Capítulo 11 parte 1

719 Words
NORA Una semana, pasó una semana entera desde que vi a C, después de la conversación sobre seres mitológicos y un desayuno extraño no volví a ver su hermoso rostro, ni a él ni a Damián y mucho menos a Adrián. Cuando pregunté a los trabajadores, escuetamente me dijeron que su señor estaba muy ocupado con el trabajo y los otro dos se habían ido a administrar su sede en California. La única señal que tuve de ellos fue una nueva laptop y mi celular que encontré sobre mi cama, junto a esto había una nota adherida. “te devuelvo tu móvil y te dejo una laptop para que hagas lo que desees, ya sabes las reglas. Cualquier cosa que necesites avisa a mi personal, ellos me avisarán. C” — Esto no es nada… Si, no era nada, estaba acostumbrada a tratos peores, la indiferencia no es nada. C estaba cumpliendo con su palabra, me daba lo que necesitaba, la comida no me faltaba, ahora tenía todo un closet con ropa nueva y con un estilo que nunca había probado, tenía una cama super cómoda, podía pedir lo que quisiera, cuando me aburría iba a la biblioteca a leer o al jardín a caminar y con respecto a la protección, no me quejaba, siempre habían dos o tres hombres a mi alrededor, cuidándome en todo momento y haciendo todo lo posible por que me sintiera cómoda, lo tenía todo pero ¿por qué me sentía tan vacía? De alguna manera extrañaba esa mirada intensa sobre mí, desnudándome con la mirada, de pronto extrañaba esa voz ronca y gruesa que solo había escuchado un par de veces, echaba de menos ese olor cítrico que había descubierto que tenía y que deseaba tanto volver a oler. Solo pasaron un par de días que lo tuvo cerca, racionalmente no debía sentir nada por un extraño, no debía sentir esa necesidad por tenerlo cerca, pero lo hacía ¿lo que tenía sería el síndrome de Estocolmo? A pesar de que pude, toda esa semana que pasó no me comuniqué ni con mi familia ni con mi antiguo trabajo. No estaba preparada aun para hablar con madre y con Lizz, aún no había decidido qué hacer con ellas, así que opté por poner mi móvil en modo avión, con tal nadie más me iba a llamar. Tampoco había mucha historia con mi antiguo trabajo, al encender la laptop y entrar a mi correo, vi un e-mail de recursos humanos diciendo que me despedían porque sus metas ya no coincidían con mi perfil, me enviaban a mi cuenta mi cheque y enviaban las pocas cosas que tenía en la empresa a mi “nueva dirección” dada por mi “representante”. Asumí que ese representante era uno de los chicos y la nueva dirección a la que se referían era esta mansión. No pregunté a nadie sobre esas cosas porque en realidad no había mucho de valor ahí. Busqué un trabajo online como independiente en los días próximos, quién diría que ser independiente te traería más ingresos que trabajando para una empresa de forma presencial, con un solo encargo podía ganar lo de una semana y solo se necesitaba unas cuantas horas para culminar con el encargo y enviarlo, era pan comido. En toda esa semana me centré en el trabajo, en la biblioteca y en leer mis novelas románticas de forma digital, pero a una semana de hacer eso ya me estaba aburriendo. Aunque no salía y disfrutaba de estar en casa, la rutina me estaba matando por el simple hecho de no poder ver a quien tanto anhelaba ver. Ahora, luego de una semana aburrida y después de tomar un baño relajante, estaba tumbada en mi cama dispuesta a ver mi móvil antes de echarme a dormir, le había dado muchas vueltas y decidí que yo no era una cobarde, afrontaría a mi familia y cortaría todo lazo de raíz. Así que quité el modo avión y sorprendentemente los mensajes y llamadas perdidas llenaron la pantalla de bloqueo. Tenía más de diez llamadas perdidas, el nombre de madre y Jason se repetían una y otra vez, luego estaban los mensajes también de ellos. Primero entré al chat de Jason después de cambiar el nombre con el que lo tenía guardado.
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