Mientras Themis era calmada y sonreía siempre, Hera tenía un carácter complicado y difícil de manejar, especialmente cuando hacía sus berrinches cuando descubría alguna infidelidad de su esposo. Ella no quería, pero en el fondo de su corazón le tenía algo de rencor a la titánide, porque sabía cómo su esposo miraba a su ex esposa cuando esta no se daba cuenta, el anhelo presente y el cariño constante en sus palabras, se preguntaba por qué no podía ser así con ella. Pero también sabía que no era culpa de Themis, ella trataba bien a todos, incluyéndola, sabía que, desde su separación, ella trataba a su esposo con cordialidad y no se acercaba más de la cuenta. Lo sabía, pero la odiaba más por no tener razones para odiarla, la odiaba porque era perfecta como reina y ella no lo era.
– Señora Themis… ya lo sabe, Zeus es…Zeus es el culpable. El abuso que comete contra todos nosotros, contra sus votos hacia mí que soy su esposa ¿¡por qué debería quedarme quieta cuando se aprovecha de su ausencia para hacer lo que desea!? Solo quería igualdad ¿es que acaso eso está mal?
Las palabras de Hera resonaron en todo el Olimpo, todos sabían de su situación matrimonial tensa, pero no podían hacer nada al respecto, no tenían poder suficiente para enfrentar al dios del rayo y no podían decir nada con respecto a las constantes faltas de respeto porque la mayoría de los dioses era igual.
– Es cierto que he estado siendo algo duro… ¡pero no es motivo de encadenarme de manos y pies y quitarme mi poder! ¡qué desdicha saber que la reina del dios de todos haya provocado tal desastre a su esposo! ¡mi reputación, mi dignidad como rey de todo, por tu culpa es que seguro soy el hazmerreír de todos!
– ¡No fueras el hazmerreír si fuera un buen rey y fueras fiel a tu reina que soy yo! ¡das más vergüenza revolcándote con todo lo que se mueve!
– ¡soy un buen rey, yo los liberé del yugo de mi padre! ¡Los hice libres y así me pagan por todo, qué desgracia!
– ¡Desgracia es tener un esposo como tú que vas detrás de todos!
– ¿¡Desgracia!? ¡desgracia es tener a una esposa que se confabula en contra mía y se queja por todo!
– ¡no me quejara si fuera un buen rey y un mejor esposo!
– ¡si soy tan mal esposo, por qué te casaste conmigo!
– ¡porque me obligaste!
– ¿yo te obligué? ¿¡yo te obligue!? ¡pero que…
– ¡ya basta!