Atrapados
Dentro de la mina, cuando el polvo se asentó, Arak levantó la cabeza para comprobar el entorno. La entrada hacia el sector estaba cerrada, pero había suficiente espacio y aire para la joven y él. Al parecer estaban en la parte más profunda por lo que la composición era más firme que hacia las capas más externas. Miró a la joven que estaba en sus brazos y sonrió ya que sus ojos brillaban con magia Debido a que los había rodeado con un escudo antes de que todo colapsara.
- ¿Está bien majestad? - le preguntó, revisándola y limpiando su rostro con una manga.
- Creo que sí. - le dijo moviéndose, pero se encogió cuando una punzada atravesó su estómago y la hizo volver a quedarse quieta.
- ¡Majestad! - exclamó Arak.
- No te preocupes. - le dijo con una sonrisa para tranquilizarlo - debo haberme golpeado sin darme cuenta. Me quedaré aquí.
Arak la miró preocupado al ver que ponía ambas manos sobre su vientre y cadera, pero ya la conocía lo suficiente para saber que interrogarla no serviría. Se levantó con cuidado para revisar alrededor y caminó hacia la entrada
- ¡Arak! - escuchó a Yaina decirle a su espalda con una voz visiblemente preocupada - ¡Estás herido!
El joven la miró y luego a si mismo, pero no vio ninguna herida importante.
- Tu espalda. - le indicó un sector cercano sobre la escapula izquierda.
Arak se tocó con la mano y sintió la carne y sangre.
- Debe haberme golpeado una roca. - le dijo como si no importara -Aún puedo mover el brazo - le dijo mostrándole - Lo trataré cuando salgamos.
- Puede infectarse. - dijo Yaina.
- Si, pero no puedo hacer nada por ahora. - le dijo - concentrémonos en salir.
- Pero yo si, usaré magia curativa.
- No, majestad. Debe guardar su energía para salir de aquí.
- Abriré un portal. - le dijo levantándose, pero se volvió a sentar, inestable - Wow. Estoy mareada. - se disculpó mientras Arak la sujetaba cuando la vio.
- Majestad. - la regañó - Su magia está muy inestable desde hace días. Descanse primero.
La llevó a una roca cercana y la ayudó a sentar con cuidado.
- Debo estar muy cansada. - mintió.
No había tenido crisis desde la que ocurrió en el palacio y ahora estaba asustada de tener una con Arak presente. Podría congelarlo hasta matarlo en esas condiciones.
- La entrada esta sellada con el derrumbe. - le informó el joven acercándose de nuevo a ella después de revisar la pared cerrada.
- Estamos en el sector más profundo de la mina. - le dijo Yaina - No hay corrientes de aire para activar la magia de viento, pero puedo hacer un portal en cuanto pueda recuperar el aliento.
-Trate de dormir un par de horas- le dijo ayudándola a apoyarse contra la pared de roca y luego la cubrió con su chaqueta pudiendo observar la tela rota y ensangrentada que le había señalado la joven - Estará mejor cuando despierte. Me quedaré junto a usted.
Se sentó a su lado como si estuviera en una pradera lo que hizo reír a Yaina.
- ¡Vaya! - le dijo cerrando los ojos con una sonrisa – No debí haberme preocupado tanto.
- ¿Majestad?
- Ya tenías todo controlado. - murmuró - Siento haberte preocupado. Fui impulsiva.
- Es mi trabajo protegerla, majestad. - dijo, apoyándose en la pared como ella - Debería confiar más en sus escoltas.
- Claro que confío Arak, - le escuchó murmurar adormilada - pero me prometí no perder más gente que me importa. - Arak la miró sorprendido, pero no dijo nada. Solo sonrió suavemente - Lamento haberte golpeado en la taberna aquella vez, Arak. -la escuchó murmurar - Nos habrías atrapado y esa misión era valiosa.
- Fue una buena pelea. - le dijo Arak sonriendo - Deberíamos hacerlo otra vez.
- Me gustaría. -murmuró Yaina con voz cada vez más débil.
- ¿Majestad? - le preguntó Arak preocupado al ver su frente perlada en sudor.
-Tranquilo. - murmuró sin abrir los ojos - Gasté mucho maná y estoy cansada.
- Descanse un poco. Estoy aquí. - le dijo tocando su frente. Estaba muy helada.
Recordó el día del enfrentamiento con el rey de Odea y como la joven había bajado su temperatura a niveles peligrosos debido a la explosión de la magia y también las palabras del hombre de cabello plateado que los jóvenes maestros Derk llamaban “padre” en los entrenamientos donde les recordó al Duque y a ella que la magia de hielo estaba en su sangre, pero que su cuerpo humano no podría controlarla del todo. Por eso sufrían esas “crisis” como el Emperador y Don las llamaban. ¿Su cuerpo podría colapsar hasta no poder recuperarse? Sabía que la magia de hielo y de viento de los Corelia era asombrosa. Lo había visto por si mismo, pero ese gran poder tenía un costo muy alto para ellos. No le gustaba la idea de que algo le pasara.
Te Sacaré de Aquí
Yaina abrió los ojos lentamente para recorrer el lugar. Estaban en la mina, recordando con una mueca. Se tocó las manos consciente de que su temperatura era baja. ¿Arak lo habría notado? No quería preocuparlo. Se enderezó con dificultad por la punzada en su vientre. ¡Qué incómodo! pensó enojada consigo misma por sentirse tan débil.
- ¡¿Majestad?!- dijo Arak, acercándose a ella cuando el ruido lo alertó.
- ¿Cuánto dormí? - le preguntó agradecida por la luz baja que emanaban las piedras mágicas que les permitían ver tenuemente como luces de una vela.
- No puedo decir un tiempo, pero creo que varias horas.
- ¡¿Me dejaste dormir tanto?! - le regañó.
- ¿De que servía despertarla sin un adecuado descanso? - respondió Arak - Estaba exhausta.
- Tienes razón, lo siento. - le dijo Yaina levantándose, pero la punzada volvió a detenerla haciéndola extender la mano para no caer
- ¡Majestad! - dijo Arak, sujetándola por la cintura a tiempo.
- Debo estar muy golpeada. - murmuró con una sonrisa para no preocuparlo - El emperador me regañará.
- Ya le ha dado varios sustos, majestad. - le dijo - Debe cuidar su cuerpo.
La joven palmeó el brazo que la sostenía.
- Lo prometo. - le dijo, escondiendo una mueca de dolor, pero que Arak pudo ver con claridad frunciendo el ceño - Salgamos de aquí.
Con la ayuda de Arak mantuvo una postura erguida para extender el brazo hacia el frente activando la magia en su palma y ojos.
- Ahhh -se quejó, pero negó con la cabeza cuando Arak trató de disuadirla de abrir el portal.
El círculo de energía azul brilló con intensidad mientras los grabados giraban hacia y en contra del sentido del reloj.
- No deja de asombrarme cada vez que lo veo, majestad. - le dijo Arak con honestidad - Es maravilloso.
- Si esto te gusta. - le dijo Yaina con una sonrisa - Te divertirás cuando vivamos en la Torre. Definitivamente será genial.
Yaina cerró los ojos para concentrarse en el lugar donde estaban los caballeros y Saros a fin de poder dirigir el portal lo más cerca y se mordió el labio con fuerza para no quejarse cuando canalizó la magia para activarlo.
En cuanto lo hizo, una imagen brumosa fue tornándose cada vez más clara hasta mostrar el bosque cercano con varios caballeros y mineros moviendo materiales y cosas. Vio a Saros dando órdenes y ayudando a la par. Estaba amaneciendo.
Yaina se sentía extrañamente más débil de lo que hubiese esperado por abrir un simple portal, pero no iba a enojarse por eso. Arak debe haber visto su cansancio ya que tomó su brazo libre para pasarlo por su cuello a fin de afirmarla y su otro brazo sostuvo su cintura.
- Salgamos de aquí, majestad. - le dijo con seguridad a lo que Yaina solo asintió en silencio - ¡Aquí! - gritó cuando dio un paso en el umbral del portal - ¡Hey! - gritó, llamándoles la atención.
Saros se giró en dirección del ruido mientras varios caballeros se volvían a su vez en la dirección del portal que brillaba intensamente a esa hora del amanecer.
- ¡Ayúdenlos! - gritó Ciro al tiempo que sujetaba a Yaina mientras Arak caía de rodillas junto a ella, agotado.
Había guardado silencio por la herida, pero a medida que pasaban las horas el dolor se había vuelto intenso. Cuando vio a la joven despertar y activar su magia a pesar de estar malherida, se mantuvo alerta para ella como su escolta y protector. Después vería su propio dolor.
Varios caballeros se acercaron a Arak para ayudarlo.
- Está herido. - gritó alguien - ¡Necesitamos limpiar la herida!
Saros llegó a su lado e hizo una seña para que lo acompañaran, pero Arak se negó.
- No, - dijo serio levantándose por sí mismo sorprendiendo a sus colegas- Debo estar con la maestra.
- Bien, - le dijo Saros mirando a Yaina - Que así sea. - No se veían heridas graves visibles, pero estaban sucios y cubiertos de tierra - ¡Dámela! - pidió a Ciro. - Volveremos al castillo. Preparen los caballos. - gritó - Que cinco caballeros se queden con la gente hasta que lleguen las carretas para bajar a los heridos! ¡El resto conmigo!
- No grites en mi oído. - escuchó murmurar a Yaina con una leve sonrisa mientras se dejaba tomar por Saros sin protestar al tiempo que cerraba los ojos y el brillo de sus manos y ojos desaparecía cerrando el portal.
- Me diste un susto de muerte. - la regañó con los dientes apretados.
- Ya estoy aquí. - murmuró.
- ¡Estas muy helada! - le dijo, acercándose a su caballo.
- La magia es de hielo. - se burló Yaina sin abrir los ojos - Debería ser helada.
Saros hizo un gesto a Arak para que la tomara antes de saltar al lomo del caballo y extender los brazos para recibirla.
- Me quedaré tranquilo hasta que te revisen. - le dijo, aferrándole cuando la vio hacer una mueca de dolor - ¿Puedes montar? - le preguntó a Arak quien se inclinó y en dos zancadas ya estaba sobre un caballo.
- Nadie me separará de la maestra. - le dijo con seguridad absoluta.
- Digno del comandante de los caballeros imperiales. - dijo Saros con una inclinación de cabeza - ¡En marcha! -gritó, haciendo avanzar al caballo - Tengo que hacerlo correr. - le dijo a Yaina quien sudaba frio.
- Creo que voy a desmayarme. - reconoció, cerrando los ojos.
- ¡Hey! ¡No te duermas! -le gritó - ¡Yaina!
No hubo respuesta.
Yaina estaba inconsciente. Preocupado, aceleró el caballo mientras se dirigían al castillo a toda carrera.