Capítulo 9 parte 3

787 Words
— Gracias por ser honesta con nosotros, así que lo seremos también contigo, Abigail. La verdad es que no podemos dejarte ir, no es porque no queramos, es porque no podemos, es muy peligroso para ti. C habló apoyado en una pared con los brazos cruzados a la altura de su gran pecho, muy lejos de mi por lo que de alguna manera agradecía, así podría al menos centrarme en la conversación. Mi ceño se frunció más ¿peligro? ¿no estaba más en peligro estando aquí? Parecía que de alguna manera había leído mi rostro porque su mirada se dirigió a Damián. —Damián procede con la introducción. Damián, quien dejó de prestar atención a la conversación y comenzó a teclear desde que terminó de intervenir, se detuvo. Miró ceñudo primero a C y luego a mí, soltó un suspiro en forma de protesta, como si solo tener que decir una palabra le causara malestar y fuera lo más difícil del mundo ¿es que a ese hombre le cansaba todo? En silencio tecleó algo, volteó su laptop y la acercó un poco a mí, la pantalla mostraba una pintura, era la representación de la caída de los titanes, había visto esa pintura en libros digitales y libros físicos que buscaba para calmar el hambre de conocimiento que tenía por la mitología, esa pintura representaba la caída de Cronos y algunos de sus hermanos, los que decidieron seguirlo y terminaron siendo vencidos, cayendo finalmente en las profundidades del tártaro para toda la eternidad, la mirada de estos titanes mostraban la desesperación y el miedo por ser derrotados y caer en la oscuridad, si bien nunca pude ver aquella pintura en la vida real, cada vez que la veía en los libros o en el internet, tenía una sensación de incomodidad, como si estuviera dentro del cuadro, como si yo pudiera sentir lo que los titanes sentían en ese momento, pero no podía ser porque los dioses griegos no existían ¿cierto? Solo eran una representación de la fe de los antiguos humanos y su necesidad de creer en algo más, algo más poderoso… algo más divino. — ¿Por qué me enseñas la caída de los titanes? Mis palabras salieron antes que mi cerebro los bloqueara y de inmediato me arrepentí, no era momento para intentar ser una “cerebrito” frente a los que tenían literalmente mi vida y libertad en sus manos. Miré a Damián para disculparme, pero lo que vi me dejó sorprendida, la comisura de sus labios se había alzado ligeramente, haciéndome presenciar por primera vez una leve sonrisa en aquel hombre que se notaba desinteresado por todo. — ¿Sabes sobre los escritos de Hesíodo sobre el origen del mundo y sobre la titanomaquia? Porque si lo haces me ahorrarías tiempo valioso. Cuando asentí con la cabeza y en silencio, el ceño de Damián se aligeró. —Gracias a los dioses. Bien, se supone que la titanomaquia acaba cuando Zeus y sus hermanos encierran a la mayoría de los titanes en el tártaro, iniciando así la época olímpica donde Zeus y sus dos hermanos varones, Poseidón y Hades, se reparten el mundo, iniciando la época del bronce y una paz aparente. Aunque debo decir que Zeus fue un tramposo y engañó al pobre Hades a vivir por siempre en el inframundo y gobernarlo. Las palabras de Damián no deberían ser una sorpresa para mí, porque desde luego se decía que Hades fue engañado por su hermano para que reinara el inframundo, lo que sí me sorprendió fue el rostro contraído de Damián, mostraba una indignación y enojo como si a él le hubiesen hecho esa treta, como si a él lo hubiesen engañado. C carraspeó un poco incómodo ante esas palabras y en una seña silenciosa hizo que prosiguiera con la explicación. — Bueno, hasta ahí el mito habla sobre el malvado Cronos, incluso piensan que es solo eso, un mito, algo que en realidad no existe. Sin embargo, la verdad esta escondida para calmar a los simples humanos… — Bueeeeeno… oigan no entiendo por qué me están dando una clase de mitología. Digo, me gusta la mitología, de hecho, me encanta, en serio, pero ¿qué tiene que ver con lo que estamos hablando? Cada vez estaba más confundida y como siempre, mi rostro lo demostraba. Estaba prestando total atención a Damián, esperando una explicación lógica, fotos de los posibles peligros, estadísticas de las posibilidades que me secuestraran, hechos sobre el dichoso riesgo que corría si me dejaban en libertad, pero lo que conseguí hasta ahora solo fue información que yo ya sabía desde joven y que no tenía nada que ver con lo que estaba pidiendo, oficialmente estaba confundida.
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