en el eje y el moverlo era doloroso para ambos. Le había hecho el amor muchas veces y siempre había tenido cuidado con su fuerza. Ducalyon vio las marcas en su cuerpo y tocó su entrada con los dedos haciendo que Yaina diera un respingo llevando una mano al glifo de su bajo vientre que se marcó con más intensidad. Kairon también observó el cambio en el glifo y luego a la unión física. Sacó la mano y la observó para ver los fluidos de ambos mezclados con sangre y se asustó. - Princesa - pidió acariciando su costado tratando de no moverse - Mírame... - Yaina dudo en descubrir su rostro, pero cuando lo hizo reveló las lágrimas que corrían por su rostro -No quise hacerte daño. - se disculpó angustiado -No pude controlarme. Tampoco Ducalyon... Yaina contuvo el aliento y vaciló ante la sensación física del líquido caliente dentro de ella y de la unión que se sentía diferente. - ¿Que está pasando? - le preguntó, pero Kairon no se movió ya que parecía apretarse cada vez más - Déjame ir... - No puedo. - dijo Kairon tratando de retroceder, pero solo logró hacer gritar a Yaina y a el mismo contrayéndose - ¡No te muevas! - le gritó al tiempo que la veía poner la mano en su vientre tratando de controlar el espasmo y con la otra cubrirse el rostro de nuevo. - Sal... - pidió Yaina enojada - No pueden tratarme así ¿Qué les pasa? ¡Me duele! ¡Soy su compañera! Kairon la miró sobrecogido avergonzado por sus palabras. - Cariño, - murmuró acariciándola. - Déjame, salgan de aquí. Los dos... - pidió rechazando su toque y apretando los dientes cuando el dolor regresó por el movimiento - ¡Nnng! - jadeó cubriendo su rostro. Yaina pensó en la situación actual en donde estaba desnuda frente a él con su eje en su interior. Se sintió vulnerable y dolida. Sus sentimientos no habían cambiado ni siquiera después de su rechazo y habían pasado muchas cosas que habían demostrado su compromiso y amor por él. - Yaina….- murmuró Kairon. - Por favor, sal - pidió llorando en silencio girando el rostro para evitarlo. - Soy un imbécil - murmuró inclinándose para cubrirla con su cuerpo apoyándose sobre los codos y escondiendo el rostro en su cuello. - No pensé... - dijo avergonzado Ducalyon también. La dejaron llorar sin moverse ni hablar. Se regañaron a sí mismos por cuestionarla cuando ella había sido transparente con sus sentimientos hacia él y su elección incluso desde que era una niña. Se entregó a él sin reservas, se mudó a un lugar desconocido sin familia y asumió el rol como emperatriz. Tiene que haber sido tan pesado para ella como lo había sido para él. No se había quejado y eso lo había confiado en que estaba bien, pero esta reacción reveló que había más cosas que no estaba en conocimiento y que se había guardado para no preocuparlo. Después de un largo tiempo, intentó moverse para salir de ella liberando feromonas para tranquilizarla. Yaina se aferró a él enterrando las uñas en su espalda. -Si me aprietas así será más doloroso.- le dijo Kairon besando su cuello con cariño mientras salía lentamente de su interior y la abrazaba con fuerza cubriéndolos con las mantas -Duerme un poco, princesa. - murmuró sobre su cabeza al escucharla sollozar. - Quiero que te vayas... - susurró - Tú y Cal, no quiero verlos... - Yaina... - Sal de aquí... - le dijo sin volverse - Salgan... Kairon se levantó indeciso y se vistió en silencio antes de caminar hasta la puerta. La miró antes de abrirla, apenado y luego se marchó escuchando como Yaina comenzaba a llorar.
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