Capítulo 5 parte1

1427 Words
NORA “¿no puedes sonreír un poco más? Necesitas agradarle al jurado sino serás eliminada y ya sabes cuál es el castigo por eso. No puedo creer que hayas engordado con la dieta que te puse, comiste cosas que no debías ¿cierto? Ahora la ropa te queda más apretada. Como este es tu último intento espero que ocupes un buen puesto, no me avergüences más de la cuenta.” Después de ese sermón vino un pellizco a la altura de sus costillas, tuve que morder mi mejilla interior para no soltar el grito que se formó en mi garganta. Una joven Nora de nueve años vestida con una ropa de baño un poco ajustada se encontraba en una de sus últimos certámenes de belleza impuesta por su muy embarazada madre. Después de la muerte de mi padre, los pellizcos y gritos eran cosa de todos los días en mi corta vida, ya no había dulces puestos en mi mesita de noche en secreto, los regalos y abrazos en privado también dejaron de existir, ya no existía esa persona que me decía que lo mucho que me amaba y me daba de alguna manera el soporte que necesitaba. La pequeña Nora de ese entonces no podía quejarse. No podía llorar porque de inmediato venían los castigos corporales, se ponía peor cuando madre descubría que había subido un gramo de peso, estaba tan acostumbrada que no veía razón para quejarme o pedir ayuda por lo que solo tragué las lágrimas sabiendo que, si por mala suerte el maquillaje espeso que tenía en el rostro se arruinaba, me iba a ir peor que ahora. Comencé a respirar, concentrándome en mis respiraciones, inhalar, exhalar, inhalar, exhalar… con suerte quedaría en un buen lugar y me retiraría de todos esos eventos a los que no pedí ingresar, ese era el último, luego podría ser una niña normal, podría comer a sus horas y no morirme de hambre, podría ponerme lo que quisiera, podría dejar de hacer esos horribles ejercicios, podría hacer los amigos que quisiera, no tendría esas expectativas sobre mi espalda, no tendría que ser perfecta, sabía que sería ignorada sí, pero eso era mejor que estar en la mira de mi progenitora. Ese era el último, madre lo había prometido, ya no tendría que maquillarme, ella lo había prometido… y con mi inocencia aun intacta, le creía. “la siguiente participante es Nora Elizabeth Black…” solté un suspiro, preparándome mentalmente…esa sería la última vez… Un suave gemido salió de mi boca mientras me estiraba aún con los ojos cerrado, de nuevo tuvo ese sueño, la última vez de una de mis torturas, no sabía por qué tenía esos sueños de forma esporádica, solo quería olvidar esos malos momentos, pero al parecer mi mente traidora tenía otros planes y cuando deseaba, su cerebro me ponía las imágenes de un pasado traumático cuando dormía. Genial, no solo me torturan cuando estoy despierta, yo también me torturo en sueños, qué masoquista soy. — Parece que la hermosa gatita al fin despierta, ¿tuviste algún sueño húmedo? Mis ojos que aún estaban cerrados se abrieron de golpe al escuchar esa voz que me parecía tan conocida. De pronto mi mente me llenó de imágenes, el engaño de mi ex prometido y la traición de mi media hermana, el escape de casa, el camino en bus, la caminata por calles que no conocía, el encuentro en los callejones con esos hombres, el asesinato de la noche anterior, ese dolor de cabeza que me provocaba cortármela y después… nada, la oscuridad ¿cuánto había dormido? Rápidamente mandé a mi cuerpo a levantarse de donde se encontraba echado. Una habitación grande me recibió, todo en ese cuarto era blanco, desde las paredes hasta la cama tamaño King en la que estaba sentada, las cortinas también eran blancas y cubrían parcialmente los rayos del sol haciendo que en la habitación no se necesitaran prender las luces, cualquier persona podría despertarse con esa intensidad de iluminación, pero me conocía, dormía tan profundamente que era necesario que alguien me despertara o que programara más de tres alarmas para hacerlo sola. Mi mirada fue rápido a mi cuerpo, mis jeans azules, la polera blanca y grande de hombre que cubría más de medio muslo y que ocultaba el top blanco que me había puesto y las zapatillas blancas bien puestas, todo estaba en su lugar, me sorprendió que siguiera con vida y sin dolor en ningún lado, no me golpearon y por supuesto estaba descartada la posibilidad de que se hubieran aprovechado de mi yo inconsciente, nadie quiere a las gordas, ante ese pensamiento no supe si sentirme aliviada o indignada y dolida. Observé a A un poco más aliviada, uno de los hombres que conocí la noche anterior, si en la oscuridad se veía con una apariencia misteriosamente atractiva, ahora estando con luz podía afirmar que no me equivocaba, ahora a la luz se veía realmente tractivo, como una versión ruda de Ken, la sonrisa de lado podría hacer que cualquiera mojara sus bragas y se rindiera a sus pies. — Toma, debes estar hambrienta, come algo antes de conversar, si deseas ir al baño, puedes hacerlo, esta habitación cuenta con uno. Recién me daba cuenta que el hombre tenía en sus manos una bandeja y la dejaba frente a mí sobre la cama, tenía una taza con café, un sándwich de jamón y queso, fruta cortada y un vaso con leche. Si bien aquello se veía muy apetitoso, no estaba segura de aceptarlo, después de todo, no sabía dónde estaba, no tenía ni idea de quiénes eran y no sabía si esa comida tenía veneno, no me arriesgaría a la posibilidad de morir envenenada, envenenada y virgen, esa es una mezcla muy vergonzosa para morir. — Gracias, pero no tengo hambre. Terminé de decir eso y a mi querido estómago le pareció buena idea hacerse notar soltando un gruñido. Mis mejillas se volvieron rojas, no tuve que verme a un espejo para saberlo pues el rostro me ardía por la vergüenza esto es genial estómago, no puedes dejarme ser una secuestrada digna. Aquel hombre soltó a reír como si hubiese escuchado la cosa más graciosa del mundo, cubriéndose el estómago, incluso se limpiaba las lágrimas, en otro momento me hubiese reído con él, incluso hubiéramos intercambiado algunas bromas sobre eso, pero recordé que no estaba en una situación normal. —Tranquila gatita, no hay nada raro en la comida por si eso te preocupa, no matamos inocentes. Pero no niegas que si matan a personas — En todo caso deberías tener fuerza para que conversemos, ¿o te gustaría que te diera de comer? Yo lo haría con gusto. Su sonrisa descarada y sus palabras coquetas, sin mencionar la mirada intensa y hambrienta que recorrió todo mi cuerpo hicieron que, si ya tenía las mejillas sonrojadas, profundizaran en ese color. No pude mirarlo a los ojos, no estaba acostumbrada a que me coquetearan o admiraran mi cuerpo de esa manera, así que tomé la mejor decisión dado el momento en el que me encontraba, hacer oídos sordos y comenzar a comer la fruta con tal de no continuar con esa conversación. Pensé que el hombre se iría apenas viera que estaba comiendo, pero contrario a mis pensamientos, se quedó observándome apoyado al lado de la puerta con los brazos cruzados. Mis miradas ocasionales hacia él indicaban que no hacía nada más que observarla comer, terminé desayuno en un silencio completamente incómodo, parecidos a los de las cenas que tenía con mi familia, recordando que siempre se tomaba un digestivo porque tenía miedo que a medianoche le doliera el estómago por la indigestión. Ahora que pensaba en mi familia, me preguntaba si estaban preocupados por mí, por supuesto que no, en esa casa no tienes aliados. Aunque estuviera en ese lugar en contra de mi voluntad, caí en cuenta que me habían tratado mucho mejor que en su casa. En esa costosa mansión mis desayunos consistían en solo jugos y fruta que yo misma tenía que comprar, y no podía comprar mucho porque madre ya se estaría quejando que ocupaba mucho espacio, como si mis cosas ocuparan más espacio que los costosos productos que madre y mi hermana compraban supuestamente para mantener su figura. La puerta se abrió haciendo que volviera a la realidad y pude identificar al otro hombre que vio la noche anterior, detrás de él parecía ingresar otra persona, era más alta que D, ya que se notaba que le llevaba una frente.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD