Capítulo 4

1608 Words
Me senté para asimilar el significado de sus palabras, era la oportunidad que necesitábamos, que uno de los pilares de una red criminal como la de Aracelio Iglesias se regalara de esa forma en un hotel tan frecuentado como el hotel nacional era una posibilidad de un millón, sí realmente lograbamos lo que Ben decía sería mucho más fácil lograr vengarnos de Aracelio, la pregunta era ¿Cómo lo haríamos? —¿Qué tienes en mente para lograr llegar hasta Mauricio?—pregunté a Ben pero fue Gisselle quien me respondió. —El plan es que tú estés hospedada en el hotel una vez él llegué a el. Según lo que pude averiguar Mauricio es un cabrón con principios. Es la mano derecha de Aracelio pero no le gusta ensuciarse las manos por lo que solo se ocupa de la parte jurídica y financiera de la red y no puede ver ningún tipo de maltrato hacia una mujer sin hacer nada. Estuve investigando y al parecer su madre sufrió de violencia doméstica por parte de su padre cuando era un niño, por los reportajes periodísticos supe que su padre acabó matando a golpes a su madre, fue un verdadero escándalo, se publicó en todos los periódicos y r************* , así que en cierto modo está traumado debido a esto y no permite ninguna muestra de violencia en su presencia. —Sigo sin entender a donde nos lleva esto, ¿De que nos sirve? Yo me hospedo en el hotel ¿Y luego?—pregunté un poco confusa. Había bebido demás en el restaurante y ahora el alcohol estaba haciendo estragos en mi cabeza. —Luego Saúl aprovechará el mejor momento para hacer una escena de esposo celoso. Te maltratara delante de todos y entre ellos de Mauricio, ahí si todo sale bien el se interpondrá y esa será tu oportunidad—finalizó Gisselle y se ajustó los lentes recostandose al asiento. —Este es el momento para el que te he estado preparando Alexa, no puedes fallar. Tienes que lograr que ese hombre confíe en ti, que te abra las puertas de su mundo para que tú puedas hacer que arda en llamas—dijo Ben suavizando su tono de voz, podía notar que estaba tenso y lo comprendía esta era la única oportunidad que habíamos tenido en todo este tiempo y un solo error podría arruinarlo todo, perderíamos todo por lo que habíamos luchado. Sí fallaba no sería Aracelio Iglesias y todos los que trabajaban para él los que acabaran destruidos, seríamos nosotros y cientos de personas seguirían pasando por lo mismo que nosotros habíamos pasado. —¿Cuándo he de hacerlo? *** —Amor por favor, necesito que entiendas que esta es la única posibilidad que tengo de poder vengar la muerte de mi padre, de poder evitar que ese mal nacido le haga lo mismo a otras familias. Es algo que tengo que hacer pero no puedo si tú no me apoyas—tras la conversación en la mansión había venido lo más pronto posible a nuestro depa, tenía la decisión tomada y lo haría, el día que supe la verdad sobre la muerte de papá me había jurado que le vengaría fuera como fuese así costara todo. Mauricio llegaría en tres días, pero seguramente antes llegarían hombres de su seguridad para cerciorarse de que todo estuviera en orden, para ese entonces ya Saúl y yo debíamos estar hospedados en el hotel como una pareja más. Saúl era un tío taciturno y de actitud intimidatoria, solía encargarse de la seguridad de Benjamín, lo cual lo hacía el más indicado para este trabajo. Solo que deseaba que Fabián entendiera mis razones y se mantuviera a mi lado como siempre, más ahora que nos íbamos a casar. Esta sería la primera prueba por la que pasaría nuestro matrimonio y necesitaba saber que la superaríamos. —Alexa, te estás dejando cegar por la venganza y por Benjamín. ¿Cuando verás que él solo te manipula? Se suponía que hoy debíamos celebrar nuestro compromiso y tú me dices que irás por no sé que tiempo al hotel nacional para ganarte a no sé que tipo—dijo algo enojado y en verdad le comprendía, yo no era la mejor de las parejas, y era porque nuestra relación no era mi prioridad sino lo era la venganza, pero que dijera que Benjamín me manipulaba era algo que no pensaba admitir, Ben era un hombre grandioso nunca sería capaz de hacer algo así. —No hables así de Ben, él estuvo ahí para mí cuando ni tú ni nadie más lo estuvo, él me ha ayudado y apoyado todo el tiempo en cada una de mis decisiones. Algo que tú también deberías de hacer como mi prometido y la persona que me dice amar—dije preparando una maleta con ropa informal de vacaciones. Él se acercó a mí y tomó mis manos en las suyas. Besó mis labios lentamente y con cariño y yo se lo devolví con mucha más pasión. —Perdóname nena, tienes razón, como siempre. No estoy de acuerdo con lo que haces y lo sabes, creo que deberías dejar ir a tu padre de una forma más sana que buscando venganza pero es tu decisión preciosa, y yo te voy a apoyar siempre en lo que seas que decidas. Necesitas ir, adelante, yo estaré aquí esperándote con una boda que preparar para cuando regreses—esta vez fui yo la que le besé a él. Fabián no paraba de sorprenderme, de mostrarme su amor incondicional. Saúl me recogió una hora más tarde para ir al hotel, Gisselle había conseguido hackear el sistema del hotel de forma que apareciera registrada una reservación a nombre de Mario García y Patricia Rivero de García de hace más de un mes. Le pedí a Saúl que antes de llegar al hotel hiciéramos una pequeña parada en el cementerio, tenía que explicarle todo a papá. De madrugada el cementerio era un lugar bastante tenebroso, habían todo tipo de ruidos y sombras que hacían que se te pusiera la carne de gallina. —Hola papá, soy yo de nuevo—dije llegando hasta su lápida—papá te tengo buena y malas noticias. Comenzaré por las buenas ¿vale? Fabián me ha pedido que me casé con él y he aceptado, ¿A qué es chulo el anillo?—dije observando el anillo y las ganas de llorar me invadieron. Siempre el sueño de mi padre había sido el entregarme en la iglesia, le gustaba fantasear con eso a cada ratos e incluso todos los meses guardaba un dinerito para cuando me casara comprarme un bello vestido de novia, recordaba como me decía que quería que me vistiera como la reina que era el día de mi boda, que nunca podría existir una novia más hermosa que yo y que ese día sería el tercer día más feliz de su vida, el primero fue el día que conoció a mamá, el segundo el día de mi nacimiento y el tercero el día de mi boda. Pero por culpa de un desgraciado no podría estar ahí, se murió sin verme cumplir su sueño, sin llevarme al altar y entregarme a mi esposo. —Las malas noticias son que no podré venir a verte por un tiempo. Estoy cada vez más cerca de poder llegar al cabrón que te hizo esto y tengo una posibilidad de poder llegar más rápido a él y desde dentro. Finalmente podré hacerle pagar por todo lo que te hizo papá, por el sufrimiento que ocasionó y por separarnos. Tú no te preocupes por mí, yo estaré bien. Solo necesito que sepas que te amo con todo mi ser y que esto lo hago por ti. Adiós papá, prometo que vuelvo lo más pronto que pueda. —¿Estás bien? Te ves algo pálida—preguntó Saúl cuando volví a subir al auto. Limpié mis lágrimas y miré para donde estaba la tumba de papá. No estaba bien, cada día pesaba más pero era una carga que estaba obligada a tener que soportar, solo que cada vez quedaba menos para que se la devolviera a la persona que me la había impuesto. Pronto dejaría ir esta carga y tendría la liberación de saber que la muerte de mi padre, de la hija de Ben, y de muchas otras personas que no merecían morir estaban vengadas. —Sí, estoy bien, no te preocupes. Mejor vayamos al hotel antes de que amanezca. Cuando llegamos al hotel la luz del sol comenzaba a iluminar las calles. Era una vista preciosa ver como el sol salía e iba alumbrando todo el cielo. Cuando entramos Saúl se dirigió a la recepción y yo me mantuve mucho más atrás, prácticamente en la entrada del hotel. No sabía quienes de los hombres de Mauricio pudieran estar ya apostados en el hotel vigilando todo el ambiente y si queríamos que todo funcionara bien debíamos fingir y aparentar desde el comienzo. —Patricia, ven aquí necesito tu identificación—gritó Saúl desde el buró de la recepción y yo fui a paso lento hasta él y le entregué el documento que me pedía. La recepcionista nos entregó las copias de la llave de la habitación junto con nuestras identificaciones. Nos volvimos para ir al ascensor y Saúl me tomó del brazo en un movimiento un poco brusco pero mis ojos conectaron con los de alguien más. Desde la entrada del hotel, ataviado con un excelente traje de Armani, miraba fijamente con los ojos ardiendo en furia la escena, hasta que sus ojos coincidieron con los mios: Mauricio Diestevan.
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