Capítulo 5 parte 2

1930 Words
Al momento que D se hizo a un lado, me di cuenta que mis gustos en hombres estaban completamente equivocados hasta ahora. Si bien los dos hombres anteriores eran apuestos, no eran nada comparado con ese espécimen, ¿Medía metro noventa, tal vez más? Cabello n***o rapado, cejas espesas, pero bien definidas, con una cicatriz que cruzaba la derecha, hombros anchos y cuerpo bien trabajado, lo sabía porque ese polo n***o que estaba usando se le pegaba como una segunda piel, cintura delgada, piernas gruesas cubiertas por un pantalón n***o, sus brazos eran musculosos, podía ver que en sus manos se notaban las venas, inconscientemente tragué un gemido, si pidiera de favor acariciar esas venas lentamente ¿me lo permitirían? Admiré su piel bronceada, se notaba que no era de esos bronceados exagerados, era un bronceado natural que obtienes cuando estas bajo el sol por el tiempo correcto, el tipo de color que yo deseaba, pero que nunca pude conseguir por ser demasiado pálida y sensible al sol. Mi mirada fue hasta el rostro, bendito Jesús de Nazareth, ten compasión de mi alma, nariz griega, un mentón con un hoyuelo, sus labios eran carnosos, el inferior un poco más carnoso que el superior ¿podría darle una pequeña mordida? Solo con una mordida sería feliz, y yo que pensaba que todo en él era duro, estaba segura que sus labios eran tan suaves como algodón de azúcar ¿serían tan dulces como un algodón de azúcar? De pronto me entraron ganas de averiguarlo. Subí un poco la mirada y de inmediato estuve segura que en ese mismo momento podría correrme, esos ojos marrones me miraban con una intensidad cruda a la que no estaba acostumbrada, había un poco de enojo y sorpresa mezcladas, mi pecho buscó más aire ¿cómo se respiraba?, sentía como si hubiese terminado una carrera, hace años que no hacía algún tipo de ejercicio a excepción del yoga, pero sabía que así se sentiría si corriera ahora mismo ¿hacía calor o era yo? Mis pezones se endurecieron, mi centro palpitaba más que cuando me ponía a ver los videos porno para darme placer y cuando esa mirada bajó a mis labios, respondí lamiéndolos con lentitud ¿ya había desarrollado el síndrome de Estocolmo? O ¿Por qué entonces me parecía tan apetecible ese captor? De repente la idea de quedarme ahí no me parecía tan mala. Nora, eres una niña mala, muy mala. — Nora Abigail Black, hijastra de uno de los senadores de Tennessee, Franklin Murphy, hija biológica de Ivonne Murphy y media hermana de Elizabeth Murphy, 28 años, fuiste a la universidad y te graduaste con honores un año antes, actualmente trabajas en una empresa medianamente conocida, prometida con Jason Rich, hijo único del dueño de una de las empresas de bienes raíces más conocidos en el estado. ¿no cambiaste de apellido cuando tu madre se volvió a casar? Por unos segundos escuché como una fan enamorada la voz de aquel hombre, juraba que tenía la voz ronca más hermosa que alguna vez haya escuchado en mi vida, estaba segura que si existía alguna canción con su voz, ahí estaría yo escuchándola por horas sin cansarme y si no, me ofrecería a grabarlo y guardarlo como favoritos en mi celular. Eso fue hasta que el hombre llegó a la parte donde nombraba al que no debería ser nombrado, el que me hubieran investigado porque era una variable que no formaba parte de la ecuación lo entendía, pero ahora que habían pasado varias horas desde que descubrí la cruda verdad, no quería ser relacionada con esa sucia rata de alcantarilla ni con la familia con la que estaba relacionada, vi todo rojo y el enojo acumulado tomó posesión de mi cuerpo, así que hice lo que toda mujer inteligente, pero furiosa y despechada haría en su lugar. — ¡Ex prometida! Esa escoria humana me fue infiel con mi media hermana en mi propia cama, ellos ya no son mi familia así que si van a pedir algún rescate ahórrenselo, no tengo nada que ver con esos traidores ni con ese infiel, a buena hora decidí no tener nada hasta después del matrimonio, quién sabe qué clase de enfermedades me hubiera contagiado. Todo se sumió en un silencio absoluto. No pude ver a los hombres que llenaban la habitación porque mi cerebro decidió que era momento de encenderse y notificarme que lo que había dicho era algo que no fue filtrado por él. ¿por qué mi boca decidió que ese era el momento perfecto para soltar todo su vómito verbal? Básicamente les había dicho que no era importante en mi familia por lo que, si decidían pedir un rescate, no funcionaria, no era importante para nadie, ósea que no era útil para ellos y podían deshacerse de mi gran cuerpo en cualquier momento y nadie haría las averiguaciones necesarias. Pero lo que más vergüenza me daba, era afirmar el hecho que les había dicho que era virgen a unos completos desconocidos, incluso podría ser que muriera siendo virgen. ¿era hoy el día que sus órganos decidían dejarla en vergüenza? — Bueno… qué información tan interesante, gatita. A tosió en un intento por disimular la risa que estaba segura deseaba soltar, pero por educación no lo hacía, y de cierta forma agradecía aquello. —No contestaste mi pregunta, Abigail. ¿por qué no usas el apellido del senador? Nadie en su círculo sabe que eres su hijastra, no has asistido a ninguno de los eventos junto a tu familia, las personas solo saben tu nombre y que hasta podrías no existir ¿por qué? ¿ocultas algo? Debería ser ilegal el que alguien dijera mi segundo nombre de esa manera tan sensual, céntrate por un segundo, Nora, después seguirás con tus fantasías con ese hombre apuesto. Como siempre mi cerebro la hacía aterrizar y centrarme ¿qué era lo que me estaba preguntando? Solté un suspiro debatiéndome en esos escasos segundos si era prudente ser sincera con unos desconocidos o no. Al final opté por lo primero, con tal, mi vida ahora estaba en sus manos y dependía de mí misma vivir o morir. ¿Por qué tan derrotada, Nora? Lo podemos hacer chica. — Porque no nos llevamos bien, soy hijastra, no hija biológica y no es que me lleve bien con mi madre. Prefiero mil veces llevar el apellido de alguien que, si me amaba, además, ir a esos eventos no es lo mío, son personas superficiales y nada interesantes. —Mi voz parecía derrotada, un nudo se formó en mi garganta sabiendo lo patética que sonaba y la humillación que significaba el contar eso a otras personas, pero primero era mi vida, podría lamerme las heridas luego. —Miren, no soy lo que ustedes creen, solo soy una chica simple que no tiene nada importante que darles, no van a ganar nada teniéndome aquí. No diré nada, lo juro, haré como si no hubiera pasado nada, todo estará olvidado. Todos guardaron silencio, ya no tenía el coraje de ver sus rostros porque tenía miedo de ver la lástima en ellos y solo Dios sabía cuánto odiaba eso, genial, los primeros hombres endemoniadamente atractivos con los que hablas y ya les das lástima mostrándoles la punta del iceberg de tus disputas familiares, por cosas como estas sigues virgen. — Bueno, eso sin duda fue interesante, ¿qué hacemos ahora C? al fin levanté mi cabeza, D estaba mirando al hombre que hacía hecho un desastre mis bragas y que me seguía mirando con la misma intensidad, ¿C? ¿Su nombre iniciaba con C o era una especie de apodo? Por inercia comencé a recitar nombres posibles dentro de mi cabeza, tiene que ser un nombre que englobe lo poderoso, apuesto y rudo que se ve. Dándole una segunda vista, su contextura se parecía mucho a la que tenían los antiguos guerreros que había visto en los museos y leído en los libros sobre mitología, porque sí, yo amaba la mitología en todas sus ramas como amaba el chocolate, sí, así de mucho, y aunque mi madre decía que era una pérdida de tiempo, para mí era algo especial, era algo que disfrutaba por horas sin cansarme. Mi mente imaginó a ese hombre vestido de un traje de guerrero antiguo, luego esa imaginación elevó un nivel más cuando una pregunta rondó mi cabeza. Si los dioses existieran ¿Se verían como este hombre? De ser así entendía bien porqué los simples mortales se rendían ante la seducción de divinidades que bajaban al mundo terrenal para distraerse, podía ver claramente a C con un traje de dios griego y Jesús, era una vista deliciosa, si antes estaba húmeda por su versión moderna, ahora era como un mar en mis bragas, imaginé al dios orgulloso reclamándome como suya, tirándome a la cama, quitándome la ropa sin ninguna delicadeza y hundiéndose de lleno en mi interior, duro y rápido. Mis piernas se presionaron entre sí, obligándome a volver a la realidad, no era el momento de fantasear algo que no iba a pasar en la vida real y menos estando frente al dueño de esas fantasías. Qué imaginación tienes, chica, orgullosa estoy. C soltó un suspiro y en vez de responder a D, alzó su celular y se lo puso en la oreja, todo eso sin dejar de observarme. —Ya vamos para allá, ten todo listo. Y tan rápido como contestó, colgó. —Abigail, quiero dejar en claro algo. Si bien no estuvo en nuestros planes que vieras lo que viste, no te haremos daño, no lastimamos a personas como tú. Aún no podemos dejarte libre, pero lo resolveremos, tenemos que ir a un lugar, pero volveremos para seguir con nuestra conversación ¿quedó claro? Sin siquiera esperar mi respuesta, los tres hombres salieron y volvieron a dejarme sola, sola y encerrada sin oportunidad para debatir. Las palabras de C ahora inundaban mi mente ¿qué quiso decir con eso? ¿no me iba a matar, pero no podían dejarme ir? ¿me mantendrían cautiva por siempre? Volví a echarme en la cama después de dejar la bandeja del desayuno sobre la mesa de noche, tenía muchas preguntas rodeando mi mente, era extraño que me sintiera tan tranquila estando en una situación así, contrario a cómo inició todo, ahora tenía certeza que ninguno de ellos me dañaría, al menos no por ahora. Mi mano fue bajo mi polera, yendo al centro de mi pecho, comencé a rascarme justo en mi marca de nacimiento, recordé que madre odiaba esa marca, hizo hasta lo imposible para deshacerse de ella, según era porque “la piel de una mujer debía estar lisa y perfecta, sin ninguna mancha”, pero a mí me gustaba, tenía una linda forma de un rayo. Según mi imaginación, esa marca me daba la energía que necesitaba para seguir adelante, me daba la valentía que necesitaba para enfrentarme a mi familia y liberarse al fin de ellos, de vez en cuando solía picarme un poco, pero no era algo grave. En un inicio fue un leve escozor, como siempre, pero me di cuenta segundos después que la picazón aumentaba como si hormigas me picaran en la misma zona todas al mismo tiempo, la desesperación fue tanta que quise levantarme, quitarme la polera y revisar si algo estaba mal con mi piel, pero algo me golpeó, sentí un leve dolor de cabeza y de alguna manera un sueño pesado hizo que mis ojos se cerraran, cayendo en un profundo sueño.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD