Harry dudó durante un largo rato y pensó en abrir las cortinas plateadas y verdes de la cama que había junto a la suya, sólo para asegurarse de que Draco todavía dormía.
Entonces un largo ronquido lo tranquilizó. Harry sonrió mientras salía de puntillas de la habitación, pasando junto a Greg y Vince, profundamente dormidos, y la cama vacía de Blaise. El otro chico de Slytherin se levantaba temprano cada mañana, y parecía que el sábado no era una excepción.
Sin embargo, definitivamente era una excepción para Draco, que era la razón por la que Harry había escogido escabullirse ahora. Una vez que estuvo en la sala común, en realidad rompió en un trote. Nadie estaba allí tan temprano por la mañana, excepto un chico de séptimo año que se había quedado dormido en una silla con un libro en el regazo. Abrió un ojo mientras Harry se apresuraba a pasar, luego bufó y volvió a cerrarlo, sin dignarse a hablar con alguien cuya cabeza apenas alcanzaba su pecho.
Harry salió por la puerta y la cerró cuidadosamente detrás de él. Una vez que estuvo cerrada, se mezcló con la unión de la pared de piedra y era difícil de ver. Harry sacudió la cabeza. Los Slytherin eran increíblemente paranoicos, pensando que ninguna de las otras Casas debía estar segura de dónde vivían exactamente.
Por supuesto, podría decir lo mismo acerca de los Gryffindor. Los prefectos de Gryffindor estaban siempre vigilando para asegurarse de que nadie más— especialmente ningún Slytherin—siguiera a los más jóvenes de regreso a la Torre. Los Gryffindor viajaban en grupos de sus propios compañeros de año, al igual que todos los demás miembros de la escuela; Harry había estado en Hogwarts sólo una semana, y ya sabía que las amistades entre las Casas eran raras. Y por supuesto no sabía la contraseña de Gryffindor.
Nada de eso iba a importar.
Él sacó su varita, ciprés con corazón de dragón y la colocó sobre su palma. — Apunta a Connor Potter —ordenó, lanzando toda su voluntad. Su padre insistió en que este no era un hechizo duro, pero había drenado a Harry las pocas veces que lo intentó en el pasado. Por supuesto, eso fue con una varita de práctica; tal vez funcionaría mejor con la real.
Parecía que sí. La varita giró sobre su palma, luego se detuvo, señalando hacia adelante. Harry sonrió y comenzó a caminar por el pasillo de la mazmorra.
Subía escalera tras la escalera, y la varita a veces vibraba, pero siempre le mostraba enseguida donde necesitaba girar. Harry se agachó de Peeves, que no pareció notarlo, esquivó los retratos quejumbrosos y medio despiertos, y esperó pacientemente mientras una escalera en movimiento trataba de decidir dónde volcarlo. Cada vez después de eso, él se movía, con los ojos fijos en la varita mientras ella cambiaba. Al fin, la varita lo llevó a un retrato de una mujer dormida vestida de rosa, vibró una vez y se quedó quieta.
Harry asintió y se sentó afuera del retrato. La mujer resopló una o dos veces y se despertó cuando había estado allí durante diez minutos.
—¿Quién eres tú, querido? —preguntó, mirándole fijamente. Si se daba cuenta del escudo de Slytherin en sus túnicas, no parecía inclinada a comentar, por lo que Harry estaba agradecido.
—Mi nombre es Harry Potter —dijo en voz baja—. Soy el hermano de Connor, ¿sería posible que vaya a verlo?
—Ciertamente, querido, si tienes la contraseña.
Harry sacudió la cabeza. —Entonces esperaré aquí por él —dijo, y se apoyó en la pared. Connor nunca había sido un madrugador ni siquiera los sábados cuando no tenían una agotadora semana de clases detrás de ellos. Harry dudaba de que eso fuera diferente aquí. Connor tendría que salir a desayunar al Gran Comedor tarde o temprano, y entonces él y Harry hablarían.
—Como desees —dijo la mujer encogiéndose de hombros, y empezó a tararear mientras se examinaba las uñas. De vez en cuando le lanzaba una mirada. Harry se concentró en su respiración. Había conseguido ser muy bueno en estar quieto durante horas cuando estaba en casa, practicando para el momento en que podría estar siguiendo a Connor en una misión peligrosa en el corazón del territorio enemigo. Después de estar callado durante diez minutos, el retrato pareció olvidarse de él, y las personas que entraban y salían del retrato—ninguno de los cuales eran Connor—ni siquiera miraron a Harry.
Y entonces, sorpresa de las sorpresas, Connor subió por el pasillo que se dirigía al Gran Comedor, Ron a su lado. Harry tragó un nudo inesperado en su garganta. ¿Ha cambiado tanto ya? ¿Cómo voy a seguir con él?
Ron estaba en medio de una broma cuando Connor levantó una mano para detenerlo. Harry estudió críticamente su postura, luego asintió. Lo haría. Su madre había estado tras Connor durante años para que se sentara más recto y se expresara con la gracia que un buen líder del mundo mágico debería tener. Al parecer, algunas de sus lecciones habían sido ya borradas.
Entonces los ojos de su gemelo atraparon los suyos, tranquilo e intenso, y Harry no pudo pensar en otra cosa.
—Harry —dijo Connor, con los ojos ensombrecidos y la voz apenas a un lado de lo formal—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Pensé que podríamos hablar —dijo Harry, desplegándose de la pared. Vio el rostro de Ron enrojecido, pero el otro niño estaba detrás del hombro derecho de Connor, donde Connor no podía verlo—. Por favor, Connor, sé que no he actuado como tu hermano esta semana, pero hay cosas que necesito aclarar.
Connor se mordió el labio por un momento, observándolo. Harry miró hacia atrás. Se sorprendió de lo joven que parecía su hermano, y lo usó para asegurarse de que nada había cambiado. Connor seguía siendo un niño inocente, y su inocencia era todavía de Harry para proteger y mantener.
—Está bien —dijo Connor repentinamente—. Entonces, entra —se acercó al retrato de la mujer de rosa y dijo algo, demasiado bajo para que Harry pudiera oírlo. Ella asintió, y el retrato se giró hacia fuera, revelando una entrada redonda más allá.
Eso pareció despertar a Ron de su estupor. —¡Connor! —objetó—. No puedes pretender invitarlo a entrar.
Connor se volvió y lo miró furioso. Harry agachó la cabeza para cubrir una sonrisa, sintiendo que no sería diplomático en este momento. —¿Y por qué no?
—¡Es un Slytherin!
—Es mi hermano —corrigió Connor, y luego le hizo un gesto a Harry—. Además, nunca va a hechizarme en la sala común —agregó brillantemente, y luego desapareció por el agujero mientras Ron seguía protestando y Harry seguía avanzando hacia él.
La bola de tensión en medio del estómago de Harry se disolvió. Sonrió a Ron, que le frunció el ceño, pero lo siguió hasta la sala común, donde Connor se tiró en una silla frente al fuego y declaró: —¡Gané!
Harry miró a su alrededor. La sala común estaba furiosa con el color, brillante y cálido con oro y rojo. Sillas y sofás estaban por todas partes, más anchos que los de la sala común de Slytherin, como si los estudiantes se sintieran libres para sentarse juntos. El corazón de Harry se calentó y se hundió al mismo tiempo. Se alegraba de que Connor tuviera un lugar como éste, un lugar que se sintiera como en casa. Al mismo tiempo, su resentimiento de una semana hacia el Sombrero Seleccionador se había despertado. Debería estar aquí también, donde podría sonreír a los chistes de Connor y ver su espalda y jugar Snap Explosivo con gente como Ron Weasley.
Harry todavía no sabía por qué el Sombrero lo había colocado en Slytherin. Se preguntó si alguna vez lo descubriría.
Bueno, por lo menos puedo hacer esto, se dio cuenta, cuando se dio la vuelta y notó que Connor y Ron estaban esperando a que él tomara asiento. Puedo asegurarme de que soy invitado otra vez.
—Siéntate, Harry —dijo Connor—. Y luego cuéntanos acerca de Slytherin ¿Es cierto que te hacen comer serpientes para el desayuno todos los días durante un mes? —sonaba nauseoso y fascinado al mismo tiempo.
Harry sonrió y se sentó en una silla que casi lo abrazó. Resistiendo el impulso de retorcerse hasta sentirse más cómodo, dijo: —No, pero es verdad que todo el mundo sonríe con superioridad todo el tiempo, pero aún no he descubierto por qué.
Connor se echó a reír. Harry se bañó en el sonido. Extraño esto. Ojalá estuviera a su lado a cada momento. Pero hacer un escándalo me haría llamar la atención. Es hora de reparar los puentes.
Ron le dio la oportunidad perfecta estallando con, —Pero el Sombrero te puso en Slytherin. Debe ser por una razón.
Connor dejó de reír y miró a Harry. Sus ojos brillaban con ese fuego interior que Harry sabía que haría de él un gran líder algún día, cuando él fuera capaz de vivir una infancia normal y luego dejarla y entrar en una extraordinaria edad adulta. —Sí, Harry —dijo—. Quiero saber por qué.
—Lo he pensado —admitió Harry en voz baja—. Sólo he pensado en dos razones, sin embargo, y sólo una de ellas es buena.
—Puedes hablarme de los dos —dijo Connor, y extendió la mano por encima de las sillas—. Lo prometo, cualquiera que sea la razón que hayas imaginado, sé que mi hermano no puede ser malvado.
Harry cerró los ojos. —Bueno, una es que podría ser capaz de espiar a los niños de las familias que solían ser mortífagos. Podría escucharlos hablar con sus padres, descubrir lo que piensan acerca de Voldemort, y darte información que puedas utilizar en la guerra.
Abrió los ojos para encontrar a Connor tocando su cicatriz, como lo hacía cada vez que alguien decía el nombre de Voldemort. Harry se preguntó si le dolería. Él quería preguntarle a Connor si había sangrado desde que vinieron aquí, pero Ron estaba interrumpiendo.
—¿Y cuál es la otra razón?
Harry se lamió los labios. Esta era la parte que no quería decir en voz alta. Pero Connor estaba allí, esperando, con los ojos abiertos y luminosos. Harry recordó las palabras que Connor acababa de pronunciar. Sé que mi hermano no puede ser malvado.
—Quizá sea realmente un Slytherin —susurró—. Tal vez, de alguna manera, todo el mundo lo ignoró... mamá, papá, Sirius, todo el mundo...
No pudo hablar después de eso, porque Connor lo había empujado en un abrazo tranquilizador. Harry apoyó la cabeza en el hombro de su hermano y se quedó allí. Se suponía que era él el que tranquilizaba y reconfortaba la mayor parte del tiempo, pero a veces, estaba bien si Connor lo hacía. Harry conocía su lugar, y si su hermano necesitaba que alguien fuera fuerte para él, así como alguien que lo protegiera tan bien que ni siquiera notaba que estaba sucediendo, Harry también podría hacerlo.
—No eres un Slytherin —le susurró Connor—. Creo que hay una tercera posibilidad: el Sombrero cometió un error, eso es todo, es viejo. Tal vez comienza a olvidarse de las cosas como lo hizo Frederick el Desaliñado.
Harry sonrió, recordando el retrato del viejo mago que había colgado en la pared de la habitación de sus padres. Primero había olvidado los nombres de todos en la casa, llamando a Harry por el nombre de su abuelo y a Sirius por el de su madre. Entonces empezó a caminar de un retrato a otro vestido sólo con su albornoz. Entonces se convenció de que todavía estaban en guerra contra Grindelwald, y sus padres tuvieron que resignarse con el retrato. La imagen mental del Sombrero Seleccionador perdiendo la razón en la canción animó a Harry inmensamente.
No puedo ser malo. Connor dice que no puedo, así que no lo soy.
—Nunca voy a renunciar a ti como nuestros padres hicieron con Frederick —dijo Connor, alejándose de él y mirando firmemente a los ojos de Harry—. Sé que el Director Dumbledore probablemente no consentiría en dejarte entrar en Gryffindor, pero todavía podemos ser amigos y jugar juntos, y por supuesto que pasaremos la Navidad juntos —él asintió con firmeza, luego sonrió. Era una sonrisa descarada, del tipo que Harry recordaba a Connor dando justo antes de que intentara jugarle una broma a Sirius que siempre saldría al revés—. Y si alguien intenta convencerte de que eres un Slytherin, entonces puedes simplemente decirles que sólo estás ahí por un error.
Harry soltó un pequeño suspiro aliviado, sintiéndose mejor de lo que jamás había imaginado que pudiera cuando llegó al agujero del retrato. —Gracias, Connor — dijo—. Sabía que me consolarías, pero es mucho mejor oírte decirlo.
—Supongo que puedo aceptar eso —dijo Ron, aunque no parecía completamente convencido—. ¿Realmente deseas estar en Gryffindor, Harry?
Harry decidió tomarlo como una señal de progreso el que dijera "Harry" y no "Slytherin". Se volvió hacia Ron y asintió. —De todo corazón —dijo—. Es la Casa en la que estaban nuestros padres, y nuestros padrinos, y ahora mi hermano —miró a Connor y recibió un golpe en el hombro a cambio, como si Connor se opusiera a llegar al final de la lista, aunque estaba sonriendo. Harry devolvió su mirada a Ron—. Es el lugar al que pertenezco —terminó—. No voy a dejar que Slytherin me transforme en algo que no soy, lo prometo.
—¿Por qué eres amigo del maldito Malfoy, entonces? —preguntó Ron—. Si lo que dices es verdad, entonces deberías despreciar a todos ellos, ¡y a ese imbécil más que al resto!
Harry suspiró suavemente. —Ha decidido que quiere ser mi amigo —admitió—. Y es más fácil responderle que ignorarlo todo el tiempo, además, su padre era un Mortífago, todavía podría ser capaz de espiar a Draco y obtener información sobre Lucius Malfoy a través de él.
Ron solo sacudió la cabeza, pero parecía un poco más cómodo en la compañía de Harry que antes. —Bueno, no lo invites a él la próxima vez que vuelvas —murmuró y subió corriendo las escaleras.
La próxima vez que regreses. Harry ocultó la pequeña llama de alegría que se encendió dentro de él hasta que se volvió hacia Connor, y lo vio confirmado en sus ojos y sonrisa. Luego se dejó sonreír.
—Me aseguraré de que tengas las mismas oportunidades que yo —le prometió Connor, mientras iban al portal—. Ron terminará con su desconfianza y luego podremos ir juntos, sus hermanos son los mejores bromistas que he visto, me han prometido enseñarme todos los pasajes secretos. Iré a buscarte cuando los vayamos a explorar.
Harry asintió con la cabeza. Tenía que regresar a la mazmorra de nuevo, y no le pediría a su hermano la contraseña de Gryffindor—había demasiadas posibilidades de que pudiera revelarla accidentalmente a alguien de Slytherin—pero se sentía más a gusto de lo que lo había sido desde las clases habían empezado. —Adiós, Connor.
Connor le sonrió mientras salía por el agujero del retrato. —Adiós, Harry.
Harry aún podía ver la sonrisa cuando llegó al Gran Comedor.
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Draco entrecerró los ojos mientras observaba a Harry entrar en el Gran Comedor y acercarse a la mesa de Slytherin. Ya estaba malhumorado porque había despertado para no encontrar a Harry y a Vince y a Greg sin ninguna ayuda en cuanto a dónde había ido. Entonces vio a un chico de sexto año que dijo que había visto a Harry caminando arriba.
Arriba probablemente significaba a la Torre de Gryffindor, pensó Draco. Y al imbécil de su hermano.
Draco supo que significaba eso cuando Harry se sentó a su lado y en realidad le dio una sonrisa que Draco no tuvo que sacarle. Por desgracia, eso sólo hizo a su mal humor empeorar.
—¿Dónde has estado? —susurró, mientras Harry amontonaba su plato—. Quería ir a la biblioteca.
Harry hizo una pausa para mirarlo descaradamente. —¿Antes del desayuno?
Bueno, Draco admitió para sí mismo, eso era un poco estúpido. —A desayunar, entonces —dijo—. Dime dónde estabas.
—Visitando a Connor —dijo Harry, el imbécil que tuvo la audacia de mirarlo como si todo estuviera bien con el mundo, con pequeños pájaros azules cantando en los rincones de la habitación. Tomó una mordida de su desayuno, no pareciendo importarle que él hubiera indispuesto a Draco de su apetito enteramente. Draco ya había terminado de comer, por supuesto, pero ese no era el punto.
—¿Por qué quieres visitarlo? —preguntó Draco, incapaz de evitar que un chillido saliera de su voz—. Estás en Slytherin, y él está en Gryffindor.
Harry hizo una pausa durante un largo momento, luego se volvió hacia el banco para enfrentarse a Draco. Su rostro se había vuelto completamente serio, y cuando Draco se asomó fuera de su escudo, pudo sentir el poder de Harry, concentrado en una flecha que le apuntaba. Hizo una mueca de dolor y reparó su escudo.
—Draco —dijo Harry suavemente—, no estoy desagradeciéndote por todo lo que has hecho por mí, trataste de hacerme sentir bienvenido en Slytherin y… y, bueno, con algo de la política detrás del Chico-Que-Vivió, eso no puede ser fácil.
Draco se quedó quieto. Él no iba a desperdiciar los cumplidos. Además, Harry no podía sentir su propio poder, y no sabía que él era, o se suponía que debía ser, la liberación de Draco del aburrimiento.
—Pero hay una cosa que tienes que entender —Harry continuó, inclinándose más cerca. Su desordenado cabello n***o cayó sobre su frente, cubriendo completamente su cicatriz y sombreando sus ojos verdes—. No importa lo que nos suceda en la escuela, no importa en qué Casa estoy, o en la que Connor esté, no importan las clases que tomemos, mi primera lealtad siempre va a ser para mi hermano. Incluso me he arreglado con Ron Weasley...
—No sabía que los Weasley tuvieran importancia —dijo Draco, furioso y herido.
—Cualquiera que sea el amigo de mi hermano es importante para mí —dijo Harry con calma—. Y sigo pensando que debería haber estado en Gryffindor, así que aprecio todo lo que has intentado hacer por mí, pero no quiero dejarte bajo falsas impresiones. No puedo ser tu amigo, no totalmente. Mi primera responsabilidad es siempre ser el hermano de Connor —hizo una pausa, luego se encogió de hombros, algo en sus ojos que no era bastante arrepentimiento—. Lo siento si eso te hace daño
Se dio la vuelta y comenzó a comer de nuevo, dejando a Draco mirando un lado de su cabeza. Pero las propias emociones de Draco no eran ira o dolor, ni frustración, sino shock.
Él cree que debería haber estado en Gryffindor? No sentir su propio poder es una cosa, pero... ¡Gran Merlín! ¿Es ciego?
Debe serlo, pensó Draco, y sus ojos se estrecharon mientras cambiaba sus planes ligeramente. Harry no iba a ser sólo un premio a ganar, o una liberación del aburrimiento. Él era un Slytherin que iba a ser obligado a reconocer que era un Slytherin.
Si puedo ganar esa victoria, pensó Draco, no importará lo que el Héroe de Gryffindor haga o diga. Todavía lo habré conseguido. Y entonces Harry será más divertido que nunca, una vez que sepa la verdad sobre sí mismo.
Satisfecho con su propio razonamiento, Draco esperó pacientemente a que Harry terminara de desayunar.